- Somos una potencia turística, cuya economía depende notablemente de esa actividad, y resulta que somos incapaces de atender, dada la experiencia, las colas de entrada y de salida de viajeros en nuestros aeropuertos. Este es el país que dice Sánchez que va como una moto, efectivamente, como una moto al abismo
Entre los rasgos que más caracterizan a este Gobierno que padecemos se encuentra su pésima relación con la responsabilidad política. Probablemente, el que más marca esa acusada senda de irresponsabilidad es Pedro Sánchez, el presidente que no ganó las elecciones. A él le siguen algunos sobresalientes irresponsables de su gabinete. Por ejemplo, los trenes se paran en medio de la nada y el ministro Óscar Puente no asume responsabilidad alguna, se limita a insultar a oposición y periodistas y a malgastar los fondos públicos en escrutar el sistema mediático para ver quién osa criticarlo. Algo, por otro lado, absolutamente normal en cualquier democracia. Es más, la actitud de Puente con los medios y con su incapacidad de asumir responsabilidades con el caos ferroviario es propia de otros regímenes y en todo caso es predemocrático. Como escribiría Gila, si no aceptas una crítica deja la política.
Otro caso de incompetencia de este Gobierno es el espectáculo que ayer ofrecimos al mundo con las colas y el caos de Barajas. El problema se solucionaba tan fácilmente como redoblando los turnos de la Policía Nacional en el control de pasaportes. El Ministerio del Interior no encontró mejor argumento que «eso ocurre todos los años», es decir, que somos una potencia turística, cuya economía depende notablemente de esa actividad, y resulta que somos incapaces de atender, dada la experiencia, las colas de entrada y de salida de viajeros en nuestros aeropuertos. Este es el país que dice Sánchez que va como una moto, efectivamente, como una moto al abismo.
Seguimos casi tres meses después sin que el Gobierno asuma ninguna responsabilidad por el apagón general del 28 de abril, donde toda la península ibérica se quedó sin energía por la pésima gestión de Red Eléctrica, cuya presidenta depende del Gobierno. En los trenes, la culpa es de los españoles por querer viajar tanto. El caos de Barajas es de los ciudadanos por querer ir al extranjero y, en el apagón, de las eléctricas, una vez que fue imposible colar el bulo del ciberataque.
Padecemos un Gobierno de incompetentes. Nunca asumen una responsabilidad sobre ninguna materia. Es hasta cierto punto una actitud infantil. Cada vez que se les caza en falta, la culpa es de cualquier otro menos de ellos. Ese estilo viene marcado por Sánchez, cuyo nivel moral está por suelos y ha demostrado estar dispuesto a todo para mantenerse en el poder.
La democracia no solo sirve para elegir a un gobierno, sino también para echarlo. Los políticos que no asumen sus responsabilidades, que no actúan como adultos, que no responden de sus obligaciones ante la ciudadanía, deberían marcharse. Cuando se empeñan en ocupar el poder sin responder a las mínimas pautas de comportamiento democrático —como aceptar críticas y asumir responsabilidades— pasan a ser un peligro para los ciudadanos que gobiernan.