Editorial-El Correo

  • Crece la incomodidad de los socios de investidura con Sánchez por el ‘caso Cerdán’, que abre una grave crisis en el socialismo navarro

El escándalo provocado por la presunta trama de corrupción en la que, según el informe remitido por la Guardia Civil al Tribunal Supremo, aparecen implicados Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García sacude la ya débil estabilidad de la coalición de investidura de Pedro Sánchez. La preocupación de los socios parlamentarios del PSOE se hizo evidente desde que la investigación de la UCO incluyó al último secretario de Organización del PSOE en una red para obtener mordidas a cambio de adjudicaciones públicas. Y crece la inquietud por la repercusión de estas irregularidades en la continuidad del Gobierno y por las consecuencias que mantener el respaldo a Sánchez puede ocasionar a cada uno de los grupos. Declaraciones y movimientos de algunos de los aliados reflejaron ayer su incomodidad por cómo ha decidido afrontar esta grave crisis de credibilidad el mandatario socialista.

En unos días, el PNV ha pasado de situarse a la expectativa a criticar la intención de Sánchez de mezclar, en la agenda de su comparecencia en el Congreso el 9 de julio, las explicaciones que se le requieren por la corrupción en su partido con los resultados de su presencia en citas internacionales. El «Así no» de la portavoz jeltzale Maribel Vaquero adquiere tono de advertencia, y más acompañado de la abstención peneuvista en la aprobación de una moción del PP para que el presidente informe con urgencia de las irregularidades. Tampoco Esquerra comulga con la «comparecencia gazpacho» que pretende Sánchez. Y su coaligado en el Ejecutivo, Sumar, arriesga una ruptura interna por sus aliados regionales. Soplan aires de descomposición en una legislatura ya lastrada por la prórroga presupuestaria y la trabajosa negociación de cada iniciativa del Gobierno.

La onda expansiva de la corrupción arroja sombras además sobre el escaso poder autonómico que conserva el PSOE. El hecho de que el fraude en las adjudicaciones se originase en Navarra en 2016 -y se extendiera cuando Santos Cerdán pasó a Madrid- coloca en aprietos a María Chivite. La presidenta de la comunidad foral forzó la renuncia de su ‘número dos’ al saber que Ramón Alzórriz consiguió trabajo para su pareja en Servinabar. Una empresa que la investigación vincula a la trama y cree participada por Cerdán, aunque la compañía lo niega. El cortafuegos, en todo caso, exige la máxima transparencia sobre la actuación de la institución que lidera Chivite.