Miquel Giménez-Vozpópuli

  • No estás solo. La justicia social no es un carné en el bolsillo

Lo que mejor ejemplifica a los socialistas de toda la vida, los que creen firmemente en la social democracia como instrumento de transformación social, es el rostro que puso Nicolás Redondo Terreros en directo, viendo a Leire y su patética rueda de prensa sin preguntas y la irrupción de Aldama. Nicolás es un hombre honrado, sin tacha, que ama a España y defiende la Constitución. Se puede discrepar ideológicamente, pero que nadie lo dude: no hay en el ni un ápice de traición ni felonía. Verlo demudado, avergonzado, horrorizado, ante el circo organizado por Leire y el sanchismo era ver la caída de toda una época, de una formación política señera, de la fe que tantos y tantos depositaron en unas siglas que han acabado en el barro de la corrupción, la traición y el ridículo.

Lo siento de todo corazón, porque como soy de los que no cree que las gentes de buen corazón se encuentren en este o en aquel partido y que en todos hay siempre alguien de buena fe, el desespero de Nicolás representa el de la España que votaba a Felipe y se entusiasmaba con Guerra o con el mismo padre de Nicolás. Una generación que vio en la social democracia la oportunidad de modernizar España. Aquellas gentes – yo fui uno de ellos – no calculamos que caeríamos en las garras de una organización capaz de compadrear con bilduetarras o con golpistas separatas. Nadie supo intuir que, tras Felipe, vendrían los Sánchez, los Koldos, los Ábalos, las Leire, los Bolaños, los Marlaskas y ¡ay! los Titos Berni. Ha sucedido lo mismo con la Constitución, que se redactó con muchos fallos, sí, pero creyendo que sería empleada por gente de bien y no por una horda que dice que es interpretable y la retuerce para su conveniencia.

En el momento de escribir este artículo sabemos que Page ha dado un paso al frente, que hay dirigentes regionales socialistas que lo apoyan, que Ferraz echa en cara a Santos Cerdán y a Sánchez que no digan ni mú. Todo esto lo anticipaba servidor en el artículo de ayer, sin ánimo de augur ni pitoniso. Pero es lo que hay. Tan solo con mirar cómo se desploma estrepitosamente el edificio construido a mayor gloria de Sánchez basta para colegir que de tantas ruinas no podrá salir nada que no sea polvo y olvido. Si eso supone también el derribo del socialismo en España lo ignoro, aunque presumo que sí, que pasará lo mismo que en otros países como Italia o Francia.

Lo demuestran en Prisa, donde han empezado a cortar cabezas sectarias; lo demuestra el millar de firmas de jueces y fiscales que irán a la huelga por el tongo que quiere llevar a cabo Bolaños

Los partidos son herramientas que, como tales, existen mientras tienen utilidad. Pero en cuanto dejan de tenerla, desaparecen y es muy difícil revivirlos. Lo siento por mi entrañable compañero Nicolás, que ha hecho del servicio al PSOE su vida, de hecho en su intervención en la tele no dejaba de referirse a este como “mi partido” aunque ya no esté en él. Pero hay una esperanza: toda la gente de rectas intenciones, de ganas de servir a la sociedad, de luchar por un país más justo y más libre siempre tendrán una causa a la que servir, la de España.

Lo demuestran en Prisa, donde han empezado a cortar cabezas sectarias; lo demuestra el millar de firmas de jueces y fiscales que irán a la huelga por el tongo que quiere llevar a cabo Bolaños, lo demuestran los guardias civiles que se querellarán por el bolo de la bomba lapa, y las asociaciones anti ocupación, y las estudiantiles, y tatas y tantas otras que saben que hay que ir en una sola dirección, la de acabar de una vez por todas con esta pesadilla sanchista. No estás solo, Nicolás. Parafraseando la película Algunos hombres buenos, la justicia social no es un carné en el bolsillo. Un abrazo muy fuerte, compañero.