José Alejandro Vara-Vozpópuli

¡Disparen contra los ultrarricos de las eléctricas! Sánchez se encomienda al populismo antinuclear

Llegó desnudo al debate del apagón y la defensa. Ni aclaró las causas del colapso nacional ni detalló de dónde saldrán los 10.000 millones para tanques y misiles. Evitó la autocrítica y obvió pedir excusas por el estropicio. En el día del Cónclave vaticano, a Sánchez sólo le faltó encomendarse al secreto de confesión y al Espíritu Santo. Quizás ya se da por condenado. O quizás pensaba en el último paso del juez Peinado sobre Begoña, empeñado en aclarar el papel de la esposa de presidente en el rescate de Air Europa. El bombazo de la jornada. Quizás del mes.

Acorralado y nervioso -ese ‘onceavo’ por ‘undécimo’-, granítico en sus embustes, sin datos ni argumentos, agotado el recurso de embestir a la oposición, fue incapaz de ir más allá de un cansino recitado de tópicos y una torpeza clamorosa a la hora de escurrir el bulto. Su larga hora y media de intervención resultó un pastiche desmadejado y estéril -’totum revolutum’ dijo Feijóo– un rosario de trolas, un monólogo de consumado estafador obsesionado en esquivar responsabilidades y señalar culpables. Una ceremonia de la confusión para quitarse de en medio, para no asumir su responsabilidad de presidente de un Gobierno que no funciona en un país que se viene abajo. Tuvo la prudencia de apenas insistir en la teoría de los cibertaques y así atajar la lluvia de chistes y memes que ahora le ahogan.

”Oyéndole, los españoles estarán deseando que se repita. Que cada lunes haya un apagón, todos felices. Qué vergüenza”, respondía el líder de la oposición.

Su manida estrategia consistió en difuminar el gran estropicio eléctrico mediante un bombardeo feroz contra las nucleares, ese monstruo infernal causante de todos los males que nos asfixian, aliñado con una jovial celebración a la madurez de esa querida España, como de Cecilia,“un país extraordinario” que reaccionó con una alegría y un civismo ejemplar, ordenada y dócil como un coro de monjitas. El lunes 28 no fue el día de la bestia sino el día de la felicidad. Menos delitos, menos accidentes, menos denuncias, más sonrisas, más jolgorio en las terrazas, más alegría en las plazuelas… un jardín de infancia. ”Oyéndole, los españoles estarán deseando que se repita. Que cada lunes haya un apagón, todos felices. Qué vergüenza”, apostillaba el líder de la oposición.

¿Cuál fue la causa del gran colapso? Habrá que esperar. Como en la pandemia, se ha creado una comisión de expertos integrada por miembros del Gobierno (a las eléctricas se les ha vedado su participación) que elaborará una auditoría cuyos resultados se conocerán nunca jamás. “Dentro de seis meses”, desveló la vicepresidenta de la cosa Sara Aagesen el martes en el Senado. Italia, en idéntico episodio, despejó la duda a las quince horas. Aquí es imposible saberlo, confesó muy digno el fullero. Hay que analizar 756 millones de datos. ¡Oohhh!, se escuchó en la bancada socialista, en la que asomaban, a ratos, algunos rostros con signos de rubor. Y señaló, cómo no, a su nómina favorita de culpables, “los ultrarricos de las eléctricas”, los intereses políticos “vendidos a un buen pagador”, “los apóstoles del caos y vasallos de los oligarcas internacionales”. Un discurso adolescente, jaculatorias de cafetería de facultad de los ochenta. Todo ello dicho sin convicción, con un tono de delantero del Barça en la prórroga, recurrió a su habitual fórmula de repasar la historia del PP desde el Prestige a la Dana, haciendo burletas sobre la hemeroteca de dirigentes de la derecha. «Cuando hay pasta de por medio, jejeje, señor Abascal«. Broncanismo zafio, inchaurrondismo pedestre. Nada sobre el apagón ni los presupuestos de defensa. Un truco de animador de feria para jubilados en Benidorm.

