Jesús Cacho-Vozpópuli
«Se avecinan sorpresas, porque las ratas son las primeras en abandonar el barco cuando hace agua»
“He perdido la confianza en Ángel”. Es la frase que estos días repetía Isidro Fainé ante sus íntimos para explicar la salida fulgurante de Ángel Simón del universo Caixa, noticia bomba, noticia del mes y quizá del año en términos financiero-empresariales, que ha resultado opacada para el gran público por el famoso apagón del lunes 26. Dicen que Isidro, 82, se tomó la Semana Santa para reflexionar sobre el envite que tenía sobre la mesa desde el despido de José María Álvarez-Pallete de la presidencia de Telefónica, y cuentan también que de la pasión y resurrección de Cristo salió la condena a muerte definitiva del hombre que unos meses antes parecía llamado a sustituirle al frente del primer grupo financiero empresarial español. Su nombramiento en enero de 2024 como nuevo CEO de Criteria, la sociedad holding que gestiona el patrimonio de la Fundación “la Caixa”, convirtió al íntimo amigo de Salvador Illa en claro aspirante a la sucesión de Fainé en el trono del grupo. Una mala noticia para muchos, desde luego para la España liberal si es que alguna vez lo fue. Fainé, tan celoso de su independecia, venía al final de su carrera a poner el conglomerado Caixa en manos del socialismo, sirviendo en bandeja de plata el enorme poder y capacidad de influencia de ese grupo a una ideología, a un grupo humano digno de toda sospecha, a una banda delincuencial empeñada en tomar el control de las grandes empresas del país en provecho propio. Pero, en un golpe de timón inesperado, Fainé parece haberse percatado de su error, inmenso error, y ha rectificado mediante una llamativa pirueta que devuelve el Grupo Caixa al fiel de la balanza, se libera del cepo socialista y recupera independencia. La salida de Simón es la mayor afrenta sufrida por un tal Pedro Sánchez desde que en 2018 llegara al poder. Tan experto en tantas cosas, Fainé ha sido el primero en olfatear que el fin del sanchismo está cerca. Una historia apasionante acaba de empezar. Continuará.
«La salida de Simón es la mayor afrenta sufrida por un tal Pedro Sánchez»
Bastante antes de que Simón se convirtiera en una celebrity, un alto funcionario del prestigio de Hernández de Cos, ex gobernador del Banco de España, se manifestaba perplejo y preocupado por el futuro de dos de los mayores grupos financieros del país. El Banco Santander de Ana Botín y el Grupo Caixa de Fainé. “Si en España existieran unas elites dignas de tal nombre, deberían estar preocupadas por lo que pueda ocurrir con la sucesión en ambas casas, qué va a ser de dos grupos tan importantes para el futuro del país. Pero aquí nadie piensa…” Por eso la ascensión a los cielos de Simón en enero de 2024 fue interpretada como una mala noticia por muchos. Porque hacía añicos la demostrada capacidad de Grupo Caixa, desde José Vilarasau a esta parte, para navegar por encima de los intereses partidistas. Incluso para hacer frente al nacionalismo, devenido luego en separatismo, al frente de la Generalidad. Cuentan que, a finales de 2023, Isidro no tuvo más remedio que llegar a un pacto con Sánchez a la hora de renovar su cargo como presidente de Criteria Caixa. Y que de ese acuerdo con Sánchez brotó la impresión extendida de que don Isidro se había abierto de capa poniéndose a disposición del sanchismo, nombrando a un socialista como CEO de Criteria y convirtiendo la sociedad en brazo ejecutor de los caprichos de Sánchez, herramienta para las aventuras empresariales del sátrapa por los territorios del Ibex 35. Desde entonces, el interés de Fainé, se diría que su obsesión, ha girado en torno a la necesidad de rescatar a la holding y al propio Grupo Caixa de las garras del socialismo rampante recuperando autonomía e independencia.
El primer intento de recuperar ese equilibrio consistió en el nombramiento, enero de este año, de Josep María Coronas, 66, como director general de la Fundación, cargo que compatibiliza con el de secretario de su Patronato. Coronas, abogado del Estado y ex director general de la Generalidad con Artur Mas en la presidencia, pasa por ser un nacionalista moderado (no está del todo claro) cuya promoción fue interpretada como un guiño a Junts, heredero de Convergencia. Un nombramiento que no gustó a Simón, y que tampoco, aunque por distintos motivos, fue del agrado de Juan José López Burniol, vicepresidente de la Fundación y hombre detrás de muchas de las decisiones de Fainé durante años, quien protagonizó con tal motivo una sonora salida de la torre negra (en Barcelona se cuenta que las voces del choque final se oyeron en plena Diagonal). López Burniol se unía así a la lista de sedicentes «delfines» convertidos en víctimas del de Manresa, una muesca más en la culata de ese inmisericorde pistolero convertido en un killer a la hora de despedir a gente que defrauda su confianza o no está a la altura de las expectativas depositadas en él. El nombramiento de Coronas, en todo caso, supuso un alivio para Fainé. De repente se equilibraba, al menos en parte, la balanza. Junts pasaba a formar parte del juego de equilibrios. La Caixa siempre entre el nacionalismo y el PSC. Siempre entre la masonería y el Opus Dei. Siempre entre dos ladrones. Y el todopoderoso Ángel Simón recibía un serio aviso de la superioridad. Se le hacía saber que en la cúspide del grupo no estaba solo. Que tenía compañía y podría llegar a tener más.
«Siempre entre el nacionalismo y el PSC, entre la masonería y el Opus Dei»
Una advertencia que el susodicho no entendió o no quiso entender. Simón ha imprimido un ritmo vigoroso de crecimiento a Criteria con inversiones importantes en tiempo record. Su pecado no ha sido de ineficacia, sino de suficiencia, quizá de soberbia. Como otros antes que él, ha intentado aprovechar las circunstancias políticas, el viento a favor de sus amigos socialistas en el Gobierno, tanto en Barcelona como en Madrid, para ganar poder y consolidar su condición de «hereu». Ha sido poco discreto al delatar sus ambiciones en círculos restringidos al socaire de la provecta edad del gran capo. “El viejo está viejo”. Nada podía molestar más a Isidro que este tipo de indiscreciones. El clímax llegó con el despido vergonzante de Pallete en Moncloa —el presidente de una cotizada, despedido por un “servant” de Sánchez en un despacho del Palacio de la Moncloa, entre el silencio atronador de los reguladores y del Ibex 35—. El jueves 16 de enero Sánchez convoca a Fainé en Moncloa para decirle esto son lentejas, y a la salida Isidro encarga a Simón y a Enrique Goñi que llamen en su nombre al todavía presidente de la operadora y le den la mala nueva. De modo que cuando, efectivamente, el viernes 17 Pallete recibe la “orden” de pasarse por el despacho de Manuel de la Rocha, jefe de la oficina económica de Sánchez, sabe perfectamente lo que va a ocurrir. De hecho, Pallete va dimitido de casa, no plantea pelea alguna, es más, le dan la opción de seguir hasta la Junta y lo rechaza, quiere irse ya. Pone dos condiciones: que se respete su indemnización y que se le “proteja”. Hubiera podido defenderse con éxito en su Consejo, pero ni lo intenta. El futuro de Telefónica está en su pasado y el socialismo en el poder ha decidido repartirse los despojos de lo que antaño fue una gran multinacional española. Pallete quiere salir corriendo.
En el despacho de De la Rocha, el citado se encuentra entre sus verdugos con Simón y con Goñi, un episodio que ninguno de ellos incluirá con seguridad entre los grandes logros de su carrera. ¿Cómo reaccionó el amo de Caixa cuando Sánchez le dice que hay que hacer hueco a un socialista en la presidencia de Telefónica? Solo ellos lo saben. Lo que es seguro es que no le gustó. Aparte de buen amigo, Fainé ha exhibido siempre con un cierto timbre de orgullo su condición de “protector” de Pallete en la presidencia de la operadora. Aquello podía sonar a traición descarada. Lo cual no tiene nada que ver con la especie, mercancía averiada, que ha circulado esta semana según la cual Isidro no estaba al corriente del despido de su protegido, porque todo habría sido una maquinación “made in Ángel Simón”. Quien conozca algo del funcionamiento interno del imperio Caixa sabe que eso es imposible. Lo más grave, con todo, es que Isidro descubre que Simón estaba al corriente del golpe de mano que Sánchez preparaba en Telefónica mucho antes que el rumor llegara a sus predios. Ese es el momento de la ruptura. El punto de no retorno. Por si ello fuera poco, Simón se encarga de explicar lo ocurrido a Núñez Feijóo, a quien le cuenta la verdad, le dice que el relevo de Pallete tiene el visto bueno, de grado o por fuerza, de Fainé. Y el líder de la oposición llama al Pope de Caixa para enviarle un recado más bien duro, y allí descubre don Isidro que su querido Ángel “le ha dejado a los pies de los caballos” (sic) ante el próximo presidente del Gobierno. Llovía sobre mojado.
«¿Cómo se ha atrevido Isidro Fainé a meterle este gol a Sánchez?»
“En algún momento Isidró pretendió establecer una relación de confianza con un tipo como Pedro Sánchez, pensando que el nombramiento de Simón frenaría cualquier intento del PSC (ha habido varios) de descabalgarlo del sillón de mando, pero Simón ha sido víctima de las prisas y de sus ansias de poder, de modo que Isidro se dio pronto cuenta de que estaba rodeado y de que debía tratar de librarse cuanto antes del abrazo del oso socialista”. A primeros de febrero (hay incluso quien sostiene que en la pasada Navidad), Fainé tenía ya decidido el relevo de Simón apenas un año después de su nombramiento y su sustitución por Francisco Reynés, 62, presidente ejecutivo de Naturgy, un hombre de perfil poco político y más profesional. El primer paso consistió, jueves 3 de abril, en su nombramiento como nuevo patrono de la Fundación. He ahí un tipo con estrella. En la misma sesión se renovó por otros cuatro años a Marc Murtra como miembro de dicho Patronato. El nuevo presidente de Telefónica había entrado en la Fundación en 2021 por petición expresa, más bien imposición, de la ministra Teresa Ribera, casada con Mariano Bacigalupo, consejero de la CNMV y miembro de una acrisolada saga de masones argentinos. La vieja lucha en Caixa entre la Masonería y el Opus Dei. Por fin este lunes 28, mientras España caía en el gran apagón víctima del sectarismo y la incapacidad técnica del Gobierno Sánchez y su ejército de enchufados en cargos de alta responsabilidad, Fainé ordenaba soltar la bomba racimo de la destitución de Simón y su reemplazo por Reynes como vicepresidente ejecutivo, ojo, en la esperanza de que el zambombazo pasara desapercibido. Casi lo consigue.
