Uno de los barones del PP exponía una observación sobre las cuestiones que querían plantear a Pedro Sánchez para la Conferencia de Presidentes: «Es incomprensible que Pedro Sánchez no quiera hablar de financiar la sanidad pública, no quiera hablar de la política de vivienda o que no quiere hablar del apagón». Esas cosas se dicen porque se han meditado poco previamente. ¿Para qué había de querer hablar de financiar la Sanidad Pública, vamos a ver? Está fresca la tinta en los periódicos que daban la noticia de su  inauguración del Servicio de Urgencias, que tampoco tiene actividad quirúrgica ni camas para ingresos hospitalarios..

También tendría motivos para no hablar de vivienda después de haber prometido 184.000 viviendas públicas ¡el quinto pilar del estado del bienestar! de las cuales no ha llegado a construir el 10%. Y para qué vamos a hablar de lo prudente que sería callarse sobre el proceloso asunto del apagón, justo ahora que nos hemos enterado de que Moncloa intentó llegar a un acuerdo con las grandes compañías energéticas, Endesa, Naturgy, Iberdrola y Repsol para quitarle mancha a Red Eléctrica y repartor a pachas la responsabilidad sobre el apagón. Las empresas lo rechazaron, naturalmente.

Aunque la prudencia habría recomendado a cualquier responsable público pasar de puntillas sobre cuestiones como las citadas, Pedro Sánchez no es un tipo prudente y teniendo ocasión de hablar no habrá dios que lo calle, con razón o sin ella, con argumentos o a pelo.

Total, que al PP le hacían falta diez firmas de las 19 posibles para añadir cuestiones al orden del día ( las 17 CCAA y las dos ciudades autónomas, que son Ceuta y Sevilla en opinión del presidente del Gobierno). La carta que enviaron a Sánchez el pasado lunes tenía 13 firmas.O sea que a Pilar Alegría, esa desprejuiciada criatura que entonaba ayer un apenas audible ‘mea culpa’ por el bulo de la bomba-lapa: “nos hgcimos eco de una información que posteriormente  algún medio ha considerado que se pòdía interpretar de otra manera”, le parecieron bien. Y eran el preludio de un trágala que el Gobierno ha apurado hasta las heces. Tenían dos posibilidades: tragar o afrontar el plante  de los autonómicos al presidente. Irían al acto con el Rey, pero después, cada mochuelo a su olivo.

Todo esto se suma a la pavorosa soledad del jefe que lleva más de un mes sin decir ni pío y que a lo largo de los últimos meses ha sufrido más de un centenar de derrotas parlamentarias, ha visto fracasar tres decretos-leyes, cuatro proposiciones de Ley, la senda de la estabilidad y la reprobación de dos ministros. Un plante del PP el viernes en Barcelona habría sido un añadido doloroso y parece, que después de todo, parece que el PP empieza a hacer oposición de verdad. ¡Laus Deo!