Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- Siete años de gobiernos de coalición con grupos antimercado e intervencionistas anclaron al PSOE en una visión soviética de la política económica
Esas 500 páginas de la UCO detallan en qué ha derivado el Partido Socialista Obrero Español. Convertida en simple pieza del régimen sanchista, la organización en la que militaron pioneros de la democracia liberal en España, como Francisco Giner de los Ríos, estará ya definitivamente marcada por la corrupción generalizada y el asalto golpista al Estado de derecho. En la Residencia de Estudiantes, Felipe González y Eduardo Madina proponían hace unos días volver al “viejo PSOE” como quien lanza un conjuro. Pasan por alto el estado de degradación socialista.
Para ilustrarles, nada más útil que seguir las correrías venezolanas de Zapatero. Hace una semana el expresidente protagonizó la presentación de un manifiesto del Grupo de Puebla en defensa de la expresidenta Cristina Kirchner y contra los jueces argentinos que la han condenado en tres instancias, incluida la Corte Suprema, por robar al Estado. Desde la internacional del fascismo chavista, lanzaron un ataque al Poder Judicial idéntico al que practican aquí, palabra por palabra. Lo firman, además de ZP, el exjuez Garzón, Irene Montero, el jefe comunista Enrique Santiago y el independentista Oriol Junqueras. La izquierda reaccionaria, al completo.
Quienes estén pensando en rescatar al PSOE no deberían pasar por alto que, subordinado a los proyectos independentistas, ha dejado de ser un partido nacional, de Estado. Es inimaginable que puedan compartir proyecto político Salvador Illa y Emiliano García-Page: uno, comprometido con la causa independentista, el otro, defensor de la unidad nacional. En ese partido imposible, a lo único que puede aspirar el presidente de Castilla-La Mancha es a crear un movimiento regionalista. En León o en Jaén, no tendría mucho futuro un Partido Socialista que, en Cataluña, País Vasco o Navarra, actúa contra españoles por serlo, empezando por la escuela.
El Partido Socialista, alejado de posiciones de centro izquierda liberal, se sitúa en la irrelevancia, al modo de sus pares en Francia y Grecia, donde los votantes más fanatizados terminaron migrando a las opciones extremistas de Mélenchon y Tsipras
¿Resucitar al PSOE? Quienes están en eso deberían fijarse en cómo, a medida que Núñez Feijóo amplía su espacio político, el socialismo va siendo expulsado de la centralidad. Las tendencias electorales observadas en las comunidades autónomas reflejan esa deriva imparable, y en las tres que cuentan con gobiernos secesionistas, los socialistas van de comparsas. En un futuro político para España, aún sin cerrar, un PSOE constitucionalista con el que se pueda contar para recomponer la cohesión nacional es un imposible.
En la geografía política que se va configurando en Europa, el Partido Socialista, alejado de posiciones de centro izquierda liberal, se sitúa en la irrelevancia, al modo de sus pares en Francia y Grecia, donde los votantes más fanatizados terminaron migrando a las opciones extremistas de Mélenchon y Tsipras. Como en esos dos países, en España, el socialismo se identifica con ataques desesperados a separación de poderes, contrapesos y legalidad. A su vez, se ubica en las antípodas de los partidos socialdemócratas que aún siguen en pie –en Alemania, Reino Unido o países nórdicos-.
Cuando al histórico liberal Isaiah Berlin le preguntaban por qué, a pesar del estalinismo, aún seguía considerándose de izquierda, replicaba: “por anticomunista”. Siete años de gobiernos de coalición con grupos antimercado e intervencionistas anclaron al PSOE en una visión soviética de la política económica. El “sí, pero la economía” del sanchismo es un sarcasmo ante los datos de Eurostat, como los hitos de superar a Grecia en tasas de paro o a Rumanía en pobreza infantil. Sobre resultados para las dos primeras preocupaciones de los españoles, la vivienda y la corrupción, está todo dicho. En resultados, el sanchismo no podría ser más peronista.
Avería sin reparación
Pocas cosas dificultan tanto la repesca del PSOE como la imagen de una política exterior subordinada absolutamente a las dificultades de Sánchez en política interior. En esto, la herencia es la marginalidad internacional. ¿Quiénes serían hoy aliados de los socialistas en el mundo? La ministra de Defensa Margarita Robles, aislada frente a los 31 aliados de la OTAN, resume el cuadro. Tanto como desafiar a los socios europeos con un viaje para ofrecerse a China: muy útil para el dictador Xi Jinping, como se está comprobando en la balanza comercial, pero un problema para el interés nacional.
En fin, la avería provocada por Sánchez no tiene reparación. Para comprobar la extensión de la gangrena, basta valorar el rol de Santos Cerdán. Además de secretario de Organización, él ha sido el guardián de la identidad socialista como presidente de la Fundación Pablo Iglesias y el muñidor de la plurinacionalidad como interlocutor en Suiza de Puigdemont. Refundadores de la nada no den más vueltas: el edificio está en ruinas y no admite rehabilitación.