¿Y cómo se ha atrevido Isidro Fainé a meterle este gol a Sánchez, el aprendiz de autócrata ante quien la mayor parte del glorioso capitalismo hispano se arrastra sin ápice de vergüenza? Naturalmente el Pope de Caixa ha debido rendir nueva visita al Palacio de la Moncloa para explicar las razones de su decisión. Un movimiento tan obligado como arriesgado, porque el psicópata es vengativo por naturaleza y es inevitable pensar que la afrenta tendrá consecuencias. Don Isidro debe renovar la presidencia de la Fundación Caixa en febrero de 2026 y en ese trance tiene mucho que decir el ministerio de Economía de Carlos Cuerpo, consecuencia de la decisión, año 2012, de Luis de Guindos, ministro del ramo del Gobierno Rajoy, de someter la supervisión de las Fundaciones bancarias al control de Economía. Bastaría con esperar a esa fecha para vetar la continuidad de un hombre cercano a los 84 años. Si es que Sánchez llegara a febrero del 26. Pero el manresano tiene cartas en la mano y habilidad suficiente para zafarse de la trampa. Se trata de Taqa, la empresa energética de Abu Dhabi y su frustrada entrada (oposición frontal argelina y susto monclovita) en el capital de Naturgy. La operación se ha vuelto a reactivar, con los emiratíes reclamando la presidencia o el puesto de CEO en la energética española. Razón por la cual Fainé estaría obligado a hacer ahí hueco, más aún teniendo en cuenta que la idea de que Reynés siga siendo presidente ejecutivo de Naturgy y consejero delegado de CriteriaCaixa al mismo tiempo parece insostenible incluso a corto plazo, por clamoroso conflicto de interés. De modo que Taqa ocuparía uno de los dos cargos de alta dirección; el otro sería nada menos que para Maurici Lucena, 50, PSC pata negra, el gran tapado con el que ahora se especula en la Diagonal. Sería algo así como “yo me cepillo a Simón, pero a cambio abro la puerta a Lucena, que es un buen gestor —lo está demostrando en AENA— y sobre todo es mucho más socialista y amigo tuyo (y de Illa) que Simón. ¿Qué te parece el cambio, Pedrito?”
«Es inevitable pensar que la afrenta tendrá consecuencias»
La muerte en la guillotina de Ángel Simón dibuja un horizonte del universo Caixa presidido por José María Coronas al frente de la Fundación y Francisco Reynés al mando de Criteria. El matrimonio de este con Cristina Valls-Taberner, rama de una ilustre familia de miembros del Opus Dei, ha hecho pensar enseguida a algunos audaces en la existencia de un vínculo especial que impulsaría la candidatura de Reynés al delfinato definitivo. Craso error. En La Caixa no hay delfines ni los habrá, y solo la muerte dictará sentencia en ese Vaticano laico que se cobija bajo una de las torres negras de la Diagonal de Barcelona. El único poder, todo el poder, está en manos de Isidro Fainé Casas, un hombre que con este puñetazo en la mesa ha recuperado gran parte del prestigio perdido tras su intento de amigarse con el sanchismo, como han hecho con lamentable éxito tantos y tantos Garamendis españoles que cobardemente se cobijan ahora bajo sus faldas. De los tres grandes grupos que no hace tanto formaban la columna vertebral del poder empresarial hispano, el CEC, uno de ellos, Telefónica, ha caído ya en manos del dictador (querido Marc, es imposible despolitizar la imagen de la operadora con asuntos tan vergonzosos —»yo te apruebo la amnistía y tú me colocas al chiguito»— como el reciente enchufe de Pumpidín, el hijo progrepijo de Cándido Conde-Pumpido); el otro, Santander, trata de huir del cerco con una Botín que se declara poco menos que ciudadana extranjera, y el tercero, Grupo Caixa, lucha por recuperar su plena libertad de acción. Resiste gente corajuda como Ignacio Sánchez Galán, y tipos inteligentes como Rafael del Pino que lo vio venir. El resto son Florentinos, muchos Florentinos, demasiados, rendidos de hoz y coz ante un Gobierno al que dan cobijo los domingos en su imaginario palco del Real Madrid. Se avecinan sorpresas, porque las ratas son las primeras en abandonar el barco cuando hace agua. Fainé ha sido el primero en olfatear que el cambio está cerca.