Iñaki Ezkerra-El Correo
- Una marisquería, un club de alterne, escenarios de los chanchullos que son noticia
Fue en la primera etapa de la televisión oficial vasca, allá por los años 90, en una entrevista que le hicieron a la militante histórica del PNV Polixene Trabudua. Se me quedó grabado en la memoria el desdén con el que esa mujer, ya anciana, hablaba del resto de los españoles. No le gustaba el Madrid de su juventud -decía- «porque la gente hacía negocios en los bares». Me he acordado muchas veces a lo largo de los años de ese comentario que la veterana jeltzale hizo con una inolvidable cara de asco. Me he acordado cuando he visto a los tipos más interesados del planeta frecuentar los batzokis, esos establecimientos hosteleros del PNV que, al parecer, son más glamurosos que las cafeterías de la capital de España y a los que nadie acude nunca para colocar al hijo o al sobrino en la Diputación. Como me he acordado estos días al comprobar lo bien que se sigue llevando el impoluto partido de Arana con un PSOE como el de Sánchez en el que las barras de los locales hosteleros tienen un gran peso empezando por el bareto cercano al ministerio que regentaba Ábalos y donde se conocieron Aldama y Koldo. A excepción de esos pisos francos con una mesa y cuatro sillas donde los hombres de Sánchez se reunían como si fueran espías, todos los chanchullos que hoy son noticia de telediario han tenido como escenario una marisquería, un club de alterne, un bar…
Qué diría Polixene de este PNV que se ha consagrado al sanchismo desde el primer día, desde la moción de censura de 2018, y que está dispuesto a seguir siendo su socio preferente hasta el final. Qué diría de ese Aitor Esteban cuya primera reacción frente al informe de la UCO fue de sorpresa por que Sánchez le diera la credibilidad de una sentencia y no tuviera agallas para aguantar. A Aitor Esteban le extrañó la debilidad de Sánchez. Solo le faltó soltarle lo de ‘Pedro, sé fuerte’, o sea la consigna de resiliencia que a Bárcenas le lanzó en su día Rajoy. Luego el presidente del Euskadi buru batzar nos ha soltado ese rollito sobre la ética y la raya que debe haber en política para intentar disimular un incondicional apoyo que se ha hecho impresentable desde hace años.
Como ya no pueden abrazar el discurso étnico de Polixene, Esteban y Pradales agitan en estos días el trapo identitario del euskera en el escenario de la Conferencia de Presidentes y en el de la Oferta Pública de Empleo. Creo que en vez de entrar como un toro a ese trapo que no nos lleva a ninguna parte, el PP capitalino haría bien en emplearse a fondo en señalar la connivencia con este PSOE del aldeano que lleva siete años tirando la piedra y escondiendo la mano. Aquí, por ahora y teatros aparte, la raya ética la ha marcado el presidente del PP vasco Javier de Andrés al señalar que el PNV ha pasado de socio a cómplice del sanchismo.