Las nuevas informaciones publicadas hoy por EL ESPAÑOL sobre el caso de Leire Díez Castro, la denominada «fontanera del PSOE», estrechan el cerco sobre el presidente Pedro Sánchez.
Aunque el Gobierno y Ferraz han intentado distanciarse del caso, la acumulación de evidencias documentales y testimonios directos revela un entramado cuya única explicación verosímil es que Sánchez era el verdadero director de orquesta de las labores de fontanería de Díez.
Como publica hoy nuestro diario, Leire Díez y el abogado Jacobo Teijelo intentaron comprar al empresario y exdueño del Club Deportivo Badajoz, Joaquín Parra, para que les ayudara en su empeño de desacreditar a la UCO.
A cambio, Díez y Teijelo le ofrecieron beneficios judiciales a Parra con el argumento de que el fiscal general era «su aliado». También le informaron de que reportaban directamente a Pedro Sánchez.
La investigación desarrollada por este periódico a lo largo de los últimos meses revela que Díez no actuaba como agente libre, sino como pieza clave de una burda operación diseñada para neutralizar las investigaciones judiciales que cercan al presidente y su entorno.
Entre junio y octubre de 2024, Díez estuvo oficialmente empleada por Zaño Sociedad Consultora SL, la empresa fantasma de Gaspar Zarrías, histórico dirigente socialista condenado por el caso ERE.
Zarrías confirmó a este periódico que «la conocía del partido» y que «la contrató para que investigara» sobre los ERE.
Sin embargo, el trabajo real de Díez era mucho más amplio y sistemático. Según la documentación a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, Díez investigaba simultáneamente a Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y otros líderes del PP por orden de Ferraz «para sacarles trapos sucios antes de las elecciones de 2027».
La fontanera reportaba directamente a Santos Cerdán y su equipo más cercano, formado por el diputado Juanfran Serrano y el director de comunicación del PSOE Ion Antolín.
El pendrive clave
Cuando Díez se dio de baja del PSOE, el 5 de junio de 2025, entregó personalmente a Santos Cerdán un pendrive con 224 gigabytes de información.
El dispositivo contenía cincuenta y una carpetas con datos sensibles sobre jueces, fiscales y periodistas, incluyendo carpetas específicas tituladas «Peinado» (sobre el juez que investiga a Begoña Gómez), «Denuncia Luzón» (sobre el fiscal jefe de Anticorrupción) y «Grinda» (sobre el fiscal que lidera investigaciones como la operación Cataluña).
Este material no era el producto de una investigación periodística amateur, sino el resultado de años de trabajo sistemático financiado por estructuras del PSOE.
Infraestructura propia
La operación contaba con infraestructura propia. Díez utilizaba un piso franco en el número 36 de la calle Diego de León, en el Barrio de Salamanca de Madrid, valorado en 1,4 millones de euros.
El inmueble fue alquilado por Vicente Fernández Guerrero, expresidente de la SEPI e imputado en el caso Aznalcóllar, quien posteriormente fue contratado por la constructora de Santos Cerdán, Servinabar 2000.
En este piso se celebraban reuniones discretas con empresarios imputados, a quienes se ofrecían beneficios judiciales a cambio de información comprometedora.
Santos Cerdán supervisó personalmente algunas de estas reuniones, contradiciendo frontalmente las afirmaciones oficiales del PSOE de que desconocía las actividades de Díez.
Chantaje institucional
Los audios revelados muestran a Díez ofreciendo acuerdos con la Fiscalía y la Abogacía del Estado a cambio de información sobre el teniente coronel Antonio Balas, jefe del Departamento de Delincuencia Económica de la UCO.
«Necesito a Balas», declaró rotundamente Leire Díez, llegando a afirmar que «si Balas está muerto, mejor».
También buscó información contra otros mandos como el capitán José Bonilla, exjefe de fuentes de la UCO.
En el caso del fiscal José Grinda, Díez llegó a ofrecer a varios medios, incluido EL ESPAÑOL, un vídeo de contenido sexual para desprestigiarlo. El ofrecimiento tuvo lugar el 25 de septiembre de 2024, precisamente cuando estaba empleada por Zarrías.
Este fiscal había liderado investigaciones sensibles como la operación Cataluña y el ‘caso Zed’, que afectan a figuras del PSOE y Junts.
Conexiones con Moncloa
La operación tenía ramificaciones directas en el núcleo del poder. El secretario de Estado de Telecomunicaciones, Antonio Hernando, se reunió con Díez y Cerdán durante los cinco días de reflexión de Pedro Sánchez en mayo de 2024.
Según fuentes presenciales, no hubo una reunión en Ferraz por esas fechas, sino dos. La primera, el 25 de abril de 2024, al día siguiente de la carta de Sánchez anunciando su parón.
Durante la etapa en que Díez estuvo en nómina de la consultora, Hernando era director adjunto al Gabinete de la Presidencia en Moncloa.
Silencio revelador
Ni Pedro Sánchez ni el PSOE han desmentido categóricamente ninguna de las revelaciones de EL ESPAÑOL.
Se han limitado a afirmar que Díez «no tenía nada que ver» con el partido, una versión desmentida por las fotografías que muestran a Díez con Sánchez, Begoña Gómez, Patxi López, José Luis Ábalos, Adriana Lastra y otros dirigentes socialistas.
Las imágenes no son casuales instantáneas de actos públicos, sino fotografías tomadas en espacios restringidos como la sala Ernest Lluch del Congreso durante reuniones de la interparlamentaria del PSOE, un foro al que Díez no tenía acceso como simple militante de base.
Única explicación verosímil
Las informaciones publicadas por EL ESPAÑOL revelan un modus operandi que trasciende la actuación de una militante díscola.
La simultaneidad de operaciones contra jueces, fiscales, mandos de la UCO y líderes del PP; la coordinación con altos cargos del Gobierno; el uso de infraestructuras del partido; la financiación a través de empresas vinculadas a históricos dirigentes socialistas; y la entrega del material final directamente a la Fiscalía General apuntan a una operación de Estado.
El patrón es inequívoco: neutralizar mediante descrédito personal a todos aquellos que investigan los casos de corrupción que afectan al presidente, su familia y su entorno político.
Que Pedro Sánchez fuera ajeno a una operación de estas características, financiada con recursos del partido que dirige, y ejecutada por personas de su máxima confianza, no sólo es inverosímil, sino que contradice todas las evidencias disponibles.
La fontanera tenía un jefe. Y todos los caminos de la fontanera conducen a Pedro Sánchez.