Adolfo Lorente-El Correo

  • El presidente, sabedor del frontal rechazo que existe en Cataluña a esta operación, anuncia por sorpresa una consulta pública que le sirva de base para vetar la fusión

Yal quinto día después de que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) diese su luz verde por «unanimidad», habló. No sólo habló, prácticamente dictó sentencia. El presidente del Gobierno, de forma sorprendente y en plena crisis por el apagón histórico de hace una semana, ha anunciado desde Barcelona que hará todo lo posible frenar la opa lanzada por BBVA sobre el Sabadell. ¿Cómo? Lanzando una inédita «consulta pública» sobre una «opa hostil» (que haya pronunciado el adjetivo es clave) para que los ciudadanos (¿sólo los catalanes?), organizaciones y asociaciones (casi todas están en contra, al menos las catalanas) se pronuncien sobre la mayor operación bancaria registrada en España en mucho tiempo. ¿A que no adivinan qué va a decir esa «consulta pública»?

A Pedro Sánchez nunca le ha gustado esta opa, pero no menos cierto es que el plácet tan contundente de la CNMC (incluido el apoyo del vocal colocado por Carles Puigdemont) complica mucho su margen de maniobra para vetar la operación con Bruselas y los mercados internacionales mirando con lupa una operación que excede, con mucho, las fronteras españolas. Sin embargo, políticamente, es una bomba de relojería para el presidente, cuya continuidad en Moncloa depende de un independentismo catalán que se ha mostrado radicalmente en contra de la opa poniéndose la camiseta del Sabadell. También el presidente de la Generalitat, el socialista Salvador llla.

De ahí la relevencia del movimiento que este lunes ha hecho Sánchez. Por varios motivos. Primero, el mensaje: la consulta pública inédita sabedor de que el rechazo es abrumador enfatizando el adjetivo «hostil». Segundo, el lugar: Barcelona, en las jornadas anuales del Cercle d’Economia. Y tercero, el cómo: con los presidentes de BBVA, Carlos Torres, y el Sabadell, Josep Oliu, sentados en primera fila. Seguro que más de uno se ha removido en su silla. Para bien y para mal.

Sánchez, que en última instancia tendrá la capacidad de vetar la fusión en el Consejo de Ministros (no así la opa, si los accionistas dan su plácet), ha justificado este movimiento, el de la consulta pública, «para tomar una decisión con todas la garantías». «Nuestra intención -ha recalcado- es ayudar a que nuestras empresas crezcan, que ganen volumen y competitividad, siempre y cuando beneficie al interés general». Interés… ¿qué?