Gorka Maneiro-Vozpópuli
Sánchez ya ha absorbido parte de lo que fue Podemos a base de hacer suyas muchas de sus peores ideas
Ione Belarra le ha pedido a Irene Montero que deje su cargo de eurodiputada y asuma la responsabilidad de ser la candidata de Podemos a las próximas elecciones generales, dado que ella no se atreve; e Irene Montero, como haciendo que no sabía nada, ha aceptado en público lo que ya habían pactado previamente en privado. No se trata de que renuncie ya mismo al sueldo que cobra en Bruselas sino que lo compatibilice con su misión de ayudar a reflotar lo que queda de Podemos y convertirse en 2027 en candidata a la Presidencia del Gobierno de España, que es cuando toca que las elecciones se celebren; y es que lo de la acumulación de cargos y responsabilidades no es cosa sólo de María Jesús, la otra Montero que nos ha tocado en suerte. Porque ahora se trata de volver a empezar a sumar a la causa de la izquierda reaccionaria lo que queda a la izquierda de la supuesta izquierda de Pedro Sánchez, incluido lo que ahora está en el Sumar de Yolanda Díaz, ese proyecto que Sánchez impulsó para debilitar a Podemos y que Podemos pretende ahora sepultar: o sea, se trata de perpetrar una opa que vengue la traición cometida por Yolanda Díaz para volver a juntar a los que ya estuvieron juntos y se separaron: esos que son los mismos perros con distintos collares, sólo que ahora sin Yolanda, la gran traidora. Sin los más brutos que fundaron la marca, les va a costar bastante. En todo caso, como segundas partes nunca fueron buenas, veremos si a la tercera es la vencida.
Hace mucho que Podemos se asemejó a los partidos tradicionales, asumiendo algunas de sus fórmulas o incluso peores, como convertir a los adversarios en enemigos o hacer lo contrario de lo que su moralina dictaba
Ione Belarra le ha dicho a Irene Montero que «sé que es pedirte mucho» y a Irene Montero no parece que la encomienda le haya parecido para tanto, porque ha aceptado casi sin pensárselo y está dispuesta a ponerse manos a la obra para unir a la izquierda y «dar esperanza a la ciudadanía», esa ciudadanía capaz, añado yo, de tropezar dos veces en la misma piedra. Lo de la compatibilización de varios cargos, la democracia interna y la celebración de primarias para que los inscritos elijan al líder o al candidato ya ni lo recordamos: hace mucho que Podemos se asemejó a los partidos tradicionales, asumiendo algunas de sus fórmulas o incluso peores, como convertir a los adversarios en enemigos o hacer lo contrario de lo que su moralina decía, como las actuaciones públicas y privadas de Pablo Iglesias, Iñigo Errejón o Juan Carlos Monedero nos recuerdan.
Al parecer, lo que Podemos pretende ahora es aglutinar, en torno a sus siglas, a todos aquellos sectores «contrarios a la guerra», así que supongo que lograrán la mayoría absoluta aunque no la totalidad de los votos, porque algunos, a diferencia de ellos, nos opusimos a la invasión criminal de Ucrania por parte de Putin, por aquello de llamar a las cosas por su nombre. Pero debe de ser que el pacifismo consiste en rendirse ante el imperialismo ruso y declamar después la cantinela habitual de «ya dijimos que habría muchos muertos», como si no hubieran sido los ucranianos los que decidieron no rendirse ante los agresores, y a los que algunos defendimos ayudar y otros y otras, como Ione Belarra, darles la espalda. En todo caso, a mí lo de aglutinar a toda la izquierda reaccionaria me parece bien: de ese modo se clarifica el paisaje político y se los tiene mejor localizados.
Montero se muestra dispuesta a recoger el testigo y dar un paso al frente, como cuando redactó la ley del sólo sí es sí que facilitó la excarcelación o la rebaja de condenas de centenares de delincuentes sexuales. La ya candidata in pectore gracias al dedo de Belarra, dice que España necesita «izquierda y paz» y yo podría estar de acuerdo, aunque no es desde luego la izquierda populista que ella representa ni la paz que implica rendirse ante Putin aunque ahora disimule.
Podemos tiene cierto mérito, ya que, tras casi extinguirse después de lograr más de cinco millones de votos, al menos sigue vivo y con ganas de seguir adelante, aunque sea sin propósito de enmienda
Esta hipotética nueva suma de letras que incluya a Sumar (pero sin Yolanda) tiene entre sus objetivos algunos muy elevados, como el de «parar los pies a EE.UU.»; si se refiere a los EE.UU. de Donald Trump, me parece un objetivo loable y hasta necesario, aunque creo que solos no van a poder, y con menos de un 4% de estimación de voto en las encuestas parece misión complicada. Debo reconocer, en todo caso, que Podemos tiene cierto mérito, ya que, tras casi extinguirse después de lograr más de cinco millones de votos, al menos sigue vivo y con ganas de seguir adelante, aunque sea sin propósito de enmienda. Y sigue vivo en parte por la incompetencia de Yolanda Díaz para hacer de Sumar poco más que un instrumento al servicio de Sánchez, cosa que los morados tratan ahora de aprovechar.
Poco que sumar
Ante este nuevo proceso que pretende unir a toda la izquierda reaccionaria, Yolanda no sabe ni dónde meterse y bastante tiene con hilvanar dos frases seguidas que se le entiendan, cosa que todavía no ha logrado. El problema es que Sánchez ya ha absorbido parte de lo que fue Podemos a base de hacer suyas muchas de sus peores ideas, por lo que no hay tanto que sumar y quizás deban conformarse con una representación institucional testimonial que les permita a algunos vivir del erario público. No obstante, debo reconocer que los morados me generan cierta sensación de ternura, sobre todo ahora que no tienen poder político y apenas tienen votos. Veremos si en el futuro vuelven a darnos miedo, aunque es verdad que Sánchez ya nos da bastante.