Olatz Barriuso-El Correo

  •  El nuevo líder del PNV y el secretario general de los socialistas mantendrán este miércoles su primera cita oficial, a la que el PSE concede especial relevancia para reivindicarse: «No somos muleta de nadie»

Hay imágenes que tienen valor por sí mismas, al margen del contenido concreto al que sirven de envoltorio. La que reunirá este miércoles en torno a una mesa en Sabin Etxea al nuevo presidente del PNV, Aitor Esteban, con el recién reelegido secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, es una de ellas. Una fotografía que simboliza el inicio de una nueva etapa tras una década de alianzas institucionales entre jeltzales y socialistas sin apenas sobresaltos que han proporcionado a Euskadi un largo período de «estabilidad» -ponen ambos en valor- difícil de igualar en el entorno europeo en términos de durabilidad. El cambio de rasante no tiene tanto que ver con una voluntad real de poner fin a la fructífera colaboración -nada hace preverlo a medio plazo- sino con el nuevo estilo de liderazgo de Esteban frente a Andoni Ortuzar, que mantenía una relación muy franca y extraordinariamente fluida con Andueza, y con la nada disimulada intención del líder socialista de reivindicarse y no dejarse eclipsar por su socio, al que pretende tratar de tú a tú y no en un papel «subordinado». Obviamente, también por la cercanía, relativa, de unas elecciones, las municipales y forales de 2027, que ambas fuerzas se toman como una prueba de fuego.

Por si fuera poco, la cita llega ‘animada’ por el encontronazo entre Andueza y Esteban a raíz del ya famoso «tirón de orejas» del líder socialista a Imanol Pradales en plena ronda del lehendakari con los grupos parlamentarios para dar respuesta a la guerra arancelaria de Donald Trump. Andueza refirió ante los medios de comunicación un rapapolvo al jefe del Ejecutivo de Vitoria por haber dejado caer en público su preferencia por Ezkio en un asunto, el enlace del TAV con Navarra, que levanta ampollas territoriales en todos los partidos. El lehendakari decidió «deliberadamente», según las fuentes consultadas, no contestar a Andueza pero el PNV salió en tromba a criticar lo que considera una falta de «respeto institucional». Y la guinda del pastel la puso el propio Esteban, al deslizar -solo porque le preguntaron, recalcan en Sabin Etxea- que el líder del PSE alentó una polémica «artificial» porque, en realidad, ni siquiera le había sacado el tema en privado a Pradales. Los socialistas niegan la mayor e insisten en que su secretario general se quejó ante el lehendakari de lo que considera una falta de neutralidad en un asunto en el que ambos han acordado una posición común -esperar a los informes técnicos del ministerio- y que además afecta a un departamento encabezado por el PSE, el de Movilidad Sostenible que lidera Susana García Chueca.

Con todo, lo fundamental no es el episodio en sí sino lo que su gestión posterior revela. Por ejemplo, que el PNV no quiere exponer al lehendakari ni tampoco a Esteban a una confrontación directa con Andueza para no darle realce, aunque a la vez despliega a sus portavoces para poner los puntos sobre las íes en lugar de rebajar la importancia de los choques. Tampoco tiene Sabin Etxea especial interés en poner el foco en una cita que enmarca dentro de las relaciones habituales entre partidos y a la que el PSE concede, en cambio, máxima relevancia. De ahí que los socialistas desvelaran la fecha con antelación, como han hecho, dicen, con el resto de encuentros de la ronda emprendida por Andueza tras ser reelegido.

Con fluidez

Fuentes jeltzales apuntan, sin embargo, que Aitor Esteban ha coincidido ya en tres ocasiones con Andueza desde que fue proclamado líder del EBB y por lo tanto no hay hielo que romper ni especial solemnidad en la cita. Ambos se han visto, efectivamente, dos veces en Gernika -en el homenaje celebrado en la Casa de Juntas a los miembros del Parlamento vasco en la primera legislatura y en el acto de aniversario del bombardeo- y otra más en la retreta de San Prudencio en Vitoria el pasado lunes, justo antes del gran apagón. Ambos han charlado de manera distendida -bajaron juntos al cementerio en el acto de recuerdo del ataque de la aviación nazi sobre la villa foral- y han podido abordar los asuntos más urgentes. «La relación en privado está bien, se habla habitualmente, con fluidez y a todos los niveles, en persona y por teléfono, y no sólo en el Gobierno», apunta un dirigente del PNV.

Pese a que los jeltzales se esfuerzan en proyectar normalidad absoluta y cero urgencias electorales, Andueza acude a Sabin Etxea con un listado de temas a tratar que evidencian que al PSE le interesa insuflar tensión a la escena política desde ya mismo y presentarse como un partido de gobierno y no una mera comparsa bien del PNV o de Bildu. De hecho, tras reunirse con Arnaldo Otegi, el líder socialista ya descartó acuerdos de gobernabilidad de alto nivel con la coalición soberanista por razones éticas y de disparidad de «modelo de gobernanza» y su tira y afloja con el PNV, al que insiste en afear su «nerviosismo», le permite reivindicarse a su vez como fuerza potencialmente ganadora, por ejemplo, en Vitoria o San Sebastián.

El principal epígrafe en la libreta de Andueza es, de hecho, una especie de puesta a punto de la filosofía del acuerdo entre jeltzales y socialistas. «Queremos que Esteban entienda por qué colaboramos con el PNV. No somos muleta de nadie ni el socio minoritario», apuntan fuentes de la ejecutiva del PSE, que insiste en su papel de ‘brújula’ de la alianza «para que las instituciones sigan la hoja de ruta marcada, hagan políticas progresistas y se dediquen a lo que se tienen que dedicar».

El segundo asunto, pese a que quedan dos años aún para que se abran las urnas en Euskadi, son precisamente, las elecciones de 2027 y ahondar en los «planes» del PNV de cara a esa cita. Una vez más, la estrategia es clara y pasa por alentar la idea de un posible cambio de alianzas que llevara a los jeltzales a aliarse con Bildu o al menos a dejarles gobernar allí donde sean la fuerza más votada para no alentar el victimismo en puertas de otras elecciones decisivas, las autonómicas de 2028, en las que los de Arnaldo Otegi volverán a intentar el ‘sorpasso’. Los jeltzales huyen de ese debate: «No llevamos ni un año de legislatura».

La tercera carpeta que quiere abrir Eneko Andueza es, cómo no, la de la reforma pendiente del Estatuto de Gernika, en la que el PSE está dispuesto a transigir con el reconocimiento nacional de Euskadi, pero quiere ejercer de dique para evitar que el debate se plantee en términos de soberanismo identitario.