Miquel Giménez-Vozpópuli
- Hace falta morro. Hace falta jeta. Hace falta no conocer ni a tu padre
Resulta que el juez decide que Santos Cerdán, el todopoderoso secretario de organización del PSOE, mano derecha de Sánchez e integrante de la banda del Peugeot, se va pa’lante a la cárcel. Así, sin anestesia ni vaselina. Cree Su Señoría que si lo deja en libertad existe el peligro de que se destruyan pruebas. Es una medida prudente. Lo que no entiendo es como no se han tomado las mismas precauciones con Ábalos o Koldo. Lo del último puedo comprenderlo tratándose de un colaborador de la Benemérita con un cuarto de siglo a sus espaldas en tales menesteres y en las vascongadas, que no era un remanso de paz. Sospecho que de Koldo saldrá mucha tela. Más que de los otros dos.
Santos Cerdán, del que los progres se han hecho lenguas alabando sus virtudes y denigrando a los valientes compañeros que se jugaban el tipo investigándolo, dormirá esta noche en la cangrí, lejos del lujo y la vida muelle a la que esta tropa está tan acostumbrada. Sin perjuicio de la presunción de inocencia ni menoscabo de lo que Cerdán pueda decir – y dirá – en su defensa, debo reconocer que la medida judicial me ha producido un cierto alivio.
Cuando ayer vimos en televisión a la presuntamente corrupta Begoña Gómez acompañar al presunto Número Uno en la recepción que daban los Reyes a los mandatarios de la ONU el corazón me dio un vuelco. Ella, tan pancha, y él tan campante, dándole la mano a los reyes como si tal cosa. Pensé que, ante tal muestra de descaro, poco podíamos esperar. Pero el juez del Supremo Don Leopoldo Puente ha roto la sensación del “aquí no pasa nada”, ordenando que la cárcel de Soto del Real sea albergue de quien llamándose Santos poco tiene que ver con ellos.
Pero la palma de oro con el lazo Abelín y corona de zirconitas se la lleva Maria Jesús Montero, que hasta hace nada se achuchaba con Santos Cerdán y decía que todo era una conspiración de la ultraderecha mediática
La cosa pinta ruina porque hablamos presuntamente de cinco presuntos milloncejos de leuros presuntos, presuntas y presuntes, y, siempre según la instrucción, habría más gente que mojaba pan en esa espesa y chapucera, aunque lucrativa, salsa. Hasta aquí la parte jurídica, que no es grano de anís. Esto acaba de empezar.
Pero la palma de oro con el lazo Abelín y corona de zirconitas se la lleva Maria Jesús Montero, que hasta hace nada se achuchaba con Santos Cerdán y decía que todo era una conspiración de la ultraderecha mediática. Pero al ser interpelada por el susodicho este lunes, ha respondido con un aplomo rayano en lo sobrenatural “Esto es un asunto que no tiene que ver con el PSOE”. El mismo hombre que hace pocos meses era, en boca de Montero “Un extraordinario secretario de organización, de los mejores de la historia de este partido y espero que continúe muchos años” se ha convertido en “Ese señor del que usted me habla”. Hace falta morro. Hace falta jeta. Hace falta no conocer ni a tu padre.
Montero no ha caído, seguramente, en que lo mismo que ella dice hoy de Cerdán lo puede decir mañana de ella Pedro Sánchez. Están en una fase en la que ese juego de las sillas en el que se juegan la cárcel no tiene más regla que la supervivencia. Y el presidente ha demostrado con creces que no le tiembla el pulso a la hora de quitarse de en medio a quién sea. Es más killer que el resto. Cuidado, vicepresidenta. A lo mejor mañana le toca a usted. Una cosa: ¿se imaginan que Ábalos, Koldo y Santos Cerdán deciden emular a los Tres Tenores y dar un concierto en el Supremo? ¿Y que muchos de los ex colaboradores, maltratados y vejados por Sánchez les hacen los coros? Las entradas se agotarían antes de salir a la venta.