Iñaki Ezkerra-El Correo
- El sueño de Núñez Feijóo de entenderse con el PNV se ha roto por el vodevil de Cerdán
Hasta hace bien poco, Núñez Feijóo acariciaba en voz alta el sueño de un entendimiento con el PNV y con Junts para apuntalar la legislatura que podría salir de un triunfo electoral tras la caída de Sánchez. Ese sueño es el que se ha roto tras la irrupción estelar de Iñaki Alzaga en el vodevil de Cerdán, Ábalos y Koldo. La aparición escénica del hombre del PNV en el lugar del crimen (la filial de Servinabar en la que tiene una participación del 4%) abre una novedosa perspectiva. Es un hecho que sugiere que la complicidad conyugal entre el PNV y el PSOE puede ir más lejos del amor puro, o del simple matrimonio de intereses políticos. El PNV tiene una excelente opinión de sí mismo, hasta el punto de que no se ve en la obligación de justificar los lazos que mantiene desde el primer día con un sanchismo cercado por la corrupción, que es el que lo sostiene en el Gobierno vasco y le ha dado regalos como el palacete de la avenida Marceau. Los malpensados de siempre (la derecha y la ultraderecha) sostienen que lo hace por un desesperado y patético mantenimiento de sus parcelas de poder, pero todos sabemos que la verdadera motivación peneuvista para no separarse de este PSOE ni con agua hirviendo es la defensa del euskera, que correría un grave peligro si gobernara el PP, que lo odia tanto como Ayuso. Cerdán, Ábalos y Koldo serán todo lo corruptos que se quiera, pero adoran el euskera y con ellos esa lengua está en buenas manos. En unas manos mejores incluso que las de Bildu.
Y en este contexto puramente lingüístico aparece Alzaga, el hombre que estaba donde no decía estar y con quien no debía estar. «¿Qué pinta ahí en medio de la trama de Cerdán?», se pregunta un Javier de Andrés movido por obvios intereses espurios. Javier de Andrés no sabe que, en toda la centenaria historia del PNV, siempre ha habido un hombre que estaba donde no debía estar: Gorka Aguirre en la transacción económica de ‘El Faisán’ en mayo del 2006; José Antonio Aguirre en el Berlín de 1939; Alberto Onaindía con Benito Mussolini en la Roma de julio de 1937; Juan Ajuriaguerra un mes antes de ese mismo año con el general fascista Ettore Bastico en Punta Begoña, la casa de Horacio Echevarrieta… Junto a esa larga historia de apariciones entre extemporáneas y paranormales que pertenecen al terreno del ocultismo, lo de Iñaki Alzaga se queda en un juego de niños.
Y, en medio de toda esta pestilente marea, Aitor Esteban se ha mostrado enormemente molesto por los ataques del PP al euskera. ¿Qué tiene que ver el euskera con Servinabar, Santos Cerdán y Antxon Alonso? Uno no lo sabe, pero pone la mano en el fuego de que antes o después el euskera adquirirá un inusitado protagonismo. Ya lo dice refrán popular: «cuando la fuerza mengua, queda la lengua».