Kepa Aulestia-El Correo

La tarde de ayer y la mañana de hoy parecen ser suficientes para que Podemos recupere su identidad con la celebración de la quinta asamblea ciudadana. Hacerse con ‘todo el espacio morado’ durante el cónclave les resultará sencillo a Ione Belarra e Irene Montero, cuando en los días previos han convertido a Sumar en poco más que una corriente interna del PSOE. No sólo se han quitado del Gobierno que tampoco les dio entrada en 2023. Se han quitado también de la mayoría a la que Pedro Sánchez recurre ya únicamente cada vez que considera oportuno denunciar la entente «entre la derecha y la extrema derecha». Como en el caso de los menores no acompañados que esperan en Canarias y Ceuta. Podemos 2025 ha llegado a señalar la connivencia socialdemócrata con el fascismo, y la antipolítica a la que considera entregada a Yolanda Díaz. Mientras Montero recurre a la súbita melancolía de deplorar que los amigos de sus hijos no vayan a conocer una huelga general. Es de suponer que contra este «régimen de guerra».

La inquina personal tiende a dar sentido a las diferencias políticas cuando éstas se deslizan hacia la descalificación mutua. Pero, en este caso, las protagonistas del choque comparten una verdad. Ni Sumar ni Podemos tienen nada que hacer, por mucho que la primera se vindique plurinacional y la segunda se diga transformadora. No lo son, y ni siquiera lo pretenden. Las de Podemos llevan razón cuando reprochan a las ministras y ministros de Sumar haberse guarecido en el Ejecutivo Sánchez para eludir su particular desierto. Como llevan razón las de Sumar al percatarse de que la designación de Irene Montero como candidata a la Presidencia del Gobierno se ha adelantado a su segura exclusión de unas eventuales listas conjuntas, impidiendo irónicamente el entendimiento a la izquierda de los socialistas de cara a 2027. A estas alturas, resulta conmovedor que se hable de Izquierda Unida para impedir un roto ineludible. Aunque lo es más que fuentes del PSOE se refieran a la enésima trifulca cainita con temor a que la concurrencia electoral de Podemos y Sumar por separado impida otro mandato para Sánchez.

El problema no se encuentra en las escaramuzas entre unas y otras, sino en la inexistencia misma del «espacio» que ambas partes siguen dando por descontado. Tanto que en la próxima cita electoral al PSOE no le resultará necesariamente rentable apadrinar a Sumar con la esperanza de que la aritmética acabe salvando el bloque de investidura por un escaño o dos. Los socialistas no tendrán más remedio que emplearse a fondo para recabar todo el voto posible del centro a la izquierda. No sólo apelando a la utilidad de su opción, sino confrontándose abiertamente con Sumar y con Podemos, a su vez enfrentadas entre sí. Es lo que esta mañana se adivinará en la quinta asamblea morada.