- No hay corpus ideológico, ni plan, ni proyecto, ni ideas, ni cultura política. Solo una obsesión patológica por el poder y su ejercicio más arbitrario, impropio de una democracia
Tras la ronda de entrevistas del ocupante de la Moncloa con los portavoces parlamentarios, a excepción de Vox, nos hemos enterado de que en realidad no hay una línea clara para incrementar el gasto, y la inversión, que son cosas diferentes, en materia de Defensa. Sánchez ha evitado concretarles a sus interlocutores a cuánto va a ascender el presupuesto de Defensa, cómo se financiará, qué partidas van a ser reducidas, que objetivos hay… algún detalle. Cero. Y no solo eso, ha asegurado que no llevará la cuestión al parlamento. Es decir, una cuestión de primerísimo nivel en el interés ciudadano no va a ser objeto de debate en el Congreso de los Diputados. Entonces, ¿en qué tipo de democracia cree este hombre?
Hace tiempo que ya dejamos escrito en este diario que Sánchez en realidad carece de un pensamiento estratégico para España. Carece de ello. Su única obsesión es mantenerse en el poder. Si hay que aliarse para ello con los exterroristas, lo hace. Si en el futuro necesitase a Vox, y estos estuviesen dispuestos a apoyarlo, también lo haría. No hay corpus ideológico, ni plan, ni proyecto, ni ideas, ni cultura política. Solo una obsesión patológica por el poder y su ejercicio más arbitrario, impropio de una democracia.
Si tuviese un mínimo de dignidad política, comprobado como está que no cuenta con mayoría en el Parlamento, ni electoral ni social, debería aprender de su correligionario Scholz y convocar elecciones, pero ya sabemos que su audacia se reduce siempre a las mezquindades y que su valentía se desvanece a nada que tres vecinos de Paiporta se ponen farrucos. Ni audaz ni valiente. Le falta coraje para consultarle a la ciudadanía. Es un hombre instalado en una única certeza, mantenerse en el poder y no ceder en nada. Por eso sé que no es valiente. Su elección consciente es la de combatir el miedo a las urnas con gestos tan prepotentes como el de no llevar la cuestión del rearme militar al Congreso de los Diputados.
¿No acude allí por cobardía o porque en realidad no tiene nada que ofrecer? O tal vez porque sabe que si lo somete a votación cosechará el más sonoro de sus fracasos. Ya sólo quedan 28 meses.