José Antonio García-Albi-El Debate
  • La organización territorial del Estado ya no es la definida en el Título VIII de la Constitución. Sobre todo cuando se terminen algunos de los proyectos en marcha, amnistía, deuda, hacienda, fronteras, tendremos dos estados libres asociados al norte y al nordeste de la península

Ocurre que cuando vemos las atrocidades de países totalitarios, la dimensión de las mismas, en lugar de ponernos en guardia y prevención, lo que hace dada su gravedad es reforzar la creencia de que eso no puede ocurrir aquí; pienso en Venezuela y Cuba. Claro que si en los días del 155 en Cataluña, alguien nos dice que en no mucho tiempo en España iba a mandar un delincuente golpista mientras come mejillones en Bélgica, hubiésemos dicho que eso no puede pasar aquí.

De ese modo se produce una involuntaria deformación de la realidad. Creemos por ello, que todas las atrocidades de Sánchez las comete sólo para pasar tres añitos más en la Moncloa; no es así. Todo obedece a un proyecto de cambio de régimen pasando a uno totalitario por la vía de los hechos. Proyecto que comenzó el despreciable Zapatero junto con ETA y ERC y que él mismo resumió en la frase «España es un concepto discutido y discutible»; vamos que podría dejar de existir. El problema es de tal magnitud que es preciso desmenuzarlo para acercarse a su comprensión.

Vimos como el TC declaró ilegales dos confinamientos y un cierre del Congreso; hechos de importante gravedad. Pues asombrosamente en lugar de caer Sánchez y su gobierno cayó el Tribunal Constitucional para imponer otro. De facto, ya no tenemos un tribunal de garantías constitucionales. Tenemos otra cosa que no es independiente y que no cumple sus funciones, ya que se arroga otras como fiscalizar al Supremo o modificar sentencias o boicotear audiencias; se ve, por lo tanto, afectada la justicia. Primer cambio respecto al 78.

La organización territorial del Estado ya no es la definida en el Título VIII de la Constitución. Sobre todo cuando se terminen algunos de los proyectos en marcha, amnistía, deuda, hacienda, fronteras, tendremos dos estados libres asociados al norte y al nordeste de la península y el resto taifas tributarias de los mismos, aunque no los debiéramos financiar dadas sus liberticidas prácticas como limitar el acceso a la educación o la discriminación por idioma. Uno de ellos contará incluso con ferrocarriles propios. Otro efecto del cambio de régimen.

Queríamos vivir en una Monarquía parlamentaria. Sin embargo, los peones del autócrata como la presidenta Francisca y su vicepresidente con su caciquismo, retuercen e incumplen el reglamento del Congreso, boquean las proposiciones que vienen del Senado y permiten que las sesiones de control sean una representación de la obra «¿A dónde vas? Manzanas traigo?» permitiendo que el gobierno no responda a lo preguntado. Por no hablar del dictador que acude a esas sesiones cuando le viene bien, que lleva más de un año sin pisar el Senado y se sirve del decreto para gobernar. Vamos, que en este nuevo régimen tenemos unos inservibles muebles de lo que fue el parlamentarismo.

Lleva años este gobierno incrementando fuertemente la recaudación mediante su extractiva política fiscal. Los presupuestos generales sirven, entre otras cosas, para controlar el destino y buen uso del dinero requisado a los españoles. Si no tenemos presupuestos desde hace años, pero han ingresado más dinero, ¿Cómo sabemos a dónde ha ido a parar ese incremento de recaudación? Un presupuesto recoge los gastos, pero también los ingresos, si están prorrogados los ingresos debieran ser los del 23. Además, la Constitución obliga a presentar una propuesta de presupuestos al Congreso cada año. Pero claro, el «súper yo» de la Moncloa está por encima de la ley y del Congreso. Oye, al fin y al cabo, los camaradas Maduro y Díaz-Canel no presentan presupuestos a nadie; en este nuestro nuevo régimen tampoco.

Cuenta el profesor Hayek que en la formación de un Estado totalitario ocurre que cuando su promotor mira a su alrededor, a la economía, las empresas y ve «tan enormes agregaciones de poder no puede soportar que este poder quede enteramente bajo el dominio privado». Entonces lo que hace es quedarse con Telefónica, Indra, Aena, medios de comunicación, todas las participadas de la SEPI, controlar los mercados, etc. También es sabedor de que si Ineco y Tragsa hubieran sido privadas no habrían colocado a las ‘Jéssicas’.

No sé por qué motivo este señor tiene que decidir sobre una operación corporativa privada, como lo es la del BBVA y Sabadell, que compete a sus accionistas. Pero es que también le ha colado a un PP que debiera ir al endocrino, en el famoso decreto minibús, la ampliación de la ley anti opas por la que cualquier empresa de otro país que quiera comprar otra española ha de pasar por delante de «su divinidad» para pedirle permiso. Incluso las empresas de la UE, algo contrario a las leyes de la Unión sobre la libertad de empresas.

Hay otros signos preocupantes. Su acercamiento personal a la dictadura china. La ley por la que quiere cerrar medios de comunicación o la que encargue la instrucción de los procesos judiciales a la Fiscalía en lugar de la los jueces de instrucción. Esto será un arma que le permitirá destruir a los opositores. Por último, otro signo es su actitud; actúa con una seguridad inaudita, como si supiera que algo falta por ocurrir que evitará que se le pidan responsabilidades penales. Algo tiene en la cabeza.

El profesor Villa García, experto en crisis y quiebras de las democracias, dice que «estas requieren, más que ningún otro régimen, mucho liderazgo. En otro caso, mueren» Hoy en España hay un único liderazgo, el de S.M. Don Felipe VI que está solo aguantando lo indecible y al que todos debemos apoyar. Por eso, el sátrapa y los suyos no le pueden ver. No me extrañaría que acabaran retándole con algún envite grande que la haga intervenir y aprovechar para desatar un ataque contra la Corona.

Para evitar que se consume el cambio de régimen con nuestra pasividad tenemos que asumir un liderazgo que no tiene que ser sólo de alguna persona, que también, se ha de actuar con un potente liderazgo ideológico, cultural, para dar la batalla de las ideas. Ideas y conceptos fuertes frente al eslogan. Y para eso y contra la dictadura socialista es necesario tomar una postura muy liberal, no de un liberalismo tímido, no; es preciso trasladar a la sociedad la necesidad de subvertir el proceso de cambio de régimen e impedir que el intento se vuelva a producir, mediante una propuesta ultraliberal o incluso libertaria. Además, hay mucho por reformar y mucho Estado por reducir para evitar nuevos riesgos. Tal y como están las cosas, tan sólo con un modelo ultraliberal garantizaremos la libertad y el futuro de nuestros jóvenes y detendremos la destrucción de nuestras clases medias.

Comencemos recuperando el concepto de que el principal objetivo y deber de una democracia es garantizar un bien más elevado que ella misma, la libertad y los derechos individuales de los ciudadanos.

  • José Antonio García-Albi Gil de Biedma es empresario