José Alejandro Vara-Vozpópuli
- Sánchez aprovecha el luto por el Papa y cuela a hurtadillas el incremento del gasto militar, sin Presupuestos y sin pasar por el Congreso
Y ahora se nos va el Papa. Tan campante que se le veía el domingo, con su urbi et orbi vibrante y, de madrugada, tras la visita de ese Vance, dejó de existir. Dios y el diablo en ayuda de Sánchez. Nuevo volantazo en la agenda informativa. Lo que se anunciaba como ‘la semana del dolor’ para el Gobierno se convierte en el mes del Vaticano. Todas las cámaras apuntan a Roma.
Echen cuentas. Nueve días de duelo, quince de luto, funeral con todos los prebostes planetarios el sábado y nos vamos a mayo, arranque del cónclave sobre el 10-11 y así hasta que el Espíritu Santo tenga a bien despejar la incógnita sobre el sucesor. Si resulta elegido Peter Trukson, el cardenal negro (Ghana), aún habrá mayor conmoción mediática y social, con su deriva de análisis, chascarrillos y los caudalosos afluentes de debates sobre inmigración y negritud. Mal está decirlo pero el fallecimiento del Papa le ha aliviado a La Moncloa de una agenda tan ingrata como intensa, con un nutrido desfile de sospechosos e imputados ante jueces y comisiones que daba vértigo. Hoy mismo debería acudir Joseba García (hermano de Koldo) al Senado para arrojar luz sobre los contratos exquisitos de Jésica y su pegajoso Pigmalión, José Luis Ábalos. También este San Jorge se celebra el acto de conciliación de Sánchez, Torres, Montero y Cerdán por la demanda presentada por el PSOE contra Aldama, el eficiente conseguidor, nexo irradiador de todas las tramas.
El jueves será el ministro de Transportes, Óscar Puente, quien acuda también a la Cámara Alta para dar su particular versión sobre el desempeño laboral de la ‘sobrina’ de su predecesor, Ábalos, en Ineco, la empresa pública en la que la contratada cobraba sin acudir a su puesto ni un solo día en dos años.
Biedma también escuchará a Luis María Casero, el funcionario de Moncloa que ejerció de asistente personal del que llamaba ‘hermanito’ querido, desplazado hasta Extremadura para hacerle la vida fácil al portentoso músico a cargo del erario público. Y el sábado, vuelta al Vaticano,
Y el viernes, gran sesión en Badajoz. La heroica juez Beatriz Biedma ha convocado de nuevo a David Sánchez Pérez-Castejón para que despeje unas cuantas dudas que se han acumulado en su causa a lo largo de la instrucción. Ese mismo día, también ha sido citada Cristina de Frutos Alonso, que se presentó al concurso de la plaza que ya se había adjudicado al hermanísimo antes de la convocatoria. El famoso ‘dedazo’ extremeño teleridigido desde Madrid. En misma sesión, la magistrada también escuchará a Luis María Casero, el funcionario de Moncloa que ejerció de asistente personal del que llamaba ‘hermanito’ querido, desplazado hasta Extremadura para hacerle la vida fácil al portentoso músico a cargo del erario público. Y el sábado, vuelta al Vaticano, a los funerales del Santo Padre, cuyas previas habrán eclipsado, indudablemente, este fragor de investigaciones sobre las redes corruptas del sanchismo.
Sánchez tiene suerte, es indudable. También se la busca. Es capaz de encontrar una oportunidad hasta en la Capilla Sixtina. Desprovisto de todo principio ético, se maneja con prodigiosa soltura en su particular empeño por mantenerse en el poder. Afrontaba un curso más negro que el café de Sam Spade, sin presupuestos, con el bloque de la izquierda a mamporros, con su socio de Sumar en avanzado estado de decrepitud, con el de Waterloo reclamando su amnistía y con los jueces avanzando en todos los frentes, en especial en donde duele, Begoña y hermano. Dado que las encuestas no alientan una salida a lo 23-J, esto es, un adelanto electoral contra pronóstico y casi contra natura, el ambiente en el Ala Oeste de Presidencia se tornaba inquietante como el horizonte deportivo de Carletto. Parecía no haber más escapatoria que poner en marcha esa ley de regeneración de Bolaños para amordazar a los medios incómodos y la reforma para acabar con la acusación popular en los procedimientos y archivar así los casos contra los familiares del presidente. Una opción lenta y de complicada ejecución, dada la inestabilidad de la mayoría parlamentaria que sustenta al Ejecutivo.
