- Creo que la última vez que hubo una alusión tan clara contra alguien en la Cámara fue en julio de 1936 cuando la Pasionaria respondió a una intervención de José Calvo-Sotelo diciéndole que «esta Cámara le ha escuchado a usted por última vez». Y así fue
Ayer se vivió en las Cortes una manifestación más de que la degradación de nuestra democracia es cada día más evidente. El PSOE utiliza arbitrariamente todas las instituciones. Es un hecho bochornoso. Y una de esas instituciones es la Mesa del Congreso de los Diputados. La principal misión de la Mesa es garantizar la libertad de debate conforme a un reglamento. Pero es evidente que el sanchismo no cree que esa sea la función de la Mesa donde se hace todo lo posible por cercenar los derechos de los partidos de la oposición.
Ayer se dio un caso de abuso apabullante. Existe un tipo que responde al nombre de Artemi Rallo y que es el portavoz del PSOE en la Comisión Constitucional. Éste ha hablado de «un nuevo fascismo que tiene su versión española en 33 escaños de este hemiciclo. Una extrema derecha nostálgica del franquismo, desacomplejada, como lo ha demostrado la intervención de la señora diputada de Vox, ofensiva, hiriente, insensible, inhumana, envilecida, negacionista y revanchista. Una extrema derecha que ha vuelto del agujero negro de la ignominia y la infamia donde les había colocado la historia».
Supongo que a nadie puede sorprender que tras semejante vaciada el secretario general del grupo de Vox, José María Figaredo, pidiera la palabra por alusiones. Pues nada, la presidente de la Cámara se pasó por el arco del triunfo el artículo 71.1 del reglamento de la Cámara Baja: «Cuando, a juicio de la Presidencia, en el desarrollo de los debates se hicieren alusiones, que impliquen juicio de valor o inexactitudes, sobre la persona o la conducta de un diputado, podrá concederse al aludido el uso de la palabra por tiempo no superior a tres minutos, para que, sin entrar en el fondo del asunto en debate, conteste estrictamente a las alusiones realizadas. Si el diputado excediere estos límites, el presidente le retirará inmediatamente la palabra».
Creo que la última vez que hubo una alusión tan clara contra alguien en la Cámara fue en julio de 1936 cuando la Pasionaria respondió a una intervención de José Calvo-Sotelo diciéndole que «esta cámara le ha escuchado a usted por última vez». Y así fue.
Ayer, en los pasillos del Congreso, Figaredo y Pepa Millán, la portavoz de Vox, se enfrentaron al vicepresidente primero del Congreso de los Diputados, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, por negárseles la palabra. Y Rodríguez se justificó aduciendo que la alusión no era suficientemente clara. O sea, Artemi Rallo habla de una diputada de Vox y de un grupo con 33 diputados —el único de la Cámara— ¿y la alusión es dudosa? Como bien dijeron Figaredo y Millán, les toman por tontos.
Que la degradación de nuestra democracia se ponga de manifiesto cada día en el Congreso de los Diputados es otro signo gravísimo de a dónde vamos. La deriva hacia la autocracia que denuncia Núñez Feijóo es incuestionable.