Óscar Monsalvo-Vozpópuli
- La derecha existe; la violencia contra ellos es natural. Sale muy barato decirlo, sale demasiado barato llevarlo a la práctica
La realidad política española es tan demencial que nos vemos diariamente desconfiando de documentos que por desgracia son absolutamente verosímiles. Corrijo, y dejo la corrección a la vista porque es una equivocación común, instintiva y perniciosa: no es la realidad política. Ojalá fuera sólo eso. Es la realidad social.
Solemos decir que la sociedad española es mayoritariamente de izquierdas, pero no es exactamente así. Lo que ocurre es que en España, especialmente en determinados ámbitos, la izquierda social es el único modo de estar que no genera problemas o incomodidades. Una de las pruebas es que la mayor parte de los partidos que tradicionalmente se situaban en la denominada derecha desde hace años han ido virando hacia posiciones y discursos de izquierda. Algunos como el PP están aún en camino, pero les falta ya muy poco para la asimilación completa.
La última salvajada
Decía que nos vemos obligados a comprobar la veracidad de discursos y declaraciones casi diariamente, y debemos hacerlo porque lo que se dice con absoluta normalidad en España es absolutamente descorazonador. Sencillamente, nos cuesta asumir lo que por desgracia es común. Siempre tenemos la esperanza de que la última salvajada incorporada al consenso democrático sea algún bulo, algún error de interpretación o alguna deformación por falta de contexto. Y siempre nos equivocamos.
El último ejemplo se produjo el miércoles de la semana pasada en un pleno de las Juntas Generales de Álava. Ese mismo día llegué a un vídeo de treinta segundos que recogía parte de la intervención de un juntero, en respuesta a la intervención del representante de Vox. Treinta segundos como para escapar del país, no tanto por lo que se decía sino por la naturalidad con la que se asumía que alguien pudiera decir algo así sin consecuencias. En el vídeo se escuchaba lo siguiente.
“Le oigo permanentemente en esta tribuna hablar de chóferes y escoltas. En esta casa nadie lleva escolta. Creo que en Álava ahora los únicos que necesitan escolta son ustedes. Cuando viene la gente de Vox corren el riesgo de que el pueblo vasco, que tanto ha sufrido durante el franquismo y por parte de los fascistas, corren el riesgo de que vaya a por ustedes y de que haya problemas. Por lo tanto los únicos que necesitan escolta en la calle en Euskadi son ustedes. Nosotros y nosotras no tenemos escolta, no necesitamos escolta, andamos tranquilos por la calle y además sentimos el apoyo mayoritario de la población”.
Cuando decimos que partidos tradicionalmente vinculados a la derecha están en posiciones de izquierda nos referimos a esto. El principal marcador en el eje izquierda-derecha es hoy en España el posicionamiento respecto a la violencia política
Aquí, como en casi cada escena de Bajo el silencio, conviene hacer una pausa. No sé si la lectura de estas palabras produce la misma sensación que escucharlas. Si sólo las han leído, escúchenlas aquí. Entre otros motivos para ver que son reales. Y después de hacerlo, tómense unos segundos para percatarse de lo que revelan este tipo de discursos sobre nuestra sociedad. No sobre nuestros políticos; sobre nuestra sociedad.
El que pronuncia esas palabras con absoluta tranquilidad es Ramiro González Vicente, juntero del PNV. Cuando decimos que partidos tradicionalmente vinculados a la derecha están en posiciones de izquierda nos referimos a esto. El principal marcador en el eje izquierda-derecha es hoy en España el posicionamiento respecto a la violencia política. La izquierda en España se caracteriza casi exclusivamente por su justificación de la violencia política del pueblo contra los fascistas, que son los enemigos del pueblo. Por eso el PNV es un partido de izquierdas. Por eso lo son el PSOE, Junts, Bildu, ERC, Podemos, Sumar. Las políticas económicas son lo de menos. Los principios ideológicos son lo de menos. Incluso la postura sobre la inmigración es lo de menos. Lo que une a los partidos de izquierdas en un mismo bloque es la justificación, la defensa y el fomento de la violencia política contra Vox, contra los periodistas incómodos y contra los ciudadanos no asimilados.
Ellos eran de izquierdas. Representaban al pueblo, actuaban por el pueblo y sentían el apoyo del pueblo. Los policías, guardias civiles, militares, empresarios, taxistas, concejales, periodistas o ciudadanos en general que fueron señalados, amenazados, extorsionados, secuestrados y asesinados eran fascistas
Durante años muchos creímos que lo que estaba detrás de ETA era el nacionalismo. Un nacionalismo étnico, supremacista, intolerante. No era eso. O no lo era del todo. Y desde luego no lo fue durante la mayor parte de su existencia. Lo que estaba detrás de ETA era una cosmovisión profundamente de izquierdas. No en cuanto a las condiciones laborales, el reparto de la riqueza o la organización del Estado, sino en cuanto a la violencia política. Ellos eran de izquierdas. Representaban al pueblo, actuaban por el pueblo y sentían el apoyo del pueblo. Los policías, guardias civiles, militares, empresarios, taxistas, concejales, periodistas o ciudadanos en general que fueron señalados, amenazados, extorsionados, secuestrados y asesinados eran fascistas. Enemigos del pueblo. Y estaba bien que sintieran el odio, el rechazo y el desprecio del pueblo.
Hay quien dice que con Vox se han cruzado todos los límites, y hay quien dice que todo lo que se hace y se dice contra ellos está justificado por el peligro real (el fascismo) que representan. Los del segundo grupo son la escoria de siempre. Los defensores de la evolución lógica de la democracia militante: la democracia de escuadras antifascistas. Justifican los cordones sanitarios, los insultos, las pedradas, el que “el pueblo vaya contra ustedes”. Están en el PNV, en Bildu, en ERC, en Podemos, naturalmente en el PSOE, y acabarán estando también en el cada vez más progresista Partido Popular. Son parte de esa realidad social que puede soltar estas barbaridades sabiendo que nadie actuará contra ellos de la manera que exigiría una sociedad adulta, responsable y madura.
Tomar nota y medidas
Los del segundo grupo simplemente están equivocados. Porque todo esto ya lo hemos oído antes. Ciudadanos, UPyD y el propio PP -cuando aún no estaba en proceso de asimilación- también querían llevar a España al fascismo. Y también corrían el riesgo de que cuando “venían a Euskadi” hubiera problemas.
Las declaraciones de Ramiro González Vicente son unas declaraciones profundamente izquierdistas. Y representan a una parte no sé si mayoritaria, pero sí relevante de la sociedad española. La derecha existe; la violencia contra ellos es natural. Sale muy barato decirlo, sale demasiado barato llevarlo a la práctica. Conviene que comencemos cuanto antes a asumir que nuestra realidad social, no sólo política, es ésta. Y convendría que los partidos que no tienen interés en formar parte del bloque de la izquierda comenzara a tomar nota y medidas al respecto.