- Afortunadamente todavía quedan americanos como el rector de la Universidad de Harvard que no están dispuestos a doblar la cerviz ante las amenazas de la Administración Trump.
Parece que el rector de Harvard está dispuesto a renunciar a 2.200 millones de dólares que recibe de los fondos federales estadounidenses a cambio de conservar su independencia.
La libertad tiene un precio, y estamos en tiempos de valorarla. Los ucranianos con su vida, y los norteamericanos con su dinero.
Algunos todavía creen que Donald Trump sólo exagera para conseguir recuperar la estabilidad financiera y liberar a su país de la escoria que se queda adherida al hierro forjado a golpes por los americanos trabajadores, los del cuello rojo, la Ford F-150 (recuerden, «the car that built America«) y los hijos de la Gran Depresión.
Piensan con la fe del carbonero que, detrás de «todo esto», hay una jugada maestra. Han oído hablar de El arte de la negociación, que es como el Mein Kampf, de Hitler, la confesión atribulada del megalómano en la sombra, cuando escribía fuera de los focos. Piensan que «todo esto» no es más que una estrategia de negociación, «ya lo verás».
O sea, que la estrategia de negociación que hay detrás de la jugada maestra consiste en soportar «todo esto» a cambio de lo que «ya verás». Me suena a viejo. Un razonamiento muy soviético. La obligación de soportar un gran dolor presente a cambio de una infinita alegría futura.
Lean El fin del homo sovieticus, de Svetlana Alexievich. Es mucho mejor que El arte de la negociación. Ahí encontrarán dónde quedaron enterrados los sueños y las promesas de los hijos de la Revolución. Entenderán que, en política, ninguna promesa futura justifica un daño presente a las libertades.
¿Qué es lo que hace que algunos crean en la jugada maestra como creen en el horóscopo? No sé qué cara se les quedaría cuando descubriesen que la felicidad prometida a los protegidos por el signo de Tauro la ha escrito el becario de Deportes.
Imagino que les dará igual. La ilusión de una promesa taumatúrgica es más poderosa que el presente, con su cruda e insoportable normalidad.
El odio al presente explica demasiadas cosas en nuestros días. Está creando el hábito peligroso de juzgar las cosas por lo que imaginamos que serán, y no por lo que son.
Lo que es, lo que está pasando en EEUU, no es opinable. Está delante de las narices para quien quiera verlo.
Se está utilizando el poder presidencial para amenazar a despachos de abogados, Universidades y periódicos.
La paz prometida en Ucrania y Gaza no ha llegado, el conflicto se ha recrudecido y el sufrimiento de las víctimas se ha multiplicado.
A los europeos se nos presenta como enemigos.
China ahora es más fuerte, Putin es un aliado para el nuevo orden mundial, y Bukele parece un tipo simpático.
Los ahorradores norteamericanos pierden su dinero, la industria americana se resiente y no veo las fábricas de Detroit cosiendo pantalones vaqueros en los próximos años.
Sólo he visto un resultado positivo de todo esto, y es la pelea de patio de colegio entre Trump y Musk.
¿Y «todo esto», a cambio de qué?
Afortunadamente, todavía quedan americanos como el rector de la Universidad de Harvard que no están dispuestos a doblar la cerviz. Que no se creen los horóscopos federales y no están dispuestos a sacrificar sus libertades presentes por los bienes futuros.
El rector ha visto a colegas amenazados por el Gobierno. Habrá recibido llamadas coactivas y le habrán pedido listas de alumnos, profesores, proyectos de investigación y programas de estudios para ser revisados por una comisión federal. No lo supongo, lo sé. Ha sido así, y lo están haciendo con muchas otras Universidades.
De la ideología «woke» podrían estar hartos, pero la caza de brujas iniciada por la Administración del presidente Trump ha excedido con mucho los límites democráticos. El macartismo rima con el trumpismo, y ninguna jugada maestra justifica esta persecución.
Ironías de la historia. No me esperaba que los muy tecnócratas, relativistas, wokistas y progres de la Universidad de Harvard fuesen los que asestasen el primer golpe y, por tanto, el más valiente y letal, contra la barbarie desatada por Trump.