- Pues resulta que sí ha habido un gran apagón y que barajar su posibilidad era perfectamente atinado. El caso es que, una por una, las grandes mentiras que denunciaban los medios ‘mainstream’ eran verdades como puños
Diciembre de 2021, habla Javier Ruiz, jefe de Economía en la SER. El vídeo de su intervención corre por las redes con el título «El gran apagón» y el subtítulo «El gran bulo». Con su tono de maestro de escuela entregado, nos alecciona más que informarnos: «El miedo a un gran apagón es un miedo infundado, es un gran bulo. España no tiene riesgo de apagón ni por capacidad, ni por generación ni por distribución. Absolutamente nada apunta en esa dirección». Luego saca unas gráficas para dotar de rigor técnico su trola, cosa que hace con todo tipo de argumentos mientras sus manos recorren la pantalla imaginaria. A estas alturas, cualquiera que le haya oído, no necesariamente escuchado, ha descartado el riesgo, lo ha borrado del paisaje de lo posible y ha devuelto el gran apagón al mundo de las chorradas conspiranoicas que tanto ha crecido con las redes y que tanto preocupa a los periodistas serios, como él, a los medios serios, como los de Prisa, y a los políticos serios, como los que gobiernan el sanchismo. Las palabras finales del hipnotista: «Todo es un gran bulo, todo este fundido es un infundio y habrá que preguntarse por parte de quién. ¿Qué eléctricas tienen interés en amenazar con un gran apagón? ¿Qué partidos políticos tienen interés en desestabilizar todo esto? Déjenme pensar…» Aquí Javier Ruiz se lleva la mano a la barbilla, teatralizando, como buen docente, la insinuación, de modo que hasta los menos agudos capten la idea: la derecha, el mal oficial de la SER, ha fabricado el infundio, la gran mentira, la amenaza inexistente, con fines turbios, tanto más oscuros cuanto menos explícitos.
Pero el caso es que sí ha habido un gran apagón. Que barajar su posibilidad era perfectamente atinado. El caso es que, una por una, las grandes mentiras que denunciaban los medios mainstream eran verdades como puños, y que las certezas que proclamaban eran más falsas que un duro falso. Resulta que el virus del COVID-19 sí era artificial y que la pandemia sí había sido causada por una fuga de un laboratorio chino. Quien entonces dijera la verdad era censurado; si se trataba de un personaje conocido, era avergonzado públicamente. Corrió el tiempo y las grandes empresas multimedia, desesperadas por la pérdida de su control sobre la opinión pública, lanzaron una ridícula guerra contra la red X, para luego ver al jefe de Meta sumándose a la eliminación de moderadores de contenidos, a la libertad en la red que había inaugurado Elon Musk. Asisten iracundos al fin de su hegemonía sobre la opinión pública, parte importante de su hegemonía cultural. Lo del apagón habría sería materia de pura discusión técnica, cosas de ingenieros, que si podría pasar por tal y cuál, que si no podría por esto y aquello. Y ya. La izquierda lo convirtió en un debate político porque para ellos todo es política. Si no hubieran sido tan paternalistas y tan engreídos, lo dejaríamos correr. Pero no.