- Podrían llegar a gobernar por el obstinado empeño del rival, pero no se puede esperar de él más que el despertar de la pesadilla. El Gobierno le está haciendo una excelente precampaña
La máxima urgencia política de España es el desalojo legal del poder de Sánchez y los suyos. Por gracia o desgracia, compete hacerlo al PP, solo o en compañía. El manual de supervivencia está agotado y la oposición parece decidida a dejar que el tiempo y el Gobierno hagan su trabajo. Ningún riesgo, ninguna ilusión. Si el rival se suicida, no conviene distraerlo.
La Ponencia política parece confirmar esa estrategia. Naturalmente, gran parte de su contenido está bien, y si se compara con los desastres del Gobierno multicolor, incluso muy bien. Pero contiene algunos errores graves. Debo advertir de que no me presento a las elecciones ni milito en ningún partido, lo que, sin duda, confiere una intensa libertad. Omitiré toda referencia a cuestiones sintácticas y estilísticas.
«El español es la lengua oficial y común: todos los españoles tenemos el deber de conocerla y el derecho a usarla. Aseguraremos que en la legislación nacional se garantice el aprendizaje completo del español en todas las etapas del sistema educativo y garantizaremos el derecho a usarlo en todos los ámbitos». No basta. De lo que se trata es de que en las comunidades en las que coexistan dos lenguas oficiales, los padres puedan elegir la que prefieran como «vehicular». Tratar el español como lengua extranjera en España es una indignidad inconstitucional. Y de paso convendría asegurar también que las Cortes Generales no se van a convertir en una Babel con pinganillos.
La familia es presentada como la prioridad y proclaman defenderla sin dogmatismos. La palabra es inquietante. Si uno sigue leyendo, las inquietudes se confirman. Afirman que es una institución imprescindible que seguirá evolucionando sin perder su esencia. Cabe suponer que se trata de una esencia no dogmática. He aquí esa esencia: «familia es la que cada uno forma libremente, como cada uno elige, para desarrollar su propio proyecto vital». Libertad sin dogmatismos. Familia es lo que cada cual forma libremente. Suponemos que la formada por un varón y una mujer mediante unión matrimonial será, al menos, una de ellas, una de tantas. Defienden también la libre congelación de óvulos.
«Hay que defender la vida. Defendemos la dignidad de toda vida humana y la necesidad de garantizar los cuidados que sean necesarios a quienes más lo necesitan hasta el último suspiro. Escogemos la cultura de la vida digna siempre y, para ello, nos comprometemos con un sistema de cuidados paliativos mejor dotado y humanizado». ¿Significa esto la modificación de la legislación sobre eutanasia? En caso afirmativo, ¿por qué no se dice? Pero lo peor es el silencio absoluto, insondable, sobre el aborto. ¿Qué significa entonces que «hay que defender la vida»? La legislación actual, aparte de inmoral, es, según pienso, inconstitucional porque deja sin protección legal a la vida humana y vacía de contenido el artículo 15 de la Constitución.
Es cierto que el proyecto de un partido que aspira a gobernar tiene que ir dirigido a la mayoría de los ciudadanos y que sobre la cuestión del aborto existe una gran división en la opinión pública. Unos piensan que es un crimen y otros que un derecho de la mujer.
Yo pienso lo primero. Como mal menor, cabría al menos proponer su tipificación como delito con un conjunto de circunstancias eximentes y nunca ser considerado como derecho.
El PP podría llegar a gobernar por el obstinado empeño del rival, pero no se puede esperar de él más que el despertar de la pesadilla. El Gobierno le está haciendo una excelente precampaña. Y lo de la extrema derecha ya no se lo cree nadie.
Hay cosas que un católico no debe apoyar con su voto, pero no hay ningún partido, que yo sepa o que tenga alguna posibilidad de obtener un escaño, que asuma en general los principios y disposiciones de la Doctrina social de la Iglesia. Y, probablemente, si alguno se atreviera, además de acertar, a lo mejor podría ser recompensado ya en esta vida.