Alejo Vidal-Quadras-Vozpópuli

  • Destinan abultadas partidas del presupuesto a ayuda al desarrollo para forjarse una imagen favorable más allá de sus fronteras como líderes globales

La cancelación por la Administración Trump de la mayor parte de las acciones del programa USAID, el mayor esfuerzo financiero del mundo en ayuda y cooperación exterior, ha suscitado duras críticas y una intensa indignación de muchas almas bien pensantes, entre ellas Pedro Sánchez, que ha aprovechado el escaparate de la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo celebrada en Sevilla para continuar con su suicida política de enfrentamiento con los Estados Unidos. Como tantas ideas “progresistas”, los flujos de grandes sumas de los países ricos a los pobres con el fin de contribuir a su mejora en los campos de la educación, la salud, la alimentación y las infraestructuras de transporte, energía y agua, bajo una apariencia de causa noble y benéfica, encierran no pocas contraindicaciones e inconvenientes y frecuentemente producen resultados contrarios a los pretendidos.

Así, la adquisición del hábito de vivir de la aportación de donantes, inhibe la capacidad autóctona de salir adelante y de avanzar gracias al propio esfuerzo. La costumbre de ir tirando dependiendo de la sopa boba procedente de naciones prósperas hace que bastantes estados en África, Iberoamérica o Asia caigan en la pasividad y renuncien a buscar su éxito con sus solas fuerzas. Otro factor profundamente negativo de la asistencia material a países poco desarrollados es la corrupción masiva asociada a tales iniciativas. Se calcula que el impacto económico negativo derivado de esta lacra supera netamente las consecuencias positivas. Es sabido que en demasiados casos un alto porcentaje de las transferencias de fondos para desarrollo acaban en manos de elites locales venales o son utilizadas para fines distintos de los planeados como armamento, terrorismo o promoción de ideologías totalitarias. El ejemplo de Hamas en Gaza es notorio. Mientras su población sufre la precariedad más absoluta, la cúpula de la organización criminal manejada por los ayatolás iranís lleva una existencia opulenta en Qatar e invierte la ayuda humanitaria en misiles, bombas, ametralladoras y construcción de túneles.

Nos encontramos por tanto en una espiral perversa, los receptores de asistencia son los menos preparados para aprovecharla adecuadamente y a más dinero entregado más agudo es el empeoramiento de la situación.

Además, se produce una paradoja difícilmente evitable. Los países necesitados de asistencia suelen ser de institucionalidad frágil con clases dirigentes depredadoras y sociedades de nivel de formación muy deficiente, factores todos ellos que explican decisivamente su pobreza. En semejantes contextos, la probabilidad de que los recursos recibidos de la largueza de las democracias occidentales acaben en cuentas en paraísos fiscales de gobernantes cleptócratas o sean empleados de forma ineficiente e incompetente es considerable. Nos encontramos por tanto en una espiral perversa, los receptores de asistencia son los menos preparados para aprovecharla adecuadamente y a más dinero entregado más agudo es el empeoramiento de la situación.

No hay que ignorar tampoco que muy a menudo las motivaciones de los gobiernos de países desarrollados a la hora de asignar sus dádivas obedecen más a motivos históricos, culturales o políticos que a criterios que respondan a verdaderas necesidades. Detrás de un exhibido altruismo se ocultan propósitos egoístas de búsqueda de influencia y de posiciones estratégicas internacionales ventajosas.

Y qué decir del inmenso negocio montado alrededor de la cooperación al desarrollo en el que hacen su agosto un número ingente de ONGs que dan trabajos bien remunerados a miles y miles de empleados y que alimentan enormes y farragosas burocracias de tal manera que el coste de funcionamiento de estas ineficientes maquinarias supera las cantidades finalmente destinadas a sus fines específicos.

El especialista en nombramientos de secretarios de organización ha decidido por sí y ante sí comprometer dos mil millones de euros adicionales en cooperación quemando pólvora del rey como si no hubiera un mañana

Cabe destacar por otro lado que ciertos gobernantes ególatras y aficionados al autobombo -nuestro inquilino de La Moncloa es un ejemplo paradigmático- destinan abultadas partidas del presupuesto a ayuda al desarrollo para forjarse una imagen favorable más allá de sus fronteras como líderes globales cuando perentorias necesidades de sus conciudadanos permanecen por cubrir. Frente a un panorama desolador de caos ferroviario, aeropuertos colapsados, carreteras en mal estado, carencias de todo tipo en la llamada España vaciada, Fuerzas Armadas escasas de material indispensable, plantillas insuficientes de jueces y catering de comida podrida para los policías que han garantizado abnegadamente la seguridad de la Conferencia de Sevilla, el especialista en nombramientos de secretarios de organización ha decidido por sí y ante sí comprometer dos mil millones de euros adicionales en cooperación quemando pólvora del rey como si no hubiera un mañana. Una pregunta que podría plantear el ínclito Tezanos es si los españoles están de acuerdo en semejante dispendio mientras la deuda pública ha alcanzado la inquietante cota del 104% del PIB y los impuestos nos ahogan. ¡Qué fácil es ser rumboso con el dinero de los demás!