José Alejandro Vara-Vozpópuli
- Sánchez apuesta a su choque con la OTAN para camuflar su endiablado horizonte judicial
«España es un problema», ha dicho Trump antes de sentar en la cena de bienvenida a la cumbre de la Otan. «Trump es la solución», han pensado los ochocientos asesores de la Moncloa, con el gran Rubio al frente, reconocido virtuoso de los análisis de prospectiva y de las generalidades de mercadillo. No parece demasiado lúcido el gran muñidor de estrategias del Ala Oeste. Se ha convertido en uno de los personajes más criticados en el ámbito gubernamental. Algunos ministros no evitan ya los reproches ni siquiera en ambientes poco discretos.
Tras el registro de la sede de Ferraz a cago de la UCO, se constató una reunión discreta entre Ábalos y Koldo para aunar posturas de cara a su declaración de este lunes ante el juez Puente, que resultó menos estruendosa de lo previsto pero más prometedora de lo que algunos apuntan. Versiones dispares difundían que el exministro de las amiguitas se guarda revelaciones para más adelante en tanto que otros señalan que Koldo almacena su artillería pesada a la espera de lo que cante Cerdán.
El único héroe de la progrez global
Para disimular este incendio, Sánchez ha recurrido a la añagaza propia de los gobernantes populistas, esto es, buscar enemigos externos, alimentar broncas con líderes foráneos y sacar pecho en defensa de postulados pedestres. Patriotismo de utillería. Ahí aparece Donald Trump, un regalo oportunísimo que el presidente del Gobierno español se dispone a convertir en su tabla de salvación, en su único argumento que le permite salir de casa, hacer declaraciones, insistir en promesas falsas y hasta en saludarse ante el espejo como si fuera ya el único héroe capaz de plantarle cara al brontosaurio USA. Al menos en su argumento ideal para llegar hasta las vacaciones de verano relativamente vivo.
El enconado debate sobre el presupuesto de defensa, el aumento del gasto exigido por la Otan, las riñas con ese tal Rutte, un tipo también de izquierdas que ocupa el sillón de la secretaría general de la Alianza Atlántica, aquel puesto que en su día ansiaba el líder español, son argumentos demasiado débiles, casi inocuos, para los intereses de la Moncloa. Este pulso no enciende el ánimo, no enfervoriza a las audiencias. «Las sociedades están regidas por agitadores de sentimientos, no por agitadores de ideas». Pessoa.
El caudillín ibérico ha dicho que nones, que no piensa quitar un euro al gasto social, como si por aquí se viviera en un paraíso de inversión en Sanidad, Vivienda, Educación o infraestructuras
Trump aterriza en Europa con los imbatibles B-2 todavía humeantes, con las instalaciones nucleares iraníes hechas trizas, y con un desprecio indisimulado hacia Europa en general y hacia ese spanish mequetrefe en particular. «Siempre han pagado muy poco», berrea iracundo y no sin razón. Ya lo advirtió en noviembre, que su país está harto de pagar la defensa de esa vieja regencona en que se ha convertido Europa. Toca ahora retratarse. El caudillín ibérico ha dicho que nones, que no piensa quitar un euro al gasto social, como si por aquí se viviera en un paraíso de inversión en Sanidad, Vivienda, Educación o infraestructuras.
«España quiere torpedear la cumbre atlántica», dicen en la cúpula de la OTAN, donde Sánchez se les ha atragantado. «El nuevo villano de la OTAN», dice el influyente Politico. Antes era Trudeau, que ya no está. Todos los países de la UE tienen necesidades domésticas, estado de bienestar que defender y contribuyentes a los que conformar, pero también son conscientes de que Washington ha dicho basta y que la realidad geopolítica, con Putin desmelenado, exige esfuerzos y sacrificios. Ah, pero Sánchez no. Los diseñadores de su relato perfilan ya cómo será el encontronazo con Trump. Lo quieren ruidoso, estrepitoso, incandescente. Se preparan horas de informativos intxaurrondos, de especiales broncanos, de trompetería del Pirulí para mostrar el héroe español plantándole cara al monstruo de pelo naranja con un argumento tan vendible como es la dignidad nacional y el pacifismo irrenunciable. El Gandhi de Tetuán intenta salir del hoyo de la corrupción con esta superchería barata, una estrategia tan estéril como cuando tienes diez mil cucharas y lo que necesitas es un cuchillo.
El triministro se choteó del instructor del caso Begoña en su declaración del 16 de abril, en la que evitó facilitar la información que se le reclamaba. Quizás tenga que hacerlo ante el Supremo y en condición de imputado
Una estratagema de trapisondista que apenas durará algo más de lo que se prolongue la árida cita de La Haya. Lo que dura un espejismo en el Gobi. Ya lo intentó este domingo con una aparición ‘de urgencia’, casi fantasmagórica, en una sala de prensa vacía, en un montaje casi espectral. Una aparición tan chusca que, a los pocos televidentes que la soportaron, les movió a la risa más que a la preocupación. Un grosero patinazo de la maquinaria de ficción de la Moncloa, que hace aguas sin remisión.
Este lunes se sienta Cerdán ante el Supremo. Esto es lo que realmente angustia al presidente y aviva un cierto interés mediático. El capataz de Ferraz deberá aclarar el saqueo de fondos públicos de los que se habla en los audios de Koldo. Empezó con sus business en 2014 y no ha aprado. Y todo el mundo pendiente de lo que, en breve, pueda entonar Ábalos, que tiene fijación por Pepiño Blanco y Rodríguez Zapatero, dos piezas que están en su punto de mira. China, Marruecos, Venezuela…
Por si faltaba algo, al juez Peinado se le han hinchado las narices y ha decidido pedir al Supremo que investigue a Bolaños por malversación y falso testimonio. El triministro se choteó del instructor del caso Begoña en su declaración del 16 de abril, en la que evitó facilitar la información que se le reclamaba. Quizás tenga que hacerlo ante la Sala segunda del Supremo y en condición de imputado. Ya se verá.
La máquina de la Justicia no se detiene. El frente judicial se torna excesivamente inhóspito. En su desesperación, el jefe del Gobierno español confía en que su pulso con Trump anime a sus huestes, tan primarias y palmarias, y en que los apaños de Bolaños para entregarle a los fiscales el control de la instrucción, descabezar la UCO y amordazar a los medios incómodos. le salven del tenebroso final que ya se perfila.