José Alejandro Vara-Vozpópuli
Ni uno solo de los políticos con responsabilidades durante la dana puede seguir en su puesto
Resucitar al incompetente de Mazón se antojaba misión imposible. Pilar Bernabé, la favorita de Sánchez en la Comunidad Valenciana, lo ha logrado. En siete horas de declaración ante la juez de la Dana ha redondeado la proeza. Ha dado marcha atrás de sus declaraciones anteriores, cinco meses de traca-traca, y se le ha escapado el reconocimiento de la incómoda verdad. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), dependiente del Ministerio de Transición Ecológica (a cargo por entonces la Teresa Ribera, ahora en Bruselas) no avisó del desbordamiento del Barranco del Poyo en la tarde de la tragedia, no alertó sobre lo que estaba pasando en ese caudal cuando ya bajaba pleno y aún se podía reaccionar. No cumplió con su cometido de control y reacción. No evitó, cuando se pudo, el desastre.
El argumentario con el que Sánchez y su troupe ha venido bombardeando a esa tremenda nulidad llamada Carlos Mazón en estos largos meses de polémica y rencores, de heridas abiertas y espíritus desgarrados, se cae por su propio peso. Donde decían que se avisó al Centro de Coordinación Objetivo Integrado (Cecopi) pero no se pudo decretar la alerta porque el presidente estaba de parranda en “El Ventorro”, un local de comidas y dormidas, se descubre ahora no tan cierto. El centro de operaciones no se enteró sobreel brutal desbordamiento hasta las 19,05 y no fue la CHJ sino la alcaldesa de Paiporta quien dio cuenta de las dimensiones del horror.
Miguel Polo se llama el tipo que ocupa la presidencia de esa instancia responsable de controlar los vaivenes del Júcar. Es decir, el encargado de seguir el pulso de las aguas, su caudal, sus latidos, su discurrir, en suma, el ente que monitoriza el río y su entorno. Estaba el en persona en el Cecopi durante la tarde fatídica y no se extrañó de los datos que llegaban.
Así fue la comunicación de incidencias:
-18,43.Caudal del Poyo: 1.687 m3/seg. “Para su conocimiento, la crecida está siendo muy rápida”
No hubo más. Casi un parte administrativo, un poquito más allá de lo rutinario pero que no urgía a una movilización de emergencia.
Para entonces Mazón ya había perdido su crédito, tanto dentro como fuera de su partido, y se le había puesto el capirote de los ejecutables. Cada fin de semana, miles de manifestantes coreaban su nombre por las calles de Valencia, seguido de la palabra ‘asesino’ y otros improperios
Representantes del CHJ estaban en esa reunión de la Cecopi y nada advirtieron tampoco. Siguieron como si tal. Este Polo se mantuvo cuatro meses callado después de la tragedia. Huía de los medios, de ofrecer comparecencias, de dar explicaciones como si la cosa no fuera con él. Como si se tratara de un mero figurante sin texto. Como un pasmarote huidizo con cara de hipócrita, de Pilatos cobardón. Cuando finalmente abrió la boca, en un canutazo breve, apenas balbuceó un falsario “no me siento responsable de lo ocurrido”. Para entonces Mazón ya había perdido su crédito, tanto dentro como fuera de su partido, y se le había puesto el capirote de los ejecutables. Cada fin de semana, miles de manifestantes coreaban su nombre por las calles de Valencia, seguido de la palabra ‘asesino’ y otros improperios. Pese a su empeño en reproducir la ‘operación resiliencia’ de Pedro Sánchez, no lograba avanzar en el camino de su salvación. Feijóo no podía sacárselo de encima. Pensaba que no era el momento de convocar unas elecciones que perderían, ni Vox iba a colaborar en ese empeño. Tocaba aguantar, se dijeron en Génova. Que ponga en marcha ‘la reconstrucción’ y luego ya veremos.
