Gabriel Sanz–Vozpópuli

Debatir sobre su sucesión cuando no ha llegado a La Moncloa es mentar la ‘bicha’, servir en bandeja al PSOE el relato de que ni el PP se fía de su líderazgo

Que quede claro, a Alberto Núñez Feijóo le queda una bala: gobernar tras las próximas elecciones generales, sean estas cuando sean. Si no lo logra, si Feijóo no logra desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa a la segunda, después del tremendo fiasco que supuso en las filas del PP lo ocurrido las elecciones generales de julio 2023 tan solo dos meses después de la barrida a los socialistas en las elecciones autonómicas y municipales de aquel año, difícilmente tendrá una tercera oportunidad de intentarlo; es más, él y su equipo lo saben, y, sobre todo, quienes aspiran legítimamente a sucederle algún día, Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla, también, aunque ahora toque hacer piña a su alrededor.

Por eso resulta tan sorprendente cierto debate precongresual que se está dando en las filas populares respecto a la posibilidad de que los populares modifiquen el sistema de primarias en el congreso de este mes de julio para volver, en cierto modo, al sistema tradicional de elección vía mesa camilla entre los que mandan, o no, que diría Mariano Rajoy y se apunta la gran defensora de las primarias, Ayusocomo si no hubiera asuntos más importantes sobre los cuales poner el foco, empezando por el consabido qué hacemos con la inmigración, siguiendo por un más qué pertinente qué hacemos con los apagones, las renovables y las centrales nucleares, sin olvidar los colapsos ferroviarios a los que hacen frente millones de españoles cada mañana. Digo por aportar ideas sobre asuntos de los que se habla en los bares.

Debatir ahora sobre primarias en el PP siempre se va a interpretar en esta clave: se fían tan poco de las posibilidades de triunfo que tiene que dejar atado y bien atado que el sucesor volverá a ser cooptado a la antigua usanza; no vaya a ocurrir, como en 2018, que salga al ruedo otro espontáneo al mejor estilo Pablo Casado y la liemos

Pues no. El PP lo ha vuelto a hacer, se ha vuelto a pegar un tiro en el pie ofreciendo en bandeja a Sánchez y al PSOE justo el debate que más les interesa para salir del acoso del apagón, los Whasapp y la corrupción de Ábalos, Koldos y demás compañeros mártires: las primarias que, como todo el mundo sabe, forma parte de las preocupaciones cotidianas del español medio (modo ironía on); es decir, nos fíamos tan poco de las posibilidades de triunfo que tenemos que dejar atado y bien atado que el sucesor volverá a ser cooptado a la antigua usanza, no vaya a ocurrir, como en 2018, que salga al ruedo otro espontáneo al mejor estilo Pablo Casado y la liemos.

Resulta tan surrealista que, por momentos, da la impresión de que la estrategia política y comunicativa de la Dirección Nacional del PP en la calle Génova la diseña el todopoderoso ministro Félix Bolaños con su jefe en La Moncloa, que deben estar desternillados y aplaudiendo en medio del cénenla que tienen montado. Porque no hay sesión de control al Gobierno, mitin o acto institucional en los que el presidente del Gobierno y los suyos no deslicen la idea de que a Alberto Núñez Feijóo le quedan dos telediarios, que su «jefa» es Ayuso, que no ha logrado embridar al partido tres años después de defenestrar a Casado y va él y diseña un congreso para debatir una propuesta que duda de la solidez del ganador de las anteriores elecciones, él mismo.

Por mucho que lo quieran plantear en clave de futuro, dicen, las sucesiones nunca se teorizan años antes, se ejecutan in situ. Y la mejor prueba son las primeras fricciones al respecto. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida se ha mostrado a favor de obra para cargarse las primarias como quiere Feijóo. A diferencia de Ayuso, el edil es «escéptico» con lo de un militante, un voto «eso no suele funcionar muy allá», en clara alusión a lo sucedido con Casado.

Las encuestas, todas menos el barómetro del (CIS), auguran que el PP volverá a ganar y gobernará gracias a Vox; por tanto, al candidato popular hoy debería importarle el método de elección de su sucesor lo mismo que a Melody si el próximo ganador de Eurovisión 2026 resulta elegido por el sospechoso televoto: absolutamente nada

Las encuestas, todas menos el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), auguran que el PP volverá a ganar con holgura y que gobernará gracias a Vox. Eso debería ser un punto final para los populares. Y al candidato Feijóo hoy debería importarle el método de elección de su hipotético sucesor, tras otra hipotética derrota, lo mismo que a Melody si el próximo ganador de Eurovisión 2026 resulta elegido por el muy sospechoso televoto ciudadano: absolutamente nada.

Porque ante el escenario alternativo, la derrota, la decepción interna sería tan brutal y la crisis orgánica que se abriría tan grande, fuera ya de la competencia del político gallego, que la sola invocación de la bicha de las primarias es contraproducente para los intereses del teórico sucesor de Pedro Sánchez en quien millones de ciudadanos deberían tener ya a esta hora depositada la esperanza de un cambio que ponga fin a la fuerte polarización política que vive España.

¿Mejor hablar de primarias que de Vox?

Razón de más para que el PP no se enrede ni ahuyente a sus potenciales votantes con debates fuera de hora y lugar. Entiendo que orgánicamente es atractivo para una Isabel Díaz Ayuso estrella rutilante entre los militantes y siempre presente en las conversaciones «por lo que pueda pasar», lo mismo que ocurre, más discretamente con el presidente andaluz, Moreno Bonilla. Ambos son muy jóvenes y disfrutan de unas mayorías absolutas apabullantes, pero recuerdo que el hoy criticado Feijóo tuvo cuatro en Galicia antes que ellos y de poco le sirven ahora.

A los que no entiendo es a esos que argumentan sotto voce «mejor hablar de eso que de los pactos con Vox»… ¿Seguro? ¿Piensan que el votante es tonto como para no saber a estas alturas que el futuro político del gallego está ligado en gran medida al de Santiago Abascal, les guste o no? ¿Nadie ha caído en la idea de que hablar de primarias suscita dudas y pone al PP ante el peor de los escenarios: que Pedro Sánchez llegue a 2031, los mismos años en el poder (13) que él más longevo de nuestros presidentes vivos, el también socialista Felipe González?