Miquel Giménez-Vozpópuli

Un país no puede gobernarse de manera sólida y democrática a golpe de decreto ley

Según la RAE la palabra delincuente, del latín delinquens -entis, refiérese al malhechor, transgresor, infractor, criminal, agresor, ladrón, bandido, forajido, antisocial, preso, recluso, reo, lunfardo, malandro o malero. Sentado esto, y buceando en la maraña legal española- mucha ley para tan escasa justicia, hallamos que el artículo 134.3 de la Constitución dice “El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración del año anterior”.

Sería el segundo año que Sánchez no los presentase, excusándose en esta ocasión en que “Sería hacer perder el tiempo al Congreso presentarlos sin acuerdo previo con las fuerzas políticas de las que depende”. Esto es, como soy incapaz de ligar esa mayonesa incomestible que constituye el bloque de partidos de la investidura sanchista, me olvido de la Constitución, de la ley, de los presupuestos y a otra cosa, mariposa. ¿Qué culpa tendrá si quienes deberían besar por donde pisa son unos malagradecidos y la oposición es una centuria de Falange?

Todo esto, no literalmente, lo dice Bolaños que ocupa la cartera de Justicia. Y añade que no existe inconstitucionalidad porque pueden prorrogarse de manera automática. Olvida recordarnos que estamos así desde el 2022 y que la prórroga se contempla como instrumento excepcional y no como método, siendo así que un gobierno que lleve tanto tiempo sin poder conseguir mayoría para aprobar las cuentas tiene que presentar la dimisión al Rey y convocar elecciones.

O al menos eso decía antes Sánchez. Y tenía razón

Un país no puede gobernarse de manera sólida y democrática a golpe de decreto ley, hurtándole a la sede de la soberanía nacional su potestad para debatir y votar lo más importante, que es en qué y cómo se va a gastar el dinero el Ejecutivo. El gobierno hurta lo principal del asunto: un presupuesto es la expresión de un pensamiento político plasmada en guarismos. Se reparte el dinero de todos, cuidado, no el dinero del gobierno ni el de un partido, sino el de todos los españoles, aplicando los criterios ideológicos de quien gobierna.

Es imposible en el caso de Sánchez, porque vive siguiendo solamente dos reglas: continuar aferrado al poder por cuestiones de ego y también judiciales, pues teme que si abandona el cargo acabará en el hotel rejas y aun así ya veremos, y aguantar negociando esto con Junts, aquello con los comunistas, lo de más allá con los bilduetarras y mimando esa corte de los milagros que constituye el bloque sanchista. Eso, que bien puede caber en un epígrafe del Código Penal, es imposible que pueda plasmarse negro sobre blanco en un dossier que presentar ante la Cámara. Sánchez sabe que sus apoyos son variopintos e incluso opuestos en muchos aspectos y por eso minimiza la cuestión.

Presentarlos sería una pérdida de tiempo”. He aquí el sanchismo definido de manera impecable. Todo lo que sea rendir cuentas ante los españoles, sobra. No le parece imprescindible dar explicaciones ni razonar el porqué de esto o aquello. Todo empieza y termina en su persona, que puede piensa que se puede perfectamente gobernar conculcando nuestra Carta Magna sin hallar la menor contradicción en pasar del Congreso, creyendo en cambio que hacerlo teniendo a los bilduetarras como socios es perfectamente democrático y progresista. Delinquir es ahora gobernar, igual que ocupar viviendas es ejercer un derecho o ser un inmigrante ilegal violento debe aceptarse porque nosotros que somos blancos, europeos, heteros, creyentes y abominamos de esta izquierda tenemos la culpa de todo. Así que ajo y agua. A reclamar al maestro armero.

Es una lástima que el hombre se haya jubilado. O sea que estamos sin presupuestos, sin padre ni madre, y sin oposición que les ladre.