Rebeca Argudo-ABC
- Siempre está Tezanos para cocinar un sondeo que concluya que Sánchez es el más guapo y que ganaría las urnas porque la ciudadanía le adora
Lo mismo se nos va la luz que el AVE de Sevilla a Madrid no tira porque han robado el cobre. Estamos de un tropical (en el sentido más bananero del término) que no se nos puede aguantar. Pero lo importante aquí no es que los servicios básicos comiencen a fallar de manera alarmante, sino que quien no lo celebre como una oportunidad para bailar con desconocidos, abrir un libro o disfrutar del viento inmóvil es un miserable y merece todo mal. «Comportamiento cívico» llaman ahora a no decir ni «esta boca es mía» por no incomodar al morador de Moncloa, no le vaya a dar por escribir cartas y tomarse días libres. Digo yo que una respuesta cívica será, más que la reacción borreguil de celebrar lo indefendible, encajar estoicamente el imprevisto y, a continuación, exigir responsabilidades. «Exigir responsabilidades» es otro de esos sintagmas que, o bien ya no están de moda, o han pasado a significar algo que no es lo que significaban antes. Aquí ya nadie se responsabiliza de nada. Hasta tal punto que pensar en Máximo Huerta, aquel breve ministro que dimitió a los seis días por una condena ya saldada por fraude fiscal, me despierta cierta ternurica. Digo que exigir responsabilidades, como comportamiento cívico, ahora han devenido en significantes distintos. El primero ya no consiste en pedir con contundencia que quien haya fallado en sus responsabilidades, por dejadez o por inoperancia, asuma las consecuencias de sus actos (o de la ausencia de estos). Ahora define al señalamiento desde cargos públicos a la oposición, acusándola sin prueba alguna, pero con convencimiento, de sabotear infraestructuras para horadar la reputación del Gobierno. Y «comportamiento cívico» ya no es el ejercicio consciente de los derechos y deberes del ciudadano, sino el tragar con lo que sea (la épica de aplaudir en los balcones vino para quedarse) con cierta y despreocupada alegría de vivir. Incluso en la RTVE, en uno de esos programas con vocación de servicio público, ha aparecido un señor con traje a explicar, como antaño Epi y Blas explicaban lo que era izquierda y derecha, que a los únicos que beneficia que las cosas vayan mal es a los fachas. A los malos, ya saben. Así que lo suyo es el viejo «dientes, dientes, que es lo que les jode», que diría la Pantoja a Cachuli. ¿O les vamos a dar la alegría a esa gentuza de reconocer lo que está mal y quejarnos también, como si fuésemos uno de ellos y aunque sea con razón? Recuerden: comportamiento cívico. Y, si todo fallara, si por alguna grieta de este ‘folie à plusieurs’ que es el sanchismo se colara un atisbo de razón, siempre está Tezanos para cocinar un sondeo exprés con el que concluir que Sánchez es el más guapo y que, de convocar elecciones generales hoy, ganaría con mayoría absoluta porque la ciudadanía le adora y está muy a favor de los apagones y de los contratiempos ferroviarios. No se quejen, que por lo menos no gobierna la derecha.