Gregorio Morán-Vozpópuli
- De cómo ha llegado este hombre a ser contratado como defensor de Santos Cerdán aún estamos en los albores, pero habrá más que no dejará de sorprendernos
No hacían falta dosis profética para imaginarlo. Si la anterior semana terminábamos con un “¡Tezanos, esfuérzate!”, ocurrió lo previsible. Salió el inefable tonto empoderado con una argucia a la altura de su talento: todo lo que ha saltado a la palestra “puede ser un montaje” contra el Jefe. De tan harta como está la opinión a nadie se le ocurrió exigir responsabilidades al presidente del Centro de investigaciones Sociológicas (CIS); sería inútil. Hace lo único que sabe hacer desde que formaba parte del grupo guerrista, en los años 90, cuando se reunían en la cafetería del Suecia en torno al diputado Pepe Acosta, muy cargados de alcohol y resentimientos, para conspirar contra los “traidores a las esencias socialistas”.
¡Qué tipo, Tezanos! Con su dicción aturullada y ese aire de conspicuo mayordomo agradecido. El castellano es una lengua perversa en sus designios, porque hay gentes que sin ser sinvergüenzas en su sentido clásico, pueden calificarse con mayor precisión como individuos “sin vergüenza”; que no es lo mismo aunque se parezcan. En ocasiones singulares suelen coincidir esta particular variante humana. Fijémonos en el letrado Benet Salellas (1977), un portento militante en lugar tan fecundo como Cataluña. Un periodista experto en la fauna política catalana ha registrado hasta cinco grupos por los que ha transitado este personaje, en un tiempo récord. Siempre con convicciones rotundas; a él se debe haber colocado a Artur Mas “en el basurero de la historia” y defender a Jordi Cuixart, uno de los protagonistas de la asonada independentista de 2017; el mismo que montó y pateó un coche policial mientras arengaba a las masas.
De cómo ha llegado este hombre a ser contratado como defensor de Santos Cerdán aún estamos en los albores, pero de seguro habrá más que no dejará de sorprendernos; los caminos de la abogacía son insondables e incluso están protegidos por normas muy estrictas. Atengámonos a sus declaraciones tras el ingreso en la cárcel de su defendido, que apenas han sido recogidas pero que preludia una vía que coincide con “el montaje” según Tezanos. Inmerso también en las teorías de la conspiración, a beneficio de la mayoría que sostiene al Presidente. La pista fundamental sería Koldo el Aizkolari , portero de discoteca y guardián de votos y secretos, que ha descubierto un filón en las nuevas tecnologías del espionaje. Para Benet Salellas puede tratarse de “un agente infiltrado de la Guardia Civil”; antaño le dieron una medalla. Lo que viene luego es fácil de imaginar: una operación vinculada a la derecha, tratando de implicar a sus dos superiores políticos: Ábalos y Santos Cerdán. Objetivo: echar abajo al “gobierno más progresista de la historia de España” oculto tras una corrupción torrencial.
No se burlen de la estratagema; ahora hemos descubierto que el mundo está lleno de “terraplanistas” y no éramos conscientes. Esto de ahora está más al alcance del drogodependiente de redes. Que lo tengan difícil no quiere decir que la variante Tezanos-Benet Salellas carezca de futuro. Se les ha sumado un profesional curtido, el peculiar letrado Jacobo Teijelo. La gente pierde la memoria y echa mano del móvil; un recurso que a menudo limita el conocimiento. Nadie parece ya recordar que el gobierno de Felipe Gonzàlez, frente a la avalancha jurídica de los GAL, recurrió a los servicios de un abogado dentro de toda sospecha, aunque de la madera de la que se hacen los arreos de los bueyes. Tenía por nombre Jorge Argote. Venía de la ORT, una organización maoísta de cristianos de base, que descubrió al Mesías cuando encontraron al PSOE en el poder. Algo difícil de entender a menos que nos iluminaran figuras señeras del entonces “maoísmo cristiano” como la exdiputada, exsenadora y exeurodiputada Paquita Sauquillo.
La gente pierde la memoria y echa mano del móvil; un recurso que a menudo limita el conocimiento. Nadie parece ya recordar que el gobierno de Felipe Gonzàlez, frente a la avalancha jurídica de los GAL, recurrió a los servicios de un abogado dentro de toda sospecha, aunque de la madera de la que se hacen los arreos de los bueyes.
Cuando uno está acosado puede admitir la derrota y prepararse para intentarlo otra vez. Desengáñense los ya añosos muchachos de la ceja; ni ellos se cortarán el dedo, algo impensable porque las convicciones están demasiado ligadas a los patrimonios como para hacer el rebelde con causa. Tampoco el Puto Amo va a retirarse a menos que le echen por la fuerza de la ley, y siempre que nos les dé tiempo a intervenir al fiscal García Ortiz o al jurista Conde Pumpido. Para los expertos en la materia, España es un caso de constitucionalismo insólito, donde se puede pasar de Carl Schmitt a Hans Kelsen, y de nuevo de Kelsen a Schmitt; los mismos y con total impunidad (a Schmitt lo metieron en la cárcel los aliados).
Koldo García es la militancia que se gana la vida, Ábalos el político profesional que se beneficia del cargo. Santos Cerdán juega a otro nivel: es el Partido que se hizo Gobierno. El arquitecto que tacita a tacita, pacto a pacto, sobre a sobre, construyó el edificio que alberga al Amo. Puede dejar de estar aforado porque es largo en entendederas y sabe que todos, desde el Puto Amo hasta el más inútil Miguel Ángel Gallardo de Extremadura, habrán de sacarle de la cárcel. Si entró en ella fue por exceso de celo de unos pringados de la Guardia Civil, de salarios ajustados y de un juez humillado, que no acabaron de entender que en la ley de la selva el tigre no tiene por qué ir dando aullidos para que sea reconocida su inmunidad. Ocurre también en el tráfico de influencias cuando tienes el aval del Jefe.
No se cansen buscando paralelismos con Luis Bárcenas; él hacía negocios con la caja B del Partido Popular. Santos Cerdán hizo política con los negocios, que es misión de mayor fuste porque ha de aunar elementos golosos para los socios y aportar la grasa necesaria para que la máquina no se atore. A nadie entre los conservadores del PP, si es que le conocían personalmente, cosa poco probable dado su delincuencial misión, se le hubiera ocurrido proponerle para que pusieran una avenida a su nombre como pidió Zapatero para Santos Cerdán, o una calle como sugirió Jordi Évole.
A nadie entre los conservadores del PP, si es que le conocían personalmente, cosa poco probable dado su delincuencial misión, se le hubiera ocurrido proponerle para que pusieran una avenida a su nombre como pidió Zapatero para Santos Cerdán, o una calle como sugirió Jordi Évole.
Por la Avenida Santos Cerdán ha marchado todos los suyos; dirigentes, militantes, votantes adictos y la chusma perfumada de la cultura. Ahora reniegan del Arquitecto porque han descubierto cómo hacía las obras que tanto alababan cuando paseaban tan orondos por ellas. Entre los secretos de esa “cosa nostra” hay uno que pasó desapercibido: cuando Cerdán ofrece a Ábalos compensarle económicamente otorgándole “tres tertulias” en los medios. Una oferta menos sutil que la de “Don Giovanni” y similar a la de Koldo recitándole a Ábalos el plantel de señoritas a elegir. ¡Oh, los tertulianos, Santos! ¡Qué no sabrás tú de tertulias y tertulianos!