Hasta que Pilar Bernabé, la delegada de Sánchez en Valencia, arrojó luz sobre el rincón más oscuro de la jornada ante la juez Nuria Ruiz. La CHJ no avisó, el río bajaba enfurecido y en la Cecopi sólo tenían ojos para la presa de Forata que amenaza ruina. Era la misma versión que había esgrimido ante el tribunal, un día antes, la exconsellera Salomé Pradas, a quien le cortaron la cabeza, en contra de lo que su propio nombre indica. Pradas, que llevaba apenas tres meses en el cargo, ha sido el pato de la boda, el chivo expiatorio de la catástrofe, una absoluta inexperta que quedó bloqueada desde el minuto uno. Mazón la sacrificó para salvarse. No las tenía todas consigo hasta que este lunes la marisabidilla Bernabé, una aguerrida socialista, hermana de otro socialista que también ocupó ese cargo de delegado del Gobierno, se confesó en el juzgado y se explayó en el argumento menos reconocido, el del Poyo de Polo. Ella era la máxima autoridad de la representación del Gobierno central en la zona. Y no dio una. A ciegas, como confesó ella misma, sin capacidad de coordinación, sin pulso para dirigir la coordinación de las fuerzas y cuerpos, de la Aemet, del propio CHJ. Un absoluto desastre.
Por una curiosa coincidencia, este martes, es decir, unas horas después de declamar en los juzgados, Bernabé lanzaba su candidatura a secretaria general del PSOE de la ciudad de Valencia con el cometido de desplazar a María José Catalá, la actual alcaldesa del PP. Mal momento para pensar en elecciones. Mal día para asomar la cabeza. Su imagen de política firme y eficaz estaba hecha añicos. Su futuro es ahora negro como la conciencia de su jefe, el tremendo narciso del progreso.
Los propios se carcajean cuando aparece en el Consejo de Ministros pontificando sobre asuntos que apenas conoce y sentenciando sobre cuestiones de las que nunca supo. Le salpican escándalos como el del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)
Es la maldición del socialismo levantino desde que se sacudió de mala manera a Camps, ‘no culpable’, y a Rita Barberá, víctima inocente. Sánchez pretende a toda costa arrebatarle al PP la Comunidad Valenciana, tradicional bastión de la derecha. Pero ha errado en la estrategia. Puso al frente del PSOE de la zona a Diana Morant, la trekkie del flequillo desparejo, la ministra de Universidades que no consigue un solo acierto sni aún cuando se equivoca. Los propios se carcajean cuando aparece en el Consejo de Ministros pontificando sobre asuntos que apenas conoce y sentenciando sobre cuestiones de las que nunca supo. Le salpican escándalos como el del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), donde disponía de fondos para viajes inauditos, compras de obras de arte, contratos sospechosos y demás antojos mientras los científicos del centro, calladitos eso sí, se quejaban a hurtadillas de la falta de medios para la investigación sobre el cáncer. Allí, su presidenta, una María Blasco, disfrutó años malgastando presupuesto (más de cuatro millones) y viviendo como una reina. Al final se la cesó, también con silenciador.
Se enroló luego en la campaña contra las universidades privadas, en las que consiguieron sus títulos gentes como Sánchez, Albares, Hereu, y algún otro miembro del Gabinete. Morant estudió en la Politécnica pública pero se demoró nueve años en conseguir el título.
Un ticket perdedor
Ese tándem Morant-Bernabé nace tocado. Casi muerto. Pensaba Sánchez que, luego de retacear el envío de ayudas en los primeros días de la riada, cuando todo era horror y suplicio, para que el PP feneciera por asfixia (“si necesitan algo, que lo pidan”), lo de reconquistar la región sería un paseo militar. Grave error. El ticket de damas le ha salido rana. Morant, que acaba de perder el pulso en las primarias para la provincia de Valencia, lejos de levantar cabeza, se hunde sin remedio. Bernabé, pobre, no ha estrenado aún su cargo con el que aspira a gobernar en la capital valenciana y ya se ha machacado ella solita con su testifical en el juzgado. Para mas Inri, ha tenido que rectificar su, un dechado de falsedades. Marca de la casa (sanchista)
Mazón, inconcebiblemente, sigue vivo y hasta remonta en algunos sondeos. Faltan dos años para las elecciones, pero, como ‘el galgo de Paiporta’ no cambie de cartel, difícilmente le será posible poner un pie en aquella zona del espanto, donde sólo el Rey es bien recibido. Sánchez viajará de nuevo a Pekín pero a Valencia no podrá volver.
Más de doscientos muertos reclaman la verdad y exigen justicia. Ni uno solo de los políticos que tomaron decisiones y que tuvieron responsabilidades durante la tragedia debería seguir en su puesto. Ni uno. Que se vayan ya.