Teodoro León Gross-ABC
- Cuando el rival está en apuros, jamás hay que inmiscuirse
En la distopía continua del sanchismo, no es disparatado anticipar que un ministro de Justicia, investigado por el Tribunal Supremo, saca una ley para que su caso lo dirija un fiscal general del Estado investigado también por el Supremo, mientras promueven ascensos para tratar de desmantelar las unidades de la UCO que investigan a ambos… El sueño de la razón de Estado produce monstruos. El final del sanchismo va a ser terrible pero no vertiginoso, más bien agónicamente lento y obsceno. Sánchez se aferrará al poder hasta el último truco. Alguien que se saca una amnistía de la chistera para comprarse una investidura es capaz de todo. Y en este proceso, el PP debería tener perspectiva para interpretar los acontecimientos y paciencia para dejar fluir su descomposición inevitable hasta la putrefacción. Sin prisas. La ansiedad es siempre tu peor enemigo. Y a Feijóo le ha vuelto a suceder al sugerir que puede haber corrupción electoral: «Les gusta el fraude y lo han cometido; Aznar pone un ejemplo bastante sensato: oiga, si uno ha robado una joyería, ¿por qué no puede robar un banco?». Hay una regla napoleónica de validez universal: «Si tu enemigo comete un error, no lo distraigas». Cuando el rival está en apuros, jamás hay que inmiscuirse. Cualquier ocurrencia precipitada puede acabar sirviéndole de ayuda. Es lo sucedido con esto de Feijóo del fraude electoral –¿qué necesidad?– alimentando la reacción escandalizada en las terminales mediáticas del sanchismo. En el mitin de los martes en Moncloa, Alegría lo acusó de «trumpismo» por «no aceptar la democracia en tu país». Por supuesto distorsionan las palabras de Feijóo, pero el líder del PP se ha ganado solito esos rejonazos. Es el precio de la torpeza por querer añadir combustible a un fuego que ya ardía solo. Parece que el tiro en el pie es un clásico en el PP. Ante una situación delicada del adversario, no hay que apresurarse a tratar de rematarlo… sino dejarlo consumirse manteniendo la distancia. Más de un ‘aparatchik’ del PP, al ver lo sucedido, exclamó eso de: «A ver, Feijóo, no los distraigas».
Sánchez tiene a su mujer en situación judicial comprometida, a su hermano en el banquillo, a dos secretarios de Organización en el Tribunal Supremo amenazados por el guardaespaldas que completaba el Peugeot del presidente (Sánchez y los Tres Mosquepedros), al fiscal general, al ministro de Justicia… ¿de verdad necesitaba el PP fantasear con un fraude electoral? ¡Es absurdo intentar que la ficción empeore la realidad… sobre todo cuando la realidad es casi inempeorable! A ver si en Génova aprenden la lección de una vez por todas: si el enemigo está cavando su propia tumba, no le disputes la pala. En el PP ya convocaron el congreso el día de los wasaps. Déjalo hacer, hombre. Cada día esto va a ir a peor y Feijóo no necesita salivar en público, como un carroñero ávido, sino erguir la mirada con autoridad y lamentar el daño a las instituciones. No parece tan difícil.