- No hay ninguna razón para que un gobierno mundial beneficie a la gente o asegure su libertad y prosperidad en mayor medida que muchos Estados nación soberanos
Hay quien confunde globalismo con globalización. Si no es su caso, salte al tercer párrafo. El globalismo es la práctica, doctrina o tendencia que persigue un gobierno mundial. La globalización es el proceso de conversión del mundo en un único escenario económico. El globalismo conlleva ingeniería social y avanza por imposiciones ilegítimas, toda vez que los ámbitos donde se decretan medidas con intención de obligar a todo el planeta dependen de agentes no electos. La ONU y sus agencias encarnan el globalismo sin máscaras, en tanto que una serie de magnates lo impulsan desde una «filantropía» tan mentirosa que observa a la humanidad como un hormiguero experimental. Así George Soros o Bill Gates, financiadores de agencias públicas, de oenegés y de campañas que ignoran por completo la voluntad y planes de los Estados concernidos.
La (última) globalización es obra de millares o millones de empresas e individuos de todo el orbe que, aprovechando la revolución de las telecomunicaciones de los años noventa, con la popularización de internet y los teléfonos móviles, propiciaron la desintermediación, la movilidad, las alianzas estratégicas, el fin de la distancia y la posibilidad se consagrase a los eslabones intangibles de las cadenas de valor (los más interesantes), trasladando los fabriles allá donde los factores de producción fueran más baratos y accesibles. De ahí las deslocalizaciones, la reducción de costes y la subsiguiente competencia basada en los bajos precios.
El globalismo era y será una mala idea. No hay ninguna razón para que un gobierno mundial beneficie a la gente o asegure su libertad y prosperidad en mayor medida que muchos Estados nación soberanos. La opacidad de la OMS o los lazos de UNRWA con el terrorismo son evidencias de que la ONU no tiende hacia funcionamientos más democráticos, sino menos. El multilateralismo sí es conveniente… salvo que presente vis expansiva y formule su misión en términos como «la humanidad». No es que el diseño de la ONU haya quedado obsoleto, o que el veto de un miembro permanente del Consejo de Seguridad ya no sirva de nada. En realidad, el mundialismo es siempre una utopía, ergo solo se puede materializar, de manera fatal, como una pesadilla totalitaria.
La globalización ha estado llena de bondades. Ha coadyuvado al desarrollo de países que parecían condenados a la miseria. Ha hecho posible que naciones como la India se saltaran la revolución industrial, pasando directamente de la agrícola a la digital. Ha acabado con oligopolios como el de los periódicos. Está usted ante un ejemplo de ello. Por desgracia, la pandemia nos mostró la cara indeseable de tan fértil fenómeno: desentenderse de la cadena de suministros puede ser mortal. Más aún si dependes de China, gigantesco Estado totalitario. Por otro lado, muchas víctimas de las deslocalizaciones, obreros occidentales, no han sabido o podido saltar a los eslabones intangibles de la cadena de valor. Están frustrados y son más pobres. En EE.UU. son legión y votan a Trump. Ello explica su volantazo histórico, completamente lógico. Y democrático.