Ignacio Camacho-ABC
- Los socialistas se van a ver abocados a un dilema decisivo: o el partido aparta a Sánchez o Sánchez se carga el partido
En su disparatada estrategia de defensa, inspirada por un abogado que lo fue de los separatistas del ‘procès’, Santos Cerdán se ha presentado sin pretenderlo como el ‘nexo corruptor’ que une la investidura de Sánchez con una trama de saqueo. La corrupción política con la económica, la personal con la del partido y el Gobierno. El lucro político de la amnistía o de los pactos con Bildu y el PNV con el lucro privado de los contratos amañados mediante presuntos cohechos. Esa conexión carece de efectos penales –es decir, no lo han metido en prisión por eso– pero pone de manifiesto la ilegitimidad de un mandato presidencial contaminado en origen por los manejos turbios de su ‘arquitecto’… y de quien le otorgó la confianza para negociar en su nombre los acuerdos.
El presidente no tiene modo de desmarcarse. Podría hacerlo de Ábalos, aunque le sería difícil despejar sin salpicaduras tantos interrogantes, pero el encargo a Cerdán de armar su reelección lo deja sin margen para eludir responsabilidades. Y además lo confirmó en el puesto orgánico clave cuando ya era objeto de pesquisas judiciales, en un congreso donde se le permitió presentarse como víctima de una operación de ‘lawfare’ siguiendo al pie de la letra el discurso de los insurrectos catalanes, que repitió en el Supremo minutos antes de que lo enviaran a la cárcel. No por esa razón, hay que insistir, sino por el riesgo de que destruya pruebas de un enriquecimiento inexplicable.
Esto no tiene nada que ver con el PSOE, ha dicho María Jesús Montero con esa ausencia tan suya de miedo al ridículo. Los dos secretarios de Organización del PSOE, la ‘fontanera’ del PSOE, la presidenta navarra del PSOE o el propio líder del PSOE son personas del todo ajenas al PSOE, por lo visto. Algunos sectores irreductibles han convocado el día del próximo Comité Federal una concentración de apoyo a Sánchez en la más pura tradición del peronismo; igual se presentan en Ferraz con bombos y platillos al estilo argentino. Ellos sabrán pero se acerca un momento en que tendrán que afrontar un dilema decisivo: o el partido aparta a Sánchez o Sánchez se carga el partido. Si no separan sus destinos van a caer juntos con todo el equipo.
Es probable que ésta sea la opción que prefieran. Unos por cobardía, otros por obediencia, muchos por la convicción de haber ido tan lejos que ya no hay camino de vuelta. Que sí lo hay, aunque en estas situaciones suele imponerse el instinto, a menudo suicida, de pertenencia a una secta: filas prietas hasta el final, suceda lo que suceda. Y cuando llegue ese momento, la gente honesta que ahora calla o se lamenta en voz baja se verá arrastrada al oprobio y la vergüenza. Los votantes no afiliados, que son la inmensa mayoría, tienen la respuesta; deberán plantearse a sí mismos en conciencia si aceptan apoyar a una camarilla de ladrones con tal de evitar que gobierne la derecha.