Francisco Rosell-El Debate
  • En un dilema parejo al «Begoñagate» como el «caso Nóos», a Felipe VI no le tembló el pulso para apartar de la familia real a su hermana, Cristina de Borbón, y a su excuñado, Iñaki Urdangarin, al trascender los agios por los que el duque de Palma fue reo 5 años y 10 meses

En la más famosa tragedia shakesperiana, luego de que la codicia empuje a Macbeth a asesinar al rey de Escocia y aseverar que «un poco de agua nos lavará de esta acción» mientras se limpia la sangre de Alba Duncan I, Lady Macbeth colige que mejor le hubiera servido ser lo que derribó que «morar en casa de dudosa alegría». A medida que la corrupción le acecha, Pedro Sánchez comienza a percibir que la Moncloa ya es también para él y su «consuerte» una estancia de «dudosa alegría». Por eso, a la vuelta de su viaje de pleitesía a Xi Jinping, quizá consuele a Begoña Gómez con un ramo de naranjas de la China emulando a Godoy con la reina y supuesta amante, María Luisa de Palma, al capturar la localidad lusitana de Elvas a instancias del invasor Napoleón.

No en vano, cuando Sánchez depositaba este miércoles flores en el mausoleo vietnamita de Ho Chi Minh, uno de los grandes genocidas de la Historia, justo cuando pugna por ganarle la Guerra Civil a Franco en el quincuagésimo aniversario de su óbito, otro racimo, pero en forma de bomba, caía sobre la Moncloa con toda la metralla contenida en el último informe de la Guardia Civil al juez Peinado. Al año de amagar con su espantada tras ser imputada su cónyuge, nuevos mensajes acorralan a Begoña Gómez y a quien fue su edecán en el Ejecutivo y en el PSOE, José Luis Ábalos, clave en su retorno a Ferraz y en su exitosa moción de censura contra Rajoy.

Así, estas comunicaciones apuntan a ambos como facilitadores —eufemismo de comisionistas— del rescate gubernamental de Air Europa en diciembre de 2020 con un crédito de 475 millones a la compañía que patrocinó los negocios por los que está encausada Begoña Gómez. Al revelarse un wasap de 3 de septiembre de 2020 entre el correveidile de Ábalos y aizcolari de Sánchez, Koldo García, y Víctor de Aldama, intermediario de Globalia y Air Europa, en el que éste último le advierte que el consejero delegado de la aerolínea, Javier Hidalgo, está «muy jodido» con la demora y que «acaba de llamar a Begoña [sic]», cualquier primer ministro europeo ya habría presentado su dimisión. Como espetó un diputado laborista británico al magnate James Murdoch, a propósito de las escuchas ilegales del desaparecido dominical News of the World, Sánchez sería «el primer jefe mafioso de la historia que no sabe que está llevando una empresa criminal».

Cuando ya estaba al cabo de la calle que el alto directivo de Air Europa conocía a Begoña Gómez al menos desde septiembre de 2019 al coincidir en la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo en San Petersburgo y citarse en una habitación de hotel, y que Globalia sufragó el África Center que ella dirigía en el Instituto de Empresa, así como que visitó en secreto la sede de Globalia en pleno salvamento de la empresa, estas novedades de la Guardia Civil sobre el «Begoñagate» agravan la situación de los Kirchner de la Moncloa. No es para menos cuando el enriquecimiento ilícito con el COVID pringa al núcleo originario del sanchismo y la mujer del presidente emerge como conseguidora ante el Gobierno que preside su marido. Éste discernirá como aquel consejero del expresidente andaluz Chaves tan solicito con su jefe que «todo buen padre [buen esposo, en su escaso] quiere lo mejor para su familia». Al igual que Chaves y sus 10,1 millones a la sociedad minera apoderada por su hija, Sánchez encabezó el Consejo de Ministros que sacó del brete a los amigos de su pareja infringiendo la ley sobre conflicto de interés.

En un dilema parejo al «Begoñagate» como el «caso Nóos», a Felipe VI no le tembló el pulso para apartar de la familia real a su hermana, Cristina de Borbón, y a su excuñado, Iñaki Urdangarin, al trascender los agios por los que el duque de Palma fue reo 5 años y 10 meses. Escudándose en ser yerno de Juan Carlos I, franqueó el postigo de las administraciones y apaleó sus buenos euros con el instituto Nóos de tapadera. Al cabo del tiempo, Begoña Gómez ha hecho un copia y pega de los gatuperios del duque «enPalmado», como se identificaba el desvergonzado.

Si pretendió huir de la quema marchándose a Vietnam y China, puede haber salido de Guatemala para entrar en Guatepeor, al no estar nada claro el móvil de un viaje marcado por las sombras chinescas de su alineamiento con la dictadura china y por las sospechas sobre los negocios particulares que pudieran anidar en el trasfondo de esta misión. Siguiendo las andanzas de su maestro de esgrima Zapatero, Sánchez puede haber vislumbrado también un seguro plan de futuro como el de su valido en la sombra.

Cuando China quiere pasar a dictar las reglas internacionales acorde con su patrón de gobierno —un Estado de partido único que controla los medios como garganta y lengua del partido y se incrusta en las sociedades de todo el orbe merced a su inmenso mercado—, Sánchez se postra de hinojos ante la superpotencia asiática como nadie en la UE. Se duda si para importar a España los usos de esta autocracia comunista a fin de perpetuarse en el machito o garantizarse su porvenir al cerrarle la candela de Washington, tanto Biden como Trump, quien lo enrola en los Brics (acrónimo de regímenes filocomunistas bajo la férula de Pekín). Al ser defenestrado, buscó empleo en EEUU y, al no cosecharlo, se reenganchó en la lid por la secretaría general del PSOE.

A lo que se ve, postergando los intereses españoles a la dictadura comunista, Sánchez acaricia montarse en el dragón chino con una ciudadanía que, a veces, se hace el cálculo del tendero que, al prohibirse a la empresa estatal Huawei en algunos lares, se encogió de hombros y exclamó: «Y a mí que más me da que me espíe Pekín o Washington». Bajo el volcán de una corrupción que derrama lava incesante, «Míster Brics» Sánchez y «Lady Air Europa» Gómez, como unidad de negocio en lo particular, litigan por sobrevivir en una Moncloa de «dudosa alegría» desde que la Justicia aporrea la puerta como en la Casa Rosada con los Kirchner.