Gabriel Sanz-Vozpópuli
- Algo me dice que, tras este ‘lunes negro’, la discusión sobre el fin de la energía atómica en España se va a acabar antes que la vida de las cinco centrales
Por mucho que Pedro Sánchez señale interesadamente que las centrales nucleares fueron «más problema que solución» durante el Gran apagón, algo me dice que no va a poder impedir que el fin de la energía atómica en España se va a posponer bastante más allá de 2035 tras lo vivido hace apenas 48 horas. Y no me refiero a la falta de mayoría parlamentaria que tiene el presidente a día de hoy para llevar a cabo el cierre previsto dentro de una década, me refiero al previsible cambio histórico de la opinión pública a favor de mantener la energía nuclear, que ya se estaba produciendo antes del lunes negro y ahora amenaza con acelerarse.
Los españoles somos muy dados a discusiones bizantinas, de salón, de esas que no tienen o no aparentan tener coste personal; y el del cierre de las instalaciones nucleares lo era hasta que hemos visto las orejas al lobo. Básicamente, durante los últimos cuarenta años sustituimos una mística religiosa de siglos por otra mística laica consistente en perseguir una opción energética más, con sus pros y contras, en una especie de ceremonia de cancelación tecnológica al calor de lo políticamente correcto… Dato mata relato, sobre todo si es tendencioso: en lo que va de 2025 la energía nuclear, con un 20%, es la que más ha aportado al total eléctrico, solo por detrás de la eólica, 24,9%.
Y no solo eso, los primeros informes oficiales de Red Eléctrica, esos que hablan de parada sistema y no de un supuesto ciberataque como sigue manteniendo Pedro Sánchez un tanto artificialmente, si me permiten, explican que en esa hora fatídica de las 12.32 del lunes se registró hubo una sobreproducción de 20 gigavatios de energía solar en toda España, y el resto de energías (hidroeléctrica, nuclear y gas), por alguna razón que deberá ser investigada, lejos de frenarse, siguieron produciendo y 15 gigavatios de renovables salieron del sistema. El resto de la historia ya la conocen.
La tozudez de Pedro Sánchez
Quienes se vieron obligados a pasar la noche en estaciones reconvertidas en hotel de las estrellas porque su tren no salía hasta el día siguiente, incluso esa mayoría que lo único que perdió el lunes fueron horas de trabajo y la carne y el pescado del congelador, todos, nos levantamos el martes con una inevitable mueca de duda sobre la viabilidad de un sistema solo renovable. Tenga la opinión que tenga cada cual sobre los riesgos inherentes a la energía atómica, el sentido común indica que no es el momento de prescindir de nada, y menos de una de las tres generaciones por turbina llamadas sincrónicas (hidroeléctrica, gas y nuclear) que, según los expertos, son las que aportan tensiòn a la red y, por tanto, garantía de suministro; a diferencia de las eólica o solar termovoltaica.
Por eso, tanta tozudez presidencial por cerrar las cinco centrales atómicas que operan en España y aportan el 20% del total de producción eléctrica me escama. No albergó apriorismos doctrinarios al respecto, nunca gastaré medio segundo en polemizar con quienes creen de buena fé que ese cambio será para bien de la sociedad. Lo único que espero de nuestro presidente del Gobierno es otro balance de riesgos y oportunidades tanto de cerrarlas como de mantenerlas abiertas, dadas las circunstancias.
Comparto con quienes defienden el viejo ¡Nucleares, no gracias! que estas están condenadas a desaparecer en aras de la sostenibilidad del Planeta… pero a su tiempo, al albur del momento en que suponga progreso social efectivo y no amenaza de desabastecimiento como éste lunes dramático; y cuando se le ponga fin porque no haya riesgo de otro Gran apagón, me congratularé. Como de que hoy respiremos un aire más limpio gracias a la desaparición de aquellas viejas calderas de carbón, sustituidas por radiadores de Gas Natural, y de las centrales que se alimentaban del negro mineral que ensuciaba nuestras calles y su sustitución por otras de ciclo combinado (gas) que lanzan menos emisiones a la atmósfera.
