Editorial-El Correo

Conservadores y socialdemócratas han trabado en mes y medio su acuerdo de gran coalición, que recupera el entendimiento que dirigió Alemania durante doce de los dieciséis años de mandato de Angela Merkel. Pero Friedrich Merz todavía no será formalmente canciller hasta el 7 de mayo y el momento, en casa y fuera, exige urgencia al proceso. Con una previsión de crecimiento para este año que se acaba de rebajar del 0,8% al 0,1%, el nuevo Ejecutivo promete ganar competitividad con la reducción de la burocracia y estímulos fiscales a empresas y trabajadores. El enorme esfuerzo de destinar un billón a infraestructuras y defensa debe relanzar el liderazgo germano al frente de una Unión Europea convulsionada por la guerra en Ucrania y los aranceles salvajes de Trump. También Euskadi espera un vigor renovado del que fue su primer inversor internacional los últimos cinco años. La relevancia que CDU/CSU y SPD conceden a la política migratoria se limita a reproducir promesas de campaña electoral. Las medidas contra la entrada irregular de extranjeros se pliegan a las exigencias de una ultraderecha que quedó segunda el 23-F y ahora encabeza sondeos de intención de voto.