Rebeca Argudo-ABC
- Es extraño que alguien que plagió su tesis y a quien le escriben los libros se esmere tanto en redactar un mensaje distendido a un amigo
Pedro Sánchez dice «onceavo» y dice «hasta incluso» en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. En sus redes, hace unos años, escribía desacomplejadamente «ser malos», «me quede sin bateria» y «hojear lo k se dice d la crisis». Sin embargo, leyendo su WhatsApp con Ábalos, parece un catedrático de Literatura oriundo del mismísimo Valladolid. Qué escrúpulo para la gramática, qué respeto por la ortografía. Incluso yo, que soy de esas insufribles que utilizan en la mensajería instantánea el signo de apertura de admiración e interrogación, la coma del vocativo, el punto y coma y no perdona una tilde, me encuentro alguna errata. Por entusiasmo, descuido o prisas. Por lo que sea. Pero Pedro Sánchez, no. Ni una triste errata. Dos j seguidas creo que se le colaron en un «jajaja», pero porque Ábalos estuvo muy gracioso llamando «Malasaña» a Margarita Robles, «según la nominó Ayuso», y eso le hizo aturullarse un poco. Lo que no evitó es que se le pasase el punto final. Que una cosa es la risa tonta y otra faltar a las más elementales reglas ortográficas en una conversación distendida y privada. Y el tono. Me encanta el tono. Ábalos cita a Quevedo (un poco reguleras, pero le cita) y Sánchez le habla de Christopher Hitchens con la misma naturalidad con la que se recita la Wikipedia. Llámenme tiquismiquis, pero parece la conversación que mantendrían dos personas si supieran que les están leyendo. La cosa no fluye, no hay ‘charme’. Si a mí un amigo, uno querido y de confianza (pongamos mi mano derecha, aquel con el que me iría en un Peugeot 407 a conquistar España y salvarla de la ultraderecha), me escribiese algo como: «Gracias, José Luis. La verdad es que he echado de menos muchas veces trabajar contigo. Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad», yo solo barajaría dos opciones: o me está traicionando o está en peligro y está llamando mi atención con ese tono inusual para que avise a su mujer, a la Guardia Civil, a la Policía Nacional y hasta al Seprona. Me escama a mí el tono que mantienen, ya digo, pero más todavía la meticulosa redacción de los mensajes. Y es que ya lo dijo El Marqués de Gramont en ‘John Wick’ (yo es que soy muy fan de ‘John Wick’, un tipo que en estos tiempos de delirante emotividad es capaz de tirarse cuatro películas repartiendo sopapos porque le han matado al perro, merece todos mis respetos): como haces cualquier cosa, así haces todo. Por eso chirría un poco que el de «onceavo» y «hasta incluso», el faltón arrabalero del bruxismo agitado, sea, precisamente en un contexto íntimo y relajado, más contenido y correcto que allá donde ejerce su función representativa. Porque, como haces cualquier cosa, así es como lo haces todo. Y es extraño que alguien que plagió su tesis y a quien le escriben los libros se esmere tanto en redactar un mensaje distendido a un amigo. A no ser qué.