Bieito Rubido-El Debate
  • Recomiendo a nuestros políticos, sobre todo si quieren ganar elecciones y gobernar con holgura, que le hablen claro a los ciudadanos y sobre todo que defiendan los valores que nos han cohesionado como pueblo a lo largo de los últimos siglos

Alas naciones, a los pueblos, a los países a veces los acompaña la mala suerte y aparece un desastroso gobernante que lleva a todo un pueblo a la desgracia. Cuando uno camina por las calles de Caracas y ve todo aquel desastre, dentro de un país al que la mano de Dios otorgó con generosidad todo tipo de riquezas naturales, entiende cómo los seres humanos en muchas ocasiones dependen del poder bien o mal administrado por otros, por unos pocos. Puede ocurrir que ese gobernante sea bueno y le acompañe la buena voluntad y el talento. En muchos casos es lo contrario.

España ahora mismo padece probablemente al peor gobernante en décadas. Italia, sin embargo, ha tenido la suerte de contar con una mujer valerosa, inteligente y con las ideas claras: Giorgia Meloni. De ella podrían aprender algo quienes nos gobiernan y muy especialmente quienes están llamados a dirigir el país en venideros tiempos, tanto en el corto plazo como en el futuro lejano de las próximas décadas.

Se ha hecho viral en España un discurso de febrero pasado de la primera ministra italiana. ¿Cuál es la razón de este inesperado éxito? La necesidad que los españoles tenemos ahora mismo de que nos hablen claro y se defiendan las ideas que acompañan a la inmensa mayoría de la ciudadanía, ya sea de derechas o de izquierdas.

Por eso recomiendo a nuestros políticos, sobre todo si quieren ganar elecciones y gobernar con holgura, que le hablen claro a los ciudadanos y sobre todo que defiendan los valores que nos han cohesionado como pueblo a lo largo de los últimos siglos. Defender la civilización occidental y sus valores no es una acción reaccionaria. Todo lo contrario. Somos hijos de la forma en que los griegos nos enseñaron a pensar gracias a su filosofía. Herederos del derecho romano que nos dio la impronta de organización y respeto a las leyes. No esas que Pumpido cambia según le convenga a Sánchez. Eso es arbitrariedad. Finalmente, nuestra cultura se baña en los valores judeo-cristianos.

Si se dan una vuelta por Italia, yo lo hice apenas hace unos días, verán que las iglesias están abiertas todo el día, que hay expresiones del cristianismo hasta en las carreteras, que se respeta la historia, los nombres de las calles, los monumentos de personajes que, aunque aborrecibles, forman parte de su pasado. Pero también verán un país optimista, que crece de verdad, sin trampas, con sus calles y comercios llenos de gente y un enorme respeto al amor a su nación, tan vieja por un lado y tan reciente por otro.

A los niños en los colegios les hablan bien de Italia. En los documentos oficiales no se admiten extranjerismos y a los inmigrantes se les hace ver que para vivir en Italia hay que respetar las normas de ese país. No es tan difícil, pero en España parece imposible, porque estamos demostrando que somos el pueblo más tonto de Europa… o nos tocó la mala suerte de una pésima generación de políticos.