Jaime Mayor Oreja-ABC

  • Necesitamos un rearme moral en toda regla, como españoles, como europeos, como occidentales y como miembros de la familia hispanoamericana

No vivimos un momento cualquiera de nuestra historia. Padecemos la fase de agravamiento de un proyecto de destrucción y ruptura con la democracia española, con la nación, con el ser histórico de España y con el espíritu constitucional de la reconciliación y la reforma.

Sánchez mal gobierna con un ‘frente popular’ articulado sobre la mentira desde que, en 2018, alcanzó el poder con una burda moción de censura. Ese ‘frente popular’ es la asociación de dos deslealtades que aceleran la ruptura y han situado a España en el abismo. La primera deslealtad es histórica, recurrente, permanente, de los partidos que configuran el movimiento de vasco y catalán, un único movimiento cuyo objetivo siempre ha sido la destrucción de la nación.

La otra deslealtad es sobrevenida: la de la izquierda española, a partir del momento en el que el Partido Popular obtiene una mayoría absoluta en el año 2000; una realidad política que la izquierda no supo aceptar.

Con el 11-M de 2004 se rompe la historia de España. La izquierda española decide que ETA tiene que ser un aliado real, no solo potencial, en el conjunto del país, de manera que ETA se transforma en el principal aliado de Rodríguez Zapatero primero y de Pedro Sánchez después. Ese aliado, que nunca falla, es el capitán general de la ruptura, que es el proyecto que ha prevalecido y reemplazado a la reforma. Vivimos la lógica de la ruptura, que no tiene límites. Por su propia naturaleza, el frente necesita romper, fracturar, escandalizar, sorprender a todos los que no están en su proyecto.

La ruptura no gobierna: mal gobierna, desgobierna; pero retiene el poder; no puede perderlo, y agrava todos los problemas tanto en el ámbito interior como en el exterior.

En la fecha de hoy, y me refiero a la segunda razón del agravamiento, los acontecimientos internacionales enmascaran, esconden la dimensión y gravedad de la ruptura de nuestra nación y nuestra democracia.

Este proceso de ruptura, descrito en el documento que acabamos de presentar desde NEOS, siempre ha sido opaco, siempre se ha escondido, casi nunca ha sido denunciado en su gravedad, desde el momento en el que Rodríguez Zapatero y ETA pactaron la ruptura. El mal llamado «proceso de paz» no fue más que una oscura negociación al amparo de la Fundación Henry Dunant y al margen de cualquier procedimiento mínimamente democrático. El relato, la media verdad –que es la peor de las mentiras– llevó a muchos equivocadamente a decir que habíamos derrotado a ETA.

Ahora, el principal instrumento de Sánchez para enmascarar y ocultar el proyecto totalitario y la destrucción de la democracia española es el desorden internacional. España hacia la ruptura, la Unión Europea hacia la nada, y el mundo occidental en la dirección del creciente desorden.

Tres fenómenos simultáneos que no deben ocultar que nuestra prioridad, nuestra primera obligación, es resolver nuestra ruptura interior, la de nuestra nación, porque esencialmente depende de nosotros. Haciendo un ejercicio de ‘política ficción’ del pasado, los españoles tenían la prioridad de haber evitado la Guerra Civil, más que la guerra mundial, porque la primera dependía fundamentalmente de nosotros.

Por ello constituye otro gravísimo error que este enmascaramiento de la política internacional nos haga olvidar la destrucción del Estado de derecho, el intento de socavar el poder judicial y la sustitución de la soberanía nacional y la democracia por la hoja de ruta del ‘frente popular’ que, como antes decía, es simplemente la asociación de dos deslealtades con España.

Las recientes declaraciones a ‘La Vanguardia’ de Rodríguez Zapatero, explicando la hoja de ruta para la consideración de Cataluña como una nación, confirman que no estamos ante hechos aislados, sino ante un proceso continuado, con lo que no podemos volver a cometer errores de diagnóstico.

No se puede minimizar el peligro de desguace real de la nación. No se puede reducir el problema a la ambición de poder de una persona, en este caso, Sánchez. No se puede pensar que el problema son las tensiones de un aparente gobierno de coalición. Lo que tenemos ante nosotros es el proyecto de un frente que necesita perpetuarse en el poder.

La realidad es que ese ‘frente popular’ puede llevarnos a una crisis nacional similar a la del siglo XIX y a la desmoralización del 98. Un nuevo desastre como aquel está a la vista. España no está muerta, pero agoniza con la prolongación de este proceso.

Hoy solo se habla de rearme material, armamentístico; de una nueva cultura de seguridad y defensa. Por supuesto que lo necesitamos, pero casi nadie habla de la necesidad de un rearme moral, de un proyecto de rectificación y reversión de todo ese proceso letal.

La destrucción de la integridad territorial de la nación se simultánea con una serie de líneas de ingeniería social que afectan a las personas. Ya no tenemos gobernantes, ni ministros. Tenemos reinventores sociales, aprendices de ingenieros sociales que siguen como papagayos un guion escrito desde Moncloa, que repiten obsesivamente, sea cual sea el departamento que ocupen.

Padecemos una ingeniería de la historia; una reinvención nacional, de España como nación de naciones; una ingeniería de la muerte, desnaturalizando el significado de la vida; una ingeniería de la familia, a través del relato de la diversidad familiar, para reemplazar obsesivamente la familia tradicional; una reinvención del género.

Hay una España mejor. Necesitamos reconocernos en España. Debemos releer a Julián Marías, el mejor diagnosticador de España desde la transición. España, además de su indudable europeidad, es una de las pocas naciones que puede ofrecer, frente al globalismo, la Hispanidad.

Para poder reaccionar necesitamos un rearme moral en toda regla, como españoles, como europeos, como occidentales y como miembros de la familia hispanoamericana. Pero la prioridad, lo primero, es derrotar y desalojar del gobierno el proyecto totalitario de ruptura.

El ‘frente popular’ va a ser capaz de hacer lo que no está en los escritos para no perder el poder. Va a tratar de morir matando. Sabemos bien que no buscan el fortalecimiento de la democracia o de España sino su sacrificio y destrucción.