Jon Juaristi-ABC

  • Si, al final de la función, el sabio no aplaude, malo. Si el necio aplaude, peor

Reconozco que no era mi personaje favorito, pero tampoco tenía por qué caerme bien. Los europeos, decía Croce, no podemos no decirnos cristianos, y esto lo recoge en su último libro –’El loco de Dios en el fin del mundo’– Javier Cercas, aplicándose el cuento a sí mismo. Claro que Croce murió en 1952, hace casi tres cuartos de siglo, y, desde entonces, la de agua que ha pasado bajo los puentes que aparecen en los billetes de la moneda única de la UE, muchos de cuyos ciudadanos actuales, al contrario que Cercas, piensan que pueden no decirse cristianos, incluso que pueden decirse anticristianos. Croce escribió el ensayo con ese título (‘Por qué no podemos no decirnos cristianos’) en 1942, cuando estaba a punto de desaparecer de Europa la única minoría religiosa que se había mantenido al margen del cristianismo desde antes que el cristianismo existiera. Hoy, en Europa, hay muchos más musulmanes que judíos, y también ellos tienen razones de peso para no decirse cristianos. Cercas se confiesa ateo, anticlerical y laicista, pero, como Croce, cree tener motivos para no poder no decirse cristiano.

Otro ilustre miembro de la RAE recientemente fallecido (y que no era Vargas Llosa) solía chotearse de mi judaísmo, porque los españoles son católicos o no son nada. «Yo mismo –decía él– soy ateo de tipo católico; o sea, que he desarrollado mi ateísmo a partir del catolicismo». Algo así viene a afirmar Cercas. Por cierto, eso de que cómo vas a ser judío si eres español se lo decía también Concha Espina a Rafael Cansinos Assens, como consta en los diarios de posguerra de este último, cuando el Holocausto estaba en su apogeo y dejando Europa lista para que ningún europeo no pudiera no decirse cristiano, aunque fuera agnóstico como Croce o ateo como Cercas.

Total, que, entre ateos y agnósticos que no podían no decirse cristianos y anticristianos a tiempo completo o parcial, dejaron en poco tiempo una Europa que el pobre Croce no hubiera reconocido como la de los últimos años de su vida, aquella que comenzaban entonces a construir católicos como Robert Schuman, Konrad Adenauer, Jean Monet y Alcide de Gasperi. Pero, como Europa no debe ser un club cristiano, sus sucesores la han convertido en una feria aconfesional donde uno puede ser de todo menos judío. Y, bueno, si insistes en ser cristiano, hazlo en privado y no alborotes. Respeta al diferente.

El último Papa que se olió la tostada fue Benedicto XVI, por quien Cercas no muestra demasiada simpatía en su ‘best-seller’. Escribo esto en Barcelona y en Sant Jordi, día del libro: ‘El loco de Dios’ está que se sale y se desparrama más allá del fin del mundo. Un éxito al que ha contribuido en gran medida la oración fúnebre de Bolaños, ese Pericles de la izquierda franciscana.