Iñaki Ezkerra-El Correo
- El presidente valenciano no solo mostró ineptitud sino también indolencia el 29-O
Es una frase que se ha repetido durante años entre el electorado conservador cada vez que un alto cargo socialista hacía una pifia gorda: «Si esto lo llega a hacer uno del PP, ya le habrían hecho dimitir». La coletilla, la apostilla, la muletilla tenía su fundamento porque, en efecto, la izquierda siempre se ha sabido movilizar más y con más eficacia que la derecha para pedir dimisiones merecidas e inmerecidas. Tenía su fundamento, como digo, pero ha dejado de tenerlo con el caso Mazón. A Mazón lo tenían que haber mandado a casa en cuanto se conocieron los primeros detalles de su estelar papel en la tragedia que se inició el 29-O en Valencia. No digo que Sánchez y su Gobierno no tengan responsabilidades en la gestión de la catástrofe. Las tienen y más que Mazón, sin duda, empezando por su pasividad, fruto del cálculo político, y siguiendo por el hecho de que contaban con muchos más recursos que este para paliarla. Lo que digo, y resulta obvio, es que Mazón también tiene su parte de responsabilidad y que no solo mostró ineptitud sino también indolencia.
Dos son las razones que se han barajado para explicar por qué Feijóo no lo ha dimitido y que responderían a un criterio táctico (otra vez al cálculo). Una sería la de no desgastar a otro hombre del partido en la gestión de reconstrucción de la Comunidad Valenciana sino apurar el tiempo de ejercicio de este, una vez que ya lo saben quemado. El argumento es deprimente pues conlleva la convicción de que un sucesor de Mazón lo haría igual de mal que él. La otra de esas razones que se barajan es la supuesta ventaja que daría al PSOE el reconocimiento, por parte del PP, de su mala gestión y la hipotética pérdida de autoridad moral que sufriría este último para criticar al Gobierno. Sin embargo, ocurre más bien lo contrario: es apoyando a Mazón como Feijóo pierde esa autoridad. La pierde hasta el punto de que resta dureza a su discurso impidiéndole hacer la oposición fuerte que la grave situación demanda. Además de triste cuando se hace sobre el balance de 228 muertos, el cálculo político es en este caso erróneo.
Si Feijóo llega a La Moncloa, su primera misión deberá ser corregir todas las fisuras sistémicas en la legalidad democrática que Sánchez ha aprovechado para burlar esta en su beneficio. Ese programa es lo que debería estar vendiendo estos días, pero no lo hace. Hay una tercera razón más fea que las otras para explicar la permanencia de Mazón en su puesto y la propia oposición débil al sanchismo: que el PP no tenga intención de corregir esas fisuras sino de aprovecharlas a su favor en el futuro, es decir, de desterrar las figuras del cese y la dimisión de nuestra vida política. El caso Mazón da a esa tesis una turbadora verosimilitud.