Iñaki Ezkerra-El Correo
- No se está haciendo justicia con ese gremio profesional que trae el agua y la higiene
El adiós de Mariano Ozores el pasado miércoles ha servido para rescatar de las hemerotecas una expresión que utilizó Pilar Miró, mientras ocupaba el cargo de directora general de Cinematografía entre 1982 y 1985, para referirse de manera despectiva al cine popular y humorístico que hacía el fallecido actor español. Pilar Miró dijo en aquellos primeros tiempos del felipismo triunfante que no pensaba dar un duro para las películas de Ozores «porque hacía cine para fontaneros». Semejante hallazgo léxico ilustra gráficamente el clasismo hiperpijo que se traen entre bastidores ciertos representantes de un partido que todavía sigue llamándose de forma puramente retórica ‘obrero español’. Es una frase que ignora que Pajares y Esteso también causaban furor entre los ejecutivos. Y es sobre todo una bordería que hace menosprecio de una respetable especialidad profesional, como es la de la instalación, cuidado y reparación de unos servicios sanitarios que resultarían más necesarios que nunca en ese mundo lleno de ilusión y falto de jabón que tristemente encarna nuestra actual izquierda.
No. No voy a fingir que me sorprende que Pilar Miró hiciera ese comentario tan feíto de quien se siente en no sé qué pomada, de la cual, por cierto, luego la dejaron caer sin la menor compasión. Lo que me choca es que esa engreída acuñación verbal -«cine para fontaneros»- regrese del pasado en unas fechas en las que la prensa y los telediarios no dejan de hablar de los fontaneros de partido; o sea, de un tal Santos Cerdán, al que los titulares llaman pomposamente «el fontanero del PSOE», como si se tratara de un título nobiliario, y de un tal José Luis Ábalos que se ocupó, antes que él, de esas tuberías políticas y esos grifos económicos, hasta que le reventaron en pleno careto todos los desagües malolientes y hediondos de los mingitorios y las letrinas del poder.
La verdad es que no se está haciendo justicia con ese gremio de profesionales que traen el agua y la higiene a nuestras cocinas y cuartos de baño. Uno es que se acuerda también de los fontaneros que ha tenido el PP y repara en que son la antítesis de Don Limpio. Fontaneros, en el sentido figurado en el que se usa hoy ese término, fueron los inolvidables Teodoro García Egea y Ángel Carromero, así como también lo fue Alberto Casero, aquel que se equivocó al pulsar el botón de su escaño de diputado y al que, en noviembre de 2023, la Audiencia Provincial de Cáceres declaró culpable de prevaricación y malversación de caudales públicos.
No sé si a esta colección de fontaneros metafóricos que me viene a la memoria les gustaba el cine de Mariano Ozores o el de Pilar Miró. Pero sospecho que, más que para espectadores, valen para interpretar al Torrente de Santiago Segura.