Jon Juaristi-ABC

  • Era previsible que, tras el informe de la UCO, un Sánchez más trastornado que de costumbre emprendiera inmediatamente la escalada

Hay prisa. El ciclo vital del socialismo español se va cerrando gracias a Sánchez, algo que los españoles nunca le agradeceremos suficientemente. El socialismo es tan necesario para España como el Covid-19, y no deja de ser un signo de los tiempos que su advenimiento al poder en 2018 preludiara la pandemia (otro signo podría ser el apagón general, que a su vez se anticipó solo en mes y medio al informe de la UCO sobre la banda del Peugeot). Hay prisa también, en lo que a los cómplices se refiere, por sacar del Gobierno todo lo que aún se pueda rebañar. El cuerpo exánime del PSOE, para utilizar una metáfora que rueda por ahí, es un organismo zombi al que se le ha amputado casi todo. En realidad, ha sido el Gobierno el que ha extirpado todo lo que ha querido del Estado para repartirlo entre su clientela propia y los mangantes de sus alrededores. Pero al identificar su partido con el Estado, como hace todo totalitarismo que se precie, el PSOE de Sánchez, cuya cabeza real es el Gobierno de Sánchez (por más que ahora se hayan puesto a distinguir uno de otro), ha convertido el destazamiento estatal en una suerte de autoautopsia que le ha dejado a él mismo con asaduras y pingajos al aire, como un muerto en vida.

Era previsible que, tras la caída de sus tres secuaces originarios, Sánchez se lanzara desesperadamente a acelerar su revolución bolivariana. Lo de esta semana ha sido admirable. Como en un octubre leninista de 1917 pasado por los hermanos Marx, comenzó haciendo aprobar por el Frente de Investidura un decreto para la disolución de las asociaciones franquistas: no es todavía la ilegalización de todos los partidos de derecha, pero por algo se empieza. Tampoco la intromisión gubernativa en la opa del BBVA al Sabadell es la nacionalización de la banca, pero como primer paso no está mal. La bronca con la OTAN y muy en particular con Trump no nos alinea de momento con Putin, Xi Jinping, Jamenei, Maduro y compañía, pero todo se andará. Sin embargo, lo de exigir de la Unión Europea que rompa de manera inmediata su acuerdo de asociación con Israel va todo lo lejos que el antisemitismo de la izquierda española puede permitirse en ese ámbito (con los de Hamás y sus amigos iraníes podrían intentar el ‘Del río al mar’ tan anhelado por la vicepirada segunda).

En fin, Sánchez ha estado un tanto disentérico al endosar la propuesta del 2,1 al Ejército. La excusa es poco creíble porque ni siquiera el Ejército puede calcular «porcentajes capaces» a partir de presupuestos inexistentes. Lo mejor de la semana, con todo, ha sido la concesión, por el Consejo de Ministros, de la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, a propuesta de Bolaños y con gran contento de Delcy Rodríguez, al primo de esta, el insigne jurista venezolano José Luis Rodríguez Zapartero. Lo dicho: hay prisa.