- Jake Tapper busca la redención porque, a fin de cuentas, si hay un pecado original en esta historia es el suyo, el de la CNN y afines, su infinita arrogancia al monopolizar el criterio de verdad y mentira. Tal empeño solo puede materializarse en una dictadura sin ambages, en un sistema totalitario duro
Dada la hegemonía de la izquierda relativista, algunos hechos trascendentales no cobran verdadera existencia hasta que la propia izquierda les otorga carta de naturaleza. En los EE.UU. es diferente; cómo estará siendo la feliz revolución para que siniestros y poderosos ingenieros sociales, tipo Mark Zuckerberg, hayan saltado al lado de la libertad de expresión y hayan removido la censura de sus imperios tecnológicos. Y con ella, el totalitarismo blando que aquí sigue vigente y que solo se distingue de una dictadura por los nombres: «verificación» o «moderación de contenidos» en vez de «censura». O sea, que no se distingue en nada salvo en la percepción de las almas de cántaro, siempre impresionables, siempre susceptibles al hechizo, siempre spellbound (atadas por lo pronunciado, literalmente).
Acaba de cobrar carta de naturaleza un secreto a voces. No fue un hecho (si es que hay hechos, si es que hay realidad, si es que hay algo más que relato) hasta que EE.UU. se despertó trumpista, negando por segunda vez cualquier credibilidad a los medios. Lo que da carta de naturaleza mundial al hecho que nos ocupa no tiene ni una semana de vida: el libro Original Sin (Pecado original), de Jake Tapper y Alex Thompson. El primero, de CNN, moderó el debate electoral donde se constató que el presidente Biden estaba para retirarse con cuidadores, y que el establishment demócrata había mentido gravemente. Hasta entonces, sugerir la incapacidad de Biden para ser presidente conllevaba acusaciones de conspiranoia, era fake news, más los equivalentes americanos a «la máquina de fango» de Umberto Eco, que tanto gusta al sanchismo, o el arrojadizo «negacionistas», comodín como «Franco», pero oscuro. Quien busque su sentido torcido, llegará a la conclusión de que negacionista es todo aquel que no se produce como un lameculos de Sánchez.
Jake Tapper busca la redención porque, a fin de cuentas, si hay un pecado original en esta historia es el suyo, el de la CNN y afines, su infinita arrogancia al monopolizar el criterio de verdad y mentira. Tal empeño solo puede materializarse en una dictadura sin ambages, en un sistema totalitario duro. En la medida en que las formas democráticas se mantengan, acabará imponiéndose la libertad. Como sucede con la literatura, en democracia la forma es el fondo, pues llegarán las elecciones, se celebrará el debate en directo, y la insostenible falsedad impuesta por el hegemón se vendrá abajo. Siempre que sea tan evidente como el estado de Biden. El hecho es que un grupo en la sombra gobernaba los EEUU y pensaba seguir haciéndolo. Con ecos romanos, el poder fluyó a la mujer del presidente y a su hijo Hunter, autor de su propio indulto vitalicio y protagonista de estomagantes vídeos narcopornos cuya exhibición (o mera mención) conllevaba aplastamiento y expulsión de la esfera pública. La banda tiránica que Trump ha liquidado no desentonaría en la Vida de los doce Césares de Suetonio, entre los incestos de Calígula, el endiosamiento de Nerón y los abusos de Domiciano.