- Poco importa que tras cuarenta años de talibanismo lingüístico solo el 22,4% de los alaveses –son datos del último estudio sociolingüístico del Gobierno Vasco– se declare vascoparlante
A mediados del mes pasado leí la siguiente noticia: «El modelo A cae a mínimos históricos en Álava con solo 6 centros públicos y 8 concertados» y como subtítulo «Las familias de la red pública eligen de forma mayoritaria la enseñanza íntegra en euskera». No me sorprendió tanto la noticia como el titular. La realidad no es que caiga el modelo A –todas las asignaturas en español salvo el vascuence- sino que la Consejería de Educación –en manos del PNV- apenas oferta el modelo en el 10% de todos los centros de la provincia y si no se ofrece es imposible elegirlo. La razón de su exclusión es política, postergar lo común y exaltar lo diferente. Está bien querer las lenguas y es imposible amar lo que no se conoce, pero han elegido un procedimiento equivocado, lo que se impone atraganta.
La teoría dice que una nación se asienta sobre tres pilares: territorio, población y gobierno. Si la supuesta nación aspira a convertirse en Estado y dispone de una lengua distinta a la oficial del país, ya sabemos dónde apretarán las tuercas los separatistas. Al PNV y a EH-Bildu les importa poco la calidad de la enseñanza, y menos aún la historia de España, a pesar de que los vascos contribuyéramos a forjarla desde su inicio. El separatismo explotará la singularidad hasta la náusea, aun a costa de sacrificar una o dos generaciones, dilapidar cientos de millones de euros de dinero público o expulsar el talento de la enseñanza.
Separatismo y fanatismo van de la mano y para lograr la secesión no se cansarán de enseñarnos la puerta de salida a los que no compartamos su pulsión disgregadora. Inicialmente fue el terror de ETA el encargado de la primera fase de «limpieza». Desbrozado el camino, toca profundizar en las fracasadas políticas de imposición lingüística, indispensables para asentar su proyecto étnico. Poco importa que tras cuarenta años de talibanismo lingüístico solo el 22,4% de los alaveses –son datos del último estudio sociolingüístico del Gobierno Vasco– se declare vascoparlante. Tampoco preocupa que tras el último informe PISA el País Vasco, pese a ser el territorio que más gasta por alumno de toda España, haya pasado a ocupar el puesto 12 entre las 17 comunidades autónomas.
Concluyo con otro par de noticias recientes que evidencian la apuesta de los nacionalistas por la exclusión y su afán por dificultar la convivencia. Hace unas semanas la endogámica Universidad del País Vasco –Euskal Herriko Universitatea en vascuence– especialista en poner barreras al talento y espantar a los más cualificados, ha tomado la decisión de eliminar de su logotipo UPV-EHU la referencia a la UPV para que desaparezca su denominación en español. El segundo, por todos conocido, la utilización en la conferencia de presidentes de idiomas distintos al que todos utilizan para entenderse en privado, el castellano, por cierto, único oficial del Estado a pesar de las tonterías que han dicho muchos ignorantes del artículo tres de nuestra Constitución.
En definitiva, se trata de que en Euskadi avance el sentimiento independentista y España continúe retrocediendo impasible del modo que lo viene haciendo desde hace cuarenta y cinco años. Y como colofón de la estupidez y aunque el despropósito no sea lingüístico, otro absurdo alarde identitario, increíblemente favorecido por el Gobierno de España, el enfrentamiento en un frontón de Guernica el pasado cuatro de junio, de las selecciones de España y Euskadi en la liga de naciones de pelota vasca.
Una lástima que entre nosotros siempre quepa un tonto más, a este ritmo España camina a paso ligero hacia su autodestrucción. Para evitarlo conviene recordar y poner en práctica el sabio consejo de un español universal, el guipuzcoano Blas de Lezo y Olavarrieta: Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden.