- De ahí que Sánchez nos conminase a no escuchar ninguna información o explicación que no fuese oficial. Es decir, que la única verdad es la que proclama el mayor mentiroso de la historia de España. Y esta afirmación no es ninguna exageración
Aunque parezca inverosímil, casi una semana después del apagón seguimos sin saber de verdad lo ocurrido. O no. Sí lo sabemos porque los técnicos nos lo han explicado con una claridad que hasta los zotes en la materia somos capaces de entenderlo. De ahí que Sánchez nos conminase a no escuchar ninguna información o explicación que no fuese oficial. Es decir, que la única verdad es la que proclama el mayor mentiroso de la historia de España. Y esta afirmación no es ninguna exageración.
Ver a Sánchez con la desvergüenza de echar la culpa a las empresas privadas cuando el Estado tiene el control del suministro a esas empresas y fue ese suministro el que falló es algo que indigna. Y es de aurora boreal poner al Equipo Nacional de Opinión Sincronizada a cantar los beneficios de las compañías eléctricas cuando esos mismos medios, por supuesto, no son capaces de mentar ni de pasada que la presidente de Red Eléctrica Española cobra 546.000 euros al año por decirnos que tenemos el mejor sistema eléctrico del mundo y dejarlo colapsar.
Esto ocurre en una España en la que la corrupción asola al presidente del Gobierno y su entorno familiar más directo. Una España en la que Sánchez ha rendido la soberanía nacional a un golpista, prófugo de la Justicia. Una España en la que el fiscal general del Estado está procesado y puede acabar sentándose en el banquillo por prevaricación en una causa del PSOE contra una rival política. Una España, en fin, en la que el Tribunal Constitucional se ha convertido en una corte de casación y se ha trufado con miembros que en muchas de las causas en que intervienen debieran de abstenerse por su implicación en ellas anteriormente. Por no entrar a juzgar sus conocimientos técnicos, que en algunos casos es más que cuestionable. Pero eso debió valorarse cuando fueron elegidos para el puesto.
Todo lo enumerado, y tantas otras cosas que podría recordar sería suficiente, caso, por caso, para derribar un Gobierno. Ya sabemos que, en un sistema parlamentario, al Gobierno se le derriba en las Cortes por una nueva mayoría parlamentaria. Como ocurrió con el Gobierno Rajoy a partir de una mentira en una sentencia judicial. Pero este Gobierno no será derribado en las Cortes porque quienes pueden hacerlo saben que nunca obtendrán de un Gobierno PP-Vox las canonjías que les ofrece Sánchez para salvar su silla en La Moncloa.
Dicho todo esto, lo que a un servidor de ustedes le deja sin palabras es que todavía haya casi siete millones de españoles, según las encuestas, que siguen dando su respaldo electoral a la coalición de Gobierno y su entorno parlamentario inmediato. Un sistema en el que toda la basura que tiene acumulada Sánchez sobre sus espaldas no basta para desalojarlo del poder es un sistema que no funciona bien. Es más, casi diría que no funciona en absoluto. Hay siete millones de razones para cuestionarse qué está pasando. Porque saben de la responsabilidad del Gobierno en el apagón, la violación del Constitucional, las tropelías del fiscal, la pleitesía que se rinde a Puigdemont… Pero todo eso es irrelevante. Para esos casi siete millones de españoles, lo único importante es… ¡que no gobierne la derecha!