Iñaki Ezkerra-El Correo
- Si alguien está fuera de lugar no es el juez Peinado, sino el Gobierno en pleno
El juez Peinado pidió una tarima para interrogar a Bolaños en La Moncloa y hay quien ve esa petición entre cómica y delirante. La verdad es que lo que resulta delirante y cómico es que Bolaños se niegue a declarar en un juzgado y obligue al juez Peinado a interrogarle en un palacio, como si reclamara un tratamiento de monarca en un régimen teocrático. ¿Para qué impone Bolaños esa condición si no es para buscar un decorado que le dé la ventaja escenográfica que no le puede dar su categoría moral y hacer valer su caduco poder político ante el poder judicial, que es un perenne pilar del Estado de Derecho? ¿De qué se sorprenden quienes se han empleado a fondo, desde el primer día, en escenificar hasta la ridiculez más extemporánea su aterrizaje forzado en las instituciones empezando por un presidente del Gobierno que da constantemente que hablar por no saber ocupar su sitio en las recepciones oficiales y por usurpar protocolariamente el lugar que corresponde al jefe del Estado?
La verdadera tarima en el interrogatorio a Bolaños no fue la de modesta madera que solicitó el juez Peinado sino la palaciega de ladrillo y cemento a la que se subió de manera previa su Sanchidad, el rimbombante ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, para testificar en una instrucción judicial que afecta a quien ha estado ejerciendo de primera dama del Estado sin serlo. ¿Qué tarima mayor hay que la propia Moncloa? Si aquí hay alguien que está fuera de lugar no es el juez Peinado, sino un Gobierno en pleno que se atribuye poderes anticonstitucionales a la hora de dictar leyes de amnistías y reformas autocráticas del Código Penal sobre sediciones y malversaciones que van contra el mero sentido común, así como un presidente enfermo de solemnidad que se mantiene en su sillón institucional o en el asiento aéreo de un Falcon como si fuera el trono de un pantocrátor celestial.
«No puede ser que yo esté más bajo que el testigo», dijo el juez Peinado y se quedó corto en su observación. Se quedó muy corto porque donde lo han situado el sanchismo y sus socios no es a ras de suelo sino en ese hoyo donde pretenden enterrar a toda la judicatura de este país a base de ataques orquestados, calculados y directos desde la máquina de propaganda gubernamental. Al juez Peinado y a todo el estamento judicial debemos proporcionarles la tarima que les ha hurtado el sanchismo. Hacen bromitas de esa tarima los que no tienen el menor sentido del Derecho, los que se burlan de la autoridad magistrada y van de ácratas por la vida, pero luego se erigen en jueces ellos mismos sobre las tarimas de los platós televisivos o los podios anónimos de las redes sociales donde firman como El Demonio de Tasmania o El Guerrero del Antifaz.