Lo que no entiendo, insisto, son las prisas del cierre sin un debate cabal sobre las consecuencias como las de este lunes negro. Apagar en 2035 Almaraz, Cofrentes, Vandellos I y II y Trillo, que así se llaman nuestras escasas cinco centrales nucleares -los franceses tienen 56 y les compramos electricidad allí producida sin hacernos grandes preguntas existenciales- supondría empezar a apagarlas en 2027 tomando ya decisiones sobre instalaciones y residuos que durarán una década. Algo que hoy suena, como mínimo, temerario a efectos de suministro a nuestros hogares.
Lo que no entiendo, insisto, son las prisas sin un debate cabal sobre consecuencias para la sociedad y, si me apuran, para la imagen de solvencia de Marca España. Apagar en 2035 Almaraz, Cofrentes, Vandellos I y II y Trillo, que así se llaman nuestras cinco centrales nucleares -los franceses disponen de 56 y les compramos electricidad sin hacernos grandes preguntas existenciales- supondría empezar a apagarlas en 2027 empezando a tomar ya decisiones sobre instalaciones y residuos que se prolomgarán ocho años. Algo que hoy suena, como mínimo, temerario a efectos de suministro a nuestros hogares.
PP, Junts per Catalunya y Vox estaban decididos, ya antes del Gran apagón a forzar con su mayoría en el Congreso al Gobierno de Pedro Sánchez para que suspenda ese calendario de cierre, pero el PSOE se resiste como gato panza arriba no como una cuestión doctrinal -en esto les pasa como a mí- sino por puro cálculo electoral: La Dirección Socialista, que no se puede permitir la pérdida de un voto, cree que una parte de su electorado, como casi toda la izquierda hispana es rabiosamente antinuclear.
Veremos qué dice el presidente del Gobierno al Congreso cuando comparezca a explicar cómo es posible lo del lunes pasado, semejante caída del sistema eléctrico en España, Portugal y Sur de Francia, que nos ha convertido en la excepción ibérica de la que tanto se ufanó en el pasado, pero para mal. Me temo que, a efectos de opinión pública cualquiera de las dos hipótesis, el ciberataque tan querido por el Ejecutivo y su presidente para no aparecer como unos incompetentes, o el fallo generalizado, pueden acabar siendo políticamente letales para el Ejecutivo de coalición progresista del PSOE con Sumar porque sitúan al país ante un preocupante escenario de vulnerabilidad internacional.
Si me apuran, peor que el supuesto ciberataque sería si cabe la imagen de chapuza que daríamos si se confirma que el campeón de las energías renovables y la descarbonización no es capaz de mantener su apuesta sin riesgos de suministro a la población y a empresas. Recalco lo de las empresas porque nos estamos jugando ahora mismo con otros países europeos el papel de hub de los llamados Centros de Peotección de Datos (CPD), esos inmensos discos duros en forma de edificio que van a ser necesarios para dar cobertura a la extensión de la Inteligencia Artificial (IA).
No obstante, si me apuran, peor que la posibilidad de un ciberataque es la hipótesis que se está abriendo paso conforme pasan los días: una monumental pifia que daría imagen de que el campeón de las energías renovables y la descarbonización no es capaz de mantener esa apuesta sin riesgos de suministro a su población y a sus empresas. Recalco lo de las empresas porque España se está jugando ahora mismo con otros países europeos el papel de hub de los llamados Centros de Protección de Datos (CPD), esos inmensos discos duros en forma de edificio que van a ser necesarios para dar cobertura a la extensión de la Inteligencia Artificial (IA) en las próximas décadas.
Por su propia naturaleza -los ordenadores, cuánticos o no, necesitan de mucha electricidad y refrigeración- la emergente industria de datos responde a lo que los economistas denominan electrointensiva, como desde el pasado siglo lo vienen siendo la siderurgia de los altos hornos, las cementeras o la industria de la cerámica levantina. Y eso va a implicar un plus de generación eléctrica en toda la Península Ibérica que haga posible el suministro sin sobresaltos ni apagones parciales o totales como el que desgraciadamente ha sufrido este país y sus vecinos.
Así que en el mix eléctrico que conforman renovables, hidroeléctrica, ciclo combinado y nuclear no sobra nada de momento, tampoco esta última energía generada en nuestras centrales atómicas mientras el autoconsumo individual no esté generalizado, por mucho que los detractores de lo nuclear nos quieran convencer de lo contrario.