Entones acudió Trump (el diablo) al rescate. Primero con su zafio bofetón a Zelenski y su compadreo con el criminal Putin. El foco informativo se trasladó a Bruselas, a los presupuestos de Defensa, al esquílfido papel de España en esta reorganización perentoria de una UE adormilada y torpona. El líder USA arreó luego el zarpazo inclemente a los aranceles y el planeta se convirtió en una especie de pelota enloquecida, un guiñapo con el que juguetean dos bestias feroces, Donald y Xi. Y Sánchez, se fue a China. A sus negocios, a los de Zapatero, Moratinos, Pepiño y los demás. El galansote de la política española quiere el foco siempre fuera de casa. Extramuros le va bien. Se llevó a Begoña a la cumbre verde de Río de Janeiro cuando la cita con el juez Peinado. Se quedó en Bombay cuando la Dana de Valencia. Ahora se frota las manos con la lógica atención mundial por el fallecimiento del Santo Padre.
Se burló de las preguntas de los periodistas (con sus famosas repuestas/pedorreta, ven por más, imbécil) y explicó las razones por las que estos asuntos de enjundia no hay que llevarlos al Parlamento porque allí no hay más que diputados anodinos que no se merecen su atención ni su presencia
Y lo aprovecha.Con la excusa del fin del plazo exigido por la Otan, se plantificó en la sala de Prensa del Consejo de ministros, presentó por sorpresa su plan de incremento de inversión en Defensa. Diez mil millones de euros, anunció, sin explicar al detalle de dónde salen y adónde van. A misiles y tanques sólo la quinta parte, se empeñó en subrayar, con otras palabras. Se burló de las preguntas de los periodistas (con sus famosas repuestas/pedorreta, ven por más, imbécil) y explicó las razones por las que estos asuntos de enjundia no hay que llevarlos al Parlamento porque allí no hay más que diputados anodinos y/o ultras, que no se merecen su atnción ni su presencia. ¡Esto no es UK, joder! Un día de estos lo cierra y se acabaron los líos y las quejas. Y dejará abierto el Senado para que los del PP se entretengan con juegos de escaño.
Los estrategas de la factoría de ficción de Moncloa se muestran felices ante este nuevo panorama, ante la noticia mundial de la Santa Sede. Un mes desbordado de noticias sobre el Papa (quinielas, funerales, cónclave, ceremonias…), más el puente de Mayo, la Feria de Abril, San Isidro, algún viaje del presidente, diversas intervenciones caraqueñas, aló-aquí-estoy y tú te callas, sin preguntas, y ya, inopinadamente, la cumbre de la Otan en La Haya, donde don pimpirimpón aterrizará con su mochilita de gasto en armamento para que no le regañen.
Trump no habrá cesado de embestir a todo y a todos, MJ Montero seguirá desgañitándose por los tablaos del esperpento, Feijóo pedirá mucha prudencia y todo el ruido quedará sepultado bajo el manto tedioso del largo y plácido verano, el reposo en Doñana y La Mareta, con el Falcon, la troupe de amiguetes y cuñados, lejos del mundial ruido, bye, bye, hasta la rentrèe que se adivina incierta pero que posiblemente algún nuevo cataclismo mundial vendrá al rescate del gran narciso español.
La paz de las almas anestesiadas
Sólo un puñado de jueces valientes pero lentos como el hipnótico parpadeo de Gloria Grahame en Cautivos del mal, podría amargarle este horizonte apacible. De modo, que como dírían Tip y Coll, el año que viene hablaremos del Gobierno (ellos días ‘la próxima vez’). Por ahora, sólo se hablará de los bramidos del brontosaurio de la Casa Blanca y las respuestas del dragón de Tiananmén. Hasta entonces, Sánchez, que no asistirá al funeral de la Plaza de San Pedro porque odia aparecer de segundón del Rey (también se da de baja del Cervantes, por idéntico motivo) sobrevivirá tranquilo como hasta ahora, mientras su nave se hunde plácidamente entre los aplausos y el jolgorio de un inmenso rebaño de imbéciles.