- Un descendiente de militar vizcaíno (o sea, español) como Mario Vargas Llosa cargó contra el nacionalismo vasco por despotricar contra los españoles.
Con motivo de su fallecimiento este lunes, no tengo por menos que rendir homenaje a la figura de Mario Vargas Llosa, por ser un autor literario en lengua española, y español además de peruano, reconocido a nivel mundial, que tuvo el coraje de enfrentarse públicamente al nacionalismo en general. Y al nacionalismo vasco en particular.
Lo hizo en el mes de enero de 1997. Él asistía entonces al congreso Los desafíos del III milenio, celebrado en Valencia. Concretamente, intervenía en el coloquio titulado «Nacionalismo, guerra y paz», y allí soltó la bomba que luego explicó ante los periodistas en una rueda de prensa organizada tras el acto.
Su intención, según dijo, al comparar a Sabino Arana con el ideólogo del nazismo alemán Alfred Rosenberg, fue resaltar que ambos emplearon el tema de la raza como base de su ideología, lo cual es una «fuente atroz de discriminación y de violencia».
Admitió que la comparación podría resultar «exagerada», pero se reafirmó en que ambos autores coincidieron en situar el «elemento racial» como «signo definitorio» de sus respectivas ideologías.
Aquellas declaraciones salieron en la prensa vasca del domingo 26 de enero. Y quiso la casualidad, supongo que no buscada para nada por Vargas Llosa, que justo aquel día el PNV, a través de su Fundación Sabino Arana, concediera los premios anuales en honor de su fundador.
Si la intención de cualquier premio suele consistir, como se admite mayoritariamente, en premiar más al que da el premio que al que lo recibe, en este caso ese principio se cumple a la perfección. Puesto que todo consiste, desde que se vienen entregando (la primera edición es de 1988) en blanquear al fundador del nacionalismo vasco, cuyos escritos nunca dejarán de ser lo que son en realidad: una loa a las cualidades de la raza vasca por encima de lo que en ellos se llama raza española o maketa.
Es decir, un auténtico desatino desde un punto de vista histórico, cultural y político. Imposible de contextualizar, porque en el mismo tiempo y lugar histórico se sitúa la obra del primer Unamuno. El Unamuno fuerista y romántico, que no tiene absolutamente nada que ver, sino que representa más bien todo lo contrario de Sabino Arana, como quedó certificado en el discurso del ya rector de la Universidad de Salamanca en los Juegos Florales de Bilbao de 1901.
El caso es que todos los premiados, y los que entregarían los premios ese día, se desayunaron con las declaraciones de Vargas Llosa en la prensa de aquel domingo.
Dada la entidad del personaje, el nacionalismo se empleó a fondo en rebatirlas. Empezando por su presidente de entonces Xabier Arzalluz, que emitió unos cuantos exabruptos típicos, marca de la casa, como el de aconsejar a Vargas Llosa «hablar de lo que sabe y no de lo que desconoce». Y que «no sabe ni quién es Sabino Arana y está poco menos que fugado de Perú, que es donde debería trabajar».
Es de notar que no le dijo que leyera las obras de Sabino Arana, porque se sabe que son una especie de catecismo del racismo previo al nazismo. Pero hay que recordar que para entonces Vargas Llosa ya era ciudadano español, además de peruano, así como miembro de la Real Academia Española de la Lengua y Premio Miguel de Cervantes.
Y el presidente de entonces de la Fundación Sabino Arana, Anton Aurre, escribió incluso un artículo en prensa titulado «El Arana de Vargas Llosa, un personaje de ficción», en el que aducía una serie de razones para justificar el no racismo de Arana.
«Tras las críticas de Vargas Llosa a Sabino Arana, Xabier Arzalluz le respondió con un exabrupto, aconsejándole ‘no hablar de lo que desconoce'»
La primera, que el fundador del nacionalismo «sufriera prisión por expresar públicamente su alegría por la independencia de la multirracial Cuba de la dominación colonial española».
Pero Sabino Arana estuvo en la cárcel por enviar un telegrama felicitando al presidente de los Estados Unidos, no a Cuba, ya que por Cuba sentía Arana el mismo aprecio que por Badajoz, pongamos por caso. O sea, ninguno, dado que él sabía que la isla estaba gobernada por sus élites criollas procedentes de España. De hecho, esto dijo Arana sobre la independencia de Cuba:
«Sólo podemos mirar al separatismo de Cuba como cuestión extranjera que, en sí misma considerada, en nada influye en el de nuestra Patria y que nos tiene muy sin cuidado realícese algún día o nunca pase de proyecto».
También dijo Aurre en aquella ocasión que el racismo era consustancial a la civilización europea de entonces, a la que no le preocupaba en absoluto esclavizar a los indígenas de los países que conquistaba, con la pretensión de civilizarlos, aduciendo para ello las palabras de Arana en contra de la conquista española de América.
Cuando de todos es sabido que aquella conquista y evangelización de América fue llevada a cabo muy principalmente por gentes como Arana y Aurre. Es decir, vascos españoles.
Pero es que el nacionalismo vasco lo único que pretende es ocultar el verdadero núcleo de su ideología, que no es otro que el de ir contra España y los españoles. Lo suyo es un racismo antiespañol. De modo que se permitía felicitar a Estados Unidos o a Gran Bretaña, potencias colonizadoras y esclavizadoras, porque hacían morder el polvo a España.
Todo giraba en función de su ojeriza contra España. Lo demás era completamente secundario o accesorio.
«Perú está plagado de apellidos eusquéricos. Señal evidente de que los vascos fueron un elemento principalísimo de la obra española en América»
Otro de los tópicos para justificar el no racismo del nacionalismo vasco es aducir su lucha por los derechos humanos y su europeísmo democrático. Lo cual habría que matizar bastante, en dos sentidos.
Primero, parece que nos olvidamos de que el nacionalismo vasco está en la base de la aparición de ETA, que surge de una parte del frente de juventudes del PNV, por sus siglas EGI.
Y segundo, el europeísmo nacionalista hay que entenderlo como una propuesta de este partido según la cual Europa se debe constituir por sus regiones, más que por sus Estados. De modo que las primeras deberían alcanzar tanta soberanía, al menos, como los últimos.
Es decir, para el PNV Europa no supondría perder soberanía, como ocurre con los Estados, sino, en todo caso, ganarla. Curioso europeísmo el suyo.
Y ya que hablamos de la relación de Vargas Llosa con una parte de lo vasco, como es la nacionalista, aprovecho para comentar que queda por estudiar la frecuente aparición de apellidos eusquéricos en la obra de Vargas Llosa.
Recordemos el quizás más famoso de todos ellos, el del «Zabalita» de Conversación en la Catedral. Y es que el Perú está plagado de apellidos eusquéricos. Señal evidente de que, como decíamos antes, los vascos fueron un elemento principalísimo de la obra española en América.
El propio Vargas Llosa tiene su antepasado materno (su madre se llamaba Dora Llosa Ureta) en un maestre de campo vizcaíno llamado Juan de la Llosa y Llaguno, asentado en Arequipa (Perú) a principios del siglo XVIII. Recordemos que el maestre de campo es un mando militar intermedio de la estructura de los tercios, típica de la infantería española de toda la época moderna.
Así que un descendiente de militar vizcaíno, o sea español, como Mario Vargas Llosa, le diga al nacionalismo vasco que hace muy mal en despotricar contra los españoles no es cosa como para echar en saco roto, ¡vive Dios!
*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.