Una descomunal macedonia indigesta en la que el protagonista mezclaba la eléctricas con la derechona, lo renovable con la tierra prometida, Fukushima con el PP, la energía limpia con el progreso, la biblia y el apagón, que diría el tanguero. Con un lema de publicista barato, agárrense ,“el futuro es verde o no será”

Consciente sin duda de que su proclama es pura farfolla, solo digerible por sus talibanes más cerriles, esos que ocupan cargos y engullen nóminas, incurrió en la excusatio non petita: “No hago afirmaciones ideológicas sino científicas”. “No soy un fanático antinuclear”. “No son consignas políticas como las que vamos a escuchar esta mañana”. Y lo más impropio: “Ese cinismo de quienes hablan de los cinco muertos durante el apagón y nada dicen de los 8.000 fallecidos por el cambio climático”. “El cinismo, la indecencia, es no pedir perdón a los familiares de las víctimas», replicó Feijóo. Como en la Dana. Como en el parón del Ave.

Toda una macedonia indigesta en la que el protagonista mezclaba la eléctricas con la derechona, lo renovable con la tierra prometida, Fukushima con el PP, la energía limpia con el progreso, la biblia y el apagón, que diría el tanguero. Con un lema de publicista, agárrense: “El futuro es verde o no será”. La alegre tonadilla de los ecologretas.

Feijóo tuvo su día. “Los más verdes llevaron a España a negro”. Ya hace varias sesiones que actúa con tino, quizás ese nuevo asesor que anda por Génova ha cogido el pulso a estos duelos parlamentarios. Lo mejor fue cuando resaltó que al único que le vino bien la aciaga jornada sin luz fue “a su hermano”, que ese día la juez de Badajoz lo ponía al borde del banquillo y así el asunto poco trascendió. Al resto del país “nos abochorna”. “Se ríen en nuestra cara, todo lo que tocan lo destrozan, en España solo funciona lo que no depende de su gobierno. Deje su soberbia para otra ocasión, quién se ha creído que es?” En un ataque de voluntarismo algo infantil, el líder del PP no desaprovechó la ocasión para exhortar a las bancadas Frankenstein a que acaben con esto, defiendan al Legislativo, arrollado por un Ejecutivo que se salta los usos democráticos a su conveniencia. “Este Parlamento no es un trámite. O se respeta, o elecciones, O democracia o democracia”. Parece que Sánchez, de momento, no piensa lo mismo.

Señor de ls calamidades

“Pedro Chávez” lo bautizó Santiago Abascal. Cuando el líder de Vox sube al estrado parece que el protagonista de la ceremonia se relaja. Espera sus acometidas como quien aguarda elogios, piropos, palabras balsámicas. “Qué asco de gobierno, un régimen de miedo, un gobierno de villanos”. Musica celestial para el profeta del progreso, para el gran gurú de la izquierda europea. Esta vez el tono de Abascal era más pausado, menos colérico. «Lárguese, señor de las calamidades. Y por favor, al salir, deje la luz encendida».

Dado que la líder de Sumar se había ido a Roma, Yolanda a la espera del Papa, por la izquierda de la izquierda ofició una Verónica Barbero que recordó lo de las balas de Israel de las que ya nadie habla para satisfacción de un Marlaska que lleva quince días desaparecido. Encogidito y mustio se le veía en su escaño, quizás a la espera de su resurrección.

Régimen de guerra, rearme criminal

Rufián, de ERC, montó un numerito de payaso de la tele, “¿quién de aquí está a favor de las nucleares?” y Miram Nogueras, de Junts, se empeñó en subrayar al número uno  que “no estamos a su lado… ni al del PP”, por si había dudas. Puigdemont no está al lado de Sánchez. Está encima, dando órdenes, dirigiendo sus pasos, exigiendo leyes, amnistías, presupuestos, más madera. Lo mejor fue el final. Ione Belarra, cuatro diputados, menos votantes que los del referéndum de la opa BBVA, se encaramó al atril como una jupiterina tronante y le arreó al presidente con una saña tan furibunda que dejó en pañales al líder de Vox.  «Hoy ha escrito aquì una de las páginas más oscuras de nuestra historia. Impulsa un régimen de guerra y se suma  el belicismo de la OTAN, al rearme criminal. Miente, ya está recortando gastos sociales para comprar armas. Es usted un cobarde frente a Trump. España no se merece un presidente cobarde. Es cómplice del genocidio israelí contra Gaza». Una furia inútl, casi delirante, que posiblemente escoció a más de un espíritu sensible en el rebaño socialista qe pensaba ya en que se acercaba la hora de comer. Luego salió Patxi Nadie. ¿para qué?

La invitación de la jornaa fue la que le lanzó, amablemente, Feijóo a Sánchez: «Me gustaría que saliera conmigo a pasear por alguna calle de España». ¿Qué le parece? Mucha gente pagaría por verlo. Incluso en Paiporta.