Pedro Chacón-El Correo

Lo que acaba de ocurrir con el cambio de nombre de la UPV-EHU, a la que se le ha amputado la denominación castellana dejando solo la euskérica, constituye la culminación de un proceso sostenido en el tiempo, desde 1978 para acá, de imposición arbitraria, desde instancias oficiales y que excede sin medida cualquier razón histórica, de uno de los dos idiomas del País Vasco sobre el otro. En este caso con el agravante de que se hace sobre la institución de referencia de nuestra enseñanza superior, denominada así desde 1980, cuando se concibió al margen de esa absurda ola uniformizadora.

Con la instauración democrática comenzó una limpieza en toda regla de la presencia del castellano en cualquier denominación oficial, que ha llegado a extremos como imponer inventos en la toponimia (como Gordexola o Sukarrieta) y nombres delirantes en el callejero, todo euskerizado, con ejemplos de calles Sebero Otxoa, Menendez Pelaio o Ramon y Kajal.

Estas alteraciones arbitrarias ni que decir tiene que afectaron también a la onomástica que, al derivar en buena medida de la toponimia, se la dejó sin su referente histórico. Pero todo eso dio igual, porque a nuestros redenominadores actuales todo lo que contuviera algún rastro de castellano les pareció ya directamente franquista. El caso es que la gente se empezó a euskerizar los apellidos, pero tampoco mucho, ya que las derivadas burocráticas retuvieron bastante el proceso. Y en cuanto a los nombres de pila, bastantes de ellos tuvieron incluso más éxito del Ebro para abajo que aquí, con lo que el afán de singularización también se amortiguó con la generalización de su uso. Por ejemplo, el nombre de Aitor es el doble de abundante fuera del País Vasco y Navarra que aquí.

Pero es que, además, en este caso de la UPV-EHU, aparte de que la diferenciación con la Politécnica de Valencia, que se aduce como excusa, venía siendo fácilmente solventada con la doble sigla, las dos denominaciones aluden a hechos sustancialmente distintos. No es lo mismo decir Universidad del País Vasco que Euskal Herriko Unibertsitatea. Este segundo nombre era el simbólico, el evocador, el que apelaba a un futuro promisorio, siendo el primero el específico y real: es la universidad de la Comunidad Autónoma Vasca. Ahora, en cambio, diciendo solo EHU estaríamos hablando de una etérea Universidad del Pueblo Vasco (es su significado literal) que abarcaría también a Navarra e Iparralde, cuando estos territorios tienen ya sus propias universidades.

Las otras razones que se han aducido para el cambio de nombre y de logotipo tampoco tienen un pase. El tópico del color verde, que nos hace olvidar que la Llanada alavesa o el sur de Navarra son más bien amarillos. Y lo de apelar a nuestras raíces, cuando sabemos ya de sobra que más de la mitad de quienes nacimos y vivimos aquí las tenemos bien arraigadas en el resto de España.