Pablo Sebastián-Vozpópuli

La visita de Feijóo a La Moncloa no sirvió para nada y fue un notable error. 

Entre arancel y arancel y después de la impresentable bronca que organizó al pobre Zelenski en el ‘despacho oval’ de La Casa Blanca, y de la reciente caída en picado de la Bolsa y la economía americana, el presidente de los EE,UU., Donald Trump, ha encontrado tiempo y espacio para instalar en los jardines de su mansión presidencial un sorprendente concesionario para la venta de coches Tesla.

Exhibiendo allí cinco vehículos, con el solo objetivo de ayudar a su amigo Elon Musk a ver si recupera el valor bursátil de su compañía Tesla que se ha hundido estrepitosamente en la Bolsa (por mezclar Musk política y negocios) y que ha registrado en China, Australia y Europa una caída de ventas de sus vehículos eléctricos de más del 45%, lo que seguramente irá a peor.

Y para que nadie dude de su amistad con Musk y su confianza en Tesla, Trump anunció allí mismo que acababa de comprar, ¡y sin un descuento!, un Tesla rojo que estaba en los jardines presidenciales en clara competencia desleal con las otras marcas de vehículos americanos. Lo que constituye un ejemplo más de los muchos disparates de Trump en los 50 primeros días de su mandato presidencial que no cesan de ofrecer pruebas del nivel de las ocurrencias y los desvaríos que sufre el hombre más poderoso del mundo.

Ahora está a la espera de que Vladimir Putin, su viejo amigo, le apruebe la tregua de 30 días en Ucrania que USA acordó con Zelenski en Arabia Saudí, una vez que el presidente ucraniano se dejó robar por Trump la cartera de las ‘tierras raras’ ucranianas.  Aunque los negociadores norteamericanos ya viajan a Moscú Putiin (mientras Ucrania se retira del Kursk lo que constituye una victoria de Rusia) no parece tener ninguna prisa y tampoco le gusta la idea de una ‘tregua’, lo que ya le empieza a enfadar a Trump quien ya ha comenzado a mostrarle a Putin su catálogo de amenazas, con la misma virulencia con la que ahora amenaza a Europa con nuevos aranceles.

Mientras tanto, en Europa, la presidenta de la Comisión, Úrsula Vander Leyen y el presidente francés, Enmanuel Macron, apremian a sus compañeros de la UE (y al Reino Unido y a Canadá) para poner en marcha a gran velocidad más inversiones en defensa en pos de un gran ejército europeo, que se podría estrenar con un despliegue de fuerzas aliadas en Ucrania para garantizar el esperado ‘alto el fuego’, si es que llega.

Es una idea que seguramente fascina a Pedro Sánchez porque lo revestirá de ‘estadista’ en compañía de los líderes de los países más importantes de Europa

Esta iniciativa se presentaría  como una ‘misión de paz’ en la que, posiblemente, también participarán soldados españoles. No en vano, algo así (que rechazarán la extrema izquierda y la extrema derecha en España) es una idea que seguramente fascina a Pedro Sánchez porque lo revestirá de ‘estadista’ en compañía de los líderes de los países más importantes de Europa.

A sabiendas Sánchez de que Feijóo no se atreverá a oponerse ni al aumento del gasto en defensa ni al despliegue de tropas españolas en Ucrania, una cuestión sobre la que el prersidente del Gobierno ya habrá hecho sus cálculos sobre posibles beneficios políticos y electorales que le reportaría el envío de soldados españoles a Ucrania para combatir o frenar el ejército rojo de Putin con su nueva ‘División Azul’.

Y preguntamos ¿qué pintaba, en estas circunstancias, Feijóo en La Moncloa? No se sabe ni se entiende salvo esbozar su predisposición a apoyar el aumento del gasto militar español y el despliegue de la ‘División Azul’ de Sánchez en Ucrania

Una iniciativa que contaría con el visto bueno de  Feijóo, quien acudió como un pardillo a la ronda de conversaciones sobre el gasto en defensa organizada por Sánchez en La Moncloa (no en el Congreso de los Diputados) y sin haberle exigido previamente la retirada todas las competencias del Estado que va a transferir a Cataluña sobre el control de fronteras e inmigración.

Ronda de consultas que, además, incluyó como la imagen del día no ya la reunión de Feijóo con Sánchez sino la novedosa presencia de Bildu, el partido filo etarra en La Moncloa, mientras Sánchez vetaba a los dirigentes de Vox. Y preguntamos ¿qué pintaba, en estas circunstancias, Feijóo en La Moncloa? No se sabe ni se entiende salvo esbozar su predisposición a apoyar el aumento del gasto militar español y el despliegue de la ‘División Azul’ de Sánchez en Ucrania para que no se diga en el PP europeo (que prepara su Congreso en Valencia a final de abril) que el PP español está más cerca de Putin que de Trump.

Feijóo aceptó visitar a Sánchez en La Moncloa para recibir una lección magistral del Metternich español sobre política internacional pero sin ofrecerle ningún dato sobre España, como posteriormente  denunció el líder del PP en su comparecencia ane los medios. Dijo Sánchez no le dio ninguna información sobre el aumento del gasto en defensa ni respondió a sus preguntas sobre hasta donde llegaría o cómo se iba a financiar, o si tenía un plan estratégico para la nueva situación internacional.

Sin embargo Feijóo, empeñado en seguir hablando con Sánchez sobre la nada, reconoció con cierta amargura: ‘Sánchez me despachó con un café de 30 minutos’. Lo que prueba y demuestra que su visita a La Moncloa no sirvió para nada y fue un notable error.

 El cadáver (político) de Mazón

Tampoco quiso decir nada nuevo Feijóo en la rueda de prensa sobre el ‘cadáver político’ de Carlos Mazón que el PP sigue paseando por Valencia y Madrid a pesar de que, como revelan los últimos datos llegados al juzgado de Catarroja en el que se investigan las responsabilidades de lo ocurrido en la Comunidad de Valencia el día de la Dana, avalan el desastre de la gestión de la catástrofe en la región. Datos determinantes porque: la primera ‘alerta roja’ de lluvias torrenciales llegó a Valencia a las 7,39 horas de la mañana; no se envió la alarma civil a los  ciudadanos hasta pasadas las 19,00 horas de la tarde y tampoco se contó en el puente de mando de la emergencia valenciana con la presencia de Mazón hasta las 20,28 horas del atardecer, cuando ya habían muerto decenas de personas.

Lo que tampoco impide señalar la responsabilidad del gobierno de Sánchez que debió de declarar inmediatamente el ‘estado de alarma’ en la zona, sin que ello fuera un atenuante de la justificaba la ausencia (aún misteriosa) de Mazón en el mando del operativo especial de socorro en esta Comunidad en la que murieron 228 personas. Motivos todos ellos por los que Feijóo debe forzar el cese de Mazón o, al menos, exigir su dimisión.

Al fondo de todo esto continúa pendiente el necesario y urgente adelanto electoral al que Sánchez se niega mientras gobierna sin los PGE y sin apoyos parlamentarios suficientes. Un eventual adelanto electoral que, con motivo del anunciado gasto militar y el posible despliegue de tropas españolas en Ucrania, podrían forzar Sumar y Podemos y los nacionalistas de la izquierda radical. Lo que sería un regalo, como maná caído del cielo español, que ya veríamos si este diletante Feijóo sabría